martes, 19 de marzo de 2013

SALTEADO CREMOSO DE POLLO Y SETAS CON ARROZ BASMATI


INGREDIENTES (4 personas)

1 pechuga de pollo
80 grs de nata líquida
500 grs de setas
1 cebolla mediana
1 yema de huevo
Un puñado de pasas (opcional)
300-350 grs de arroz basmati
1 litro de caldo de pollo
Cebollino
AOVE
Sal y pimienta

Duración: 30 minutos

Hay ocasiones en las que las sobras ocupan hueco en la nevera y hay que ir pensando en darles una salida digna. En mi caso me vi con una pechuga de pollo y un tarro de setas silvestres. Y la cosa empezó a gestarse sola. Este plato es muy socorrido y simple, y malgastará pocos minutos de vida. El resultado fue una gran mezcla ideal para una cena y una buena sesión de cine musical. Aseguraos bien las espuelas, que comenzamos a "pintar nuestra carreta"... 

Se limpia bien la pechuga y se corta en trozos o tacos (o tiras, no seré yo quien ponga límites) y se salpimenta bien. En una sartén con un chorro de aceite se va dorando bien el pollo hasta que se haga bien por dentro y quede dorado por fuera. Se reserva.

En la misma sartén se echa la cebolla cortada en juliana y un poco de sal para que sude. Bajamos el fuego y la vamos sofriendo muy suavemente. Unos 12-15 minutos. Echamos las setas (si son congeladas es mejor hacerlas en otra sartén porque soltarán mucha agua) y dejamos que se cocine todo unos minutos. 

Incorporamos de vuelta a la fiesta el pollo y removemos. Echamos las pasas y la nata líquida y mezclamos despacio. Dejamos unos minutos para que se vayan mezclando los sabores a fuego muy lento. Separamos la yema de la clara de un huevo y añadimos removiendo sin parar. Apagamos el fuego y dejamos que se termine de hacer con el calor.

Por otro lado hacemos el arroz (en este punto o durante el proceso) según nos ordene el fabricante. No suele ser más de 12 minutos. Yo lo cocí en caldo de pollo para que mantener la coherencia del plato.

Montamos el plato con el arroz y un poquito de cebollino picado. Vertemos el salteado y listo para revolver y degustar. Fácil, rápido y apañado. ¿Alguien da más...?

Película ideal para degustar este plato: "PAINT YOUR WAGON" (La leyenda de la ciudad sin nombre, Joshua Logan - 1969)

¿Por qué? La aparente sencillez de esta receta, lo básico de sus componentes y la triada de elementos que conforman su base, me sirven de inspiración para pensar en este magnífico y decadente western musical como referente cinematográfico: "La leyenda de la ciudad sin nombre". El film de Joshua Logan (cocinero de otros grandes platos como "Picnic" o "Bus Stop") nos habla de una sociedad puritana a más no poder, donde las reglas se hacen sobre la marcha y donde un matrimonio tricéfalo es inconcebible. En este punto topamos con las similitudes de nuestra receta, un plato a tres bandas cuya seña de identidad se hace a partir de la mezcla (o matrimonio) de sus tres protagonistas. Tenemos por un lado los elementos varones (el pollo y las setas; el borrachín Lee Marvin y el soñador Clint Eastwood) y por el otro la vertiente femenina (en forma de arroz o de Jean Seaberg). Juntos conforman, como nuestra receta, una fusión extraña y vitalista sobre las relaciones humanas en una época que no procesaba las mezclas sentimentales, los amores compartidos. En esta película hay de todo y a un nivel muy alto: hay western clásico y crepuscular, hay fiebre del oro y póker, hay suciedad y lluvia, pero también hay idealismo, hay alegría, hay ingenuidad, hay temas musicales (al más puro estilo de la cocina de "Siete novias para siete hermanos") y otros más lánguidos y desgarradores (como ese Marvin marinado en whisky que va vagando por las calles de No Name City, mientras proclama que "I was born under a wandering star". Sublime). Así pues nos encontramos ante una receta que parece sencilla (lo es) pero que encierra en su proceso un gran cúmulo de sensaciones, de sabores y matices, y que se nos antoja deliciosa gracias a que su tridente alimenticio funciona cuando se mezcla y decide compartir su vida común al margen de la ley establecida. Disfruten de una gran velada para todos los sentidos... Incluido el de ver a Eastwood en modo musical.






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