lunes, 25 de marzo de 2013

PESCADOS EN SALSA VERDE (Pescadilla & Merluza)



INGREDIENTES (4 personas)

Para la pescadilla en salsa verde:
1 kg de pescadilla fresca cortada en rodajas
1 bote de espárragos blancos
Fumet de pescado
2 dientes de ajo
1 cda de harina
Medio vaso de vino blanco
Perejil picado
AOVE, sal y pimienta

Para la merluza en salsa verde:
1 kg de merluza fresca cortada en rodajas
1 bote de alcachofas
2 huevos duros
1 bote de guisantes
Fumet de pescado
2 dientes de ajo
1 cda de harina
Medio vaso de vino blanco
Perejil picado
AOVE, sal y pimienta

Hoy me he puesto bipolar. Teniendo en cuenta que el modo "salsa verde" me gusta especialmente, me decidí a probar en dos pescados con variados acompañamientos para ir probando texturas y mezclas. Lo bueno es que los resultados fueron muy buenos en ambos casos. No hay un vencedor claro. Supongo que dependerá de si eres más pescadillero o merluzo (desde el cariño). Aquí dejo un par de versiones desde alta mar para que vuestros sabios paladares juzguen por sí mismos. Atención, que zarpamos de pesca.

Se laminan los ajos y se ponen a dorar en una sartén con aceite de oliva. A fuego medio que se queman a velocidad de vértigo. Incorporamos la harina y removemos bien para que se haga pero no se queme. Enseguida echamos el vino blanco y sin dejar de remover, subimos el fuego para que evapore todo el alcohol. Con un minuto bastará.

Se vierte el caldo de pescado (o agua pero perderemos sabor a mar, en cualquier caso que esté caliente) en el sofrito. Vamos salpimentando la pescadilla por las dos caras. Cuando el caldo esté hirviendo bajamos el fuego un poco y colocamos las rodajas. Espolvoreamos el perejil fresco picadito. El truco es ir removiendo haciendo pequeños círculos para que se vayan integrando todos los ingredientes. Dos minutos por cada lado y listo.

Para la pescadilla es el momento de incorporar los espárragos cortados en trozos grandes.

Para la merluza añadimos los guisantes y las alcachofas para que cojan calor (puesto que ya están hechas) Luego añadimos el huevo cocido y cortado en gajos.

Emplatamos el pescado elegido para la ocasión y vertemos la salsa (si queda demasiado espesa se le puede ir añadiendo algo más de caldo durante la cocción). Y ya tenemos preparada una cena sana, rápida y aparente. Sólo queda zambullirse... 

Película ideal para degustar este plato: "HELL IN THE PACIFIC" (Infierno en el Pacífico, de John Boorman - 1968) 

¿Por qué? En esta receta nos encontramos con dos seres (acuáticos en este caso) que comparten un mismo entorno y luchan por hacer prevalecer su hegemonía. Si hacemos girar los engranajes de nuestras cinéfilas mentes podemos toparnos con el equivalente a este duelo en "Infierno en el Pacífico". Esta obra bicéfala del siempre interesante John Boorman ("Deliverance" o "Excalibur")  nos traslada a a la Segunda Guerra Mundial, donde un soldado americano (Marvin) y uno del bando japonés (Mifune), son los supervivientes de una campaña naval y acaban conviviendo de muy mala gana en un islote del Pacífico. En nuestro plato damos con dos personajes que, aún perteneciendo al mismo género (pescados y militares), se nos antojan bien distintos. Ambos acaban compartiendo un mismo espacio (o salsa) y lucharán por destacar y hacer claudicar a su supuesto enemigo, usando diversas armas, que aquí se nos presentan en forma de espárragos, alcachofas, huevo duro, guisantes... Esta fábula con dejes "robinsoncrusoianos" habla de la incomunicación, de la superación humana ante la adversidad y de los grandes conflictos culturales e idealistas. Nuestra receta, nuestros pescados enfrentados, viven su propio combate por hacerse notar (y vencer) ante el paladar del comensal. El verde de la salsa nos evoca a la flora de ese islote perdido y el Pacífico, el inmenso azul, sirve de telón de fondo (marino) para situar a nuestros acuáticos personajes. Marvin y Mifune hacen gala de sus impresionantes dotes interpretativas (ambos estaban en su época dorada) mientras la cámara de Boorman se adentra en sus miserias y conflictos en un idílico paraje. Y así se redefine nuestro plato: un duelo con sabor a mar. 






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