Sigue el suspense culinario en
www.facebook.com/thehitchcook
INGREDIENTES (2 personas)
400 gramos de pechuga de pollo
Lechuga romana (o la que más rabie os dé)
Queso Parmesano rallado
Croutons (pan frito)
Sal, pimienta y aceite de oliva
Para la salsa César:
2 yemas de huevo
1 chorrito de Salsa Inglesa (Worcestershire)
6 anchoas (o crema de anchoas)
5-6 alcaparras
Aceite suave (0,4) o de girasol (al gusto)
Queso Parmesano rallado
Zumo de medio limón
Sal y pimienta
Una ensalada clásica y conocida por todos. Pero el gran reto está en su salsa. Lejos pueden quedar ya los momentos de comprar el bote. Ahora ya podemos darle nuestro toque personal y vacilar entre los amigos de preparar nuestra propia Salsa César. Es sencillo, agradecido y su sabor es infinitamente mejor que cualquier producto preparado. Nos ponemos...
La salsa César. Hay muchísimas maneras y soluciones para sacar adelante esta salsa. Tras investigar a destajo, y sobre todo, tras mucho probar, he dado con la versión perfecta para mí. Supongo que aquí ya entran gustos personales, pero creedme, esta fórmula funciona. Y muy bien. Si luego ya queréis añadirle o restarle ingredientes es cosa de vuestra cocina. Cread, cread, cread... No hay otro modo.
Mi oferta se hace de la siguiente manera: echamos en un bol las yemas de los huevos. NOTA: La mejor forma de separar claras y yemas es con la mano, aunque te pringues te aseguras del resultado. Os echáis en la palma de mano el huevo entero, y dejáis que se cuele entre vuestros dedos la clara (por supuesto con un plato debajo, sería tontería malgastarla)
Trituramos las alcaparras y las anchoas hasta que queden como una pasta. Añadimos al bol junto a la salsa inglesa y el zumo de limón. Vamos removiendo bien con unas varillas (AQUI NO UTILIZO BATIDORA EN NINGUN CASO) Salpimentamos al gusto.
Vamos incorporando el aceite de girasol mientras removemos (como en una mayonesa). Damos vueltas una y otra vez hasta conseguir una textura firme pero líquida.
Rallamos queso Parmesano por encima y seguimos mezclando con fuerza. El resultado debe ser una salsa algo densa. Probad el punto de sal y corregirlo si hiciese falta.
Con la salsa ya preparada, tan sólo nos queda darle marcha a la ensalada. Lavamos una lechuga romana (que es la típica, pero se puede improvisar con canónigos, rúcula, iceberg...) y la escurrimos bien de agua.
Salpimentamos las pechugas de pollo enteras y las hacemos en una plancha con un poco de aceite de oliva. Que queden bien doradas por fuera y bien jugosas por dentro.
Cortamos unos dados de pan de chapata y los freímos en una sartén con aceite hasta que queden bien crujientes. Y listo. Sólo nos queda darle forma al plato.
En un bol individual servimos la pechuga de pollo cortada en tiras y regamos bien con nuestra Salsa César casera. En otro plato disponemos la lechuga, los croutons, y espolvoreamos queso Parmesano rallado y otro poco de la salsa. La idea es que cada comensal se vaya sirviendo las cantidades que quiera, cuando quiera y como quiera.
¡Que aproveche, hitchcookianos!
Película ideal para degustar este plato
ONCE UPON A TIME IN THE WEST
("Hasta que llegó su hora" de Sergio Leone - 1968)
A la hora de buscar espejos cinematográficos, uno debe (de vez en cuando) indagar un poco en busca de los orígenes de la receta para centrar un poco el tiro. Se ve que la historia más certera acerca de la autoría de la Ensalada César es que un chef italiano, afincado en Méjico, creó esta salsa para un concurso culinario. Que ganó, por cierto. Luego la extendió a California y ahí echó raíces, convirtiéndose en una de las más populares ensaladas de la costa oeste americana. Así pues cuando me topo con un creador italiano cuya famosa obra se gestó en tierras del "far west", la chiflada mente de uno debe apuntar su revólver hacia Sergio Leone y el spaguetti western. Y dentro de ese género (nada de subgénero) creo que sobresale con cierta diferencia el clásico Hasta que llegó su hora.
El sumo hacedor de esta corriente cinematográfica es sin duda Sergio Leone (El bueno, el feo y el malo; La muerte tenía un precio; Por un puñado de dólares; ¡Agáchate, maldito!) Amado, odiado, repelido, imitado hasta la saciedad... su visión del oeste supuso una revolución estética y técnica, y una vuelta de tuerca a las formas de maestros como Ford o Hawks. Hasta que llegó su hora es el más oscuro y cruel de sus westerns. Y también uno de los mas representativos. Aquí se muestran como nunca las miradas que preceden al duelo, las tensiones y los dedos que acarician las culatas de los revólveres. Leone frena el tiempo como nunca y lo alarga para hipnotizar al espectador con segundos que parecen horas. Cada plano corto de ojos, cada nota que sale de la harmónica de Bronson, son pequeños granos de arena que caen con suspense y expectación en el reloj creado por Leone.
Nuestra receta se basa claramente en la raíz italiana del director (como el cocinero creador) y se deja formar y evolucionar en las áridas tierras del oeste americano. Nuestro proceso en la creación de la salsa se asemeja a esa construcción del ferrocarril que sirve de telón de fondo para la película. Un trabajo que requiere esfuerzo, dedicación y buena mano de obra (y buena mano con la varilla) para alcanzar la meta deseada.
El pollo, los croutons y la lechuga, son los personajes crujientes y con personalidad que luchan entre sí por dominar el pueblo o el plato. Henry Fonda, Jason Robards y Charles Bronson hacen gala de sus mejores miradas y gestos torcidos para desencadenar un tiroteo de buenas interpretaciones. Nuestros ingredientes combaten del mismo modo, y podemos ver como la lechuga y los croutons se alían en un bando o recipiente (Fonda y Robards) mientras que el pollo (Bronson) se mantiene al margen, esperando el momento adecuado para entrar en acción. Y acabar con ellos. Por la fuerza y por sabor.
Y entre tanta testosterona nos topamos con el erotismo de la Salsa César. Una fina salsa, delicada, intensa, cuya mezcla de aromas e ingredientes la convierten en el objeto deseado. Ahí surge la belleza natural de Claudia Cardinale. Ver cómo se desliza la salsa por nuestro plato es cómo ver ese sudor ardiente del desierto goteando por su cuerpo. Una sensualidad que Leone supo exprimir a la perfección para sufrimiento de los rudos y toscos vaqueros.
Hasta que llegó su hora es una obra moderna que se atrevió a revisitar y actualizar a los clásicos. Básicamente lo que hemos hecho nosotros: coger la ensalada por excelencia y dotarle de nuestro propio spaguetti western. Todo un duelo al sol...
El sumo hacedor de esta corriente cinematográfica es sin duda Sergio Leone (El bueno, el feo y el malo; La muerte tenía un precio; Por un puñado de dólares; ¡Agáchate, maldito!) Amado, odiado, repelido, imitado hasta la saciedad... su visión del oeste supuso una revolución estética y técnica, y una vuelta de tuerca a las formas de maestros como Ford o Hawks. Hasta que llegó su hora es el más oscuro y cruel de sus westerns. Y también uno de los mas representativos. Aquí se muestran como nunca las miradas que preceden al duelo, las tensiones y los dedos que acarician las culatas de los revólveres. Leone frena el tiempo como nunca y lo alarga para hipnotizar al espectador con segundos que parecen horas. Cada plano corto de ojos, cada nota que sale de la harmónica de Bronson, son pequeños granos de arena que caen con suspense y expectación en el reloj creado por Leone.
Nuestra receta se basa claramente en la raíz italiana del director (como el cocinero creador) y se deja formar y evolucionar en las áridas tierras del oeste americano. Nuestro proceso en la creación de la salsa se asemeja a esa construcción del ferrocarril que sirve de telón de fondo para la película. Un trabajo que requiere esfuerzo, dedicación y buena mano de obra (y buena mano con la varilla) para alcanzar la meta deseada.
El pollo, los croutons y la lechuga, son los personajes crujientes y con personalidad que luchan entre sí por dominar el pueblo o el plato. Henry Fonda, Jason Robards y Charles Bronson hacen gala de sus mejores miradas y gestos torcidos para desencadenar un tiroteo de buenas interpretaciones. Nuestros ingredientes combaten del mismo modo, y podemos ver como la lechuga y los croutons se alían en un bando o recipiente (Fonda y Robards) mientras que el pollo (Bronson) se mantiene al margen, esperando el momento adecuado para entrar en acción. Y acabar con ellos. Por la fuerza y por sabor.
Y entre tanta testosterona nos topamos con el erotismo de la Salsa César. Una fina salsa, delicada, intensa, cuya mezcla de aromas e ingredientes la convierten en el objeto deseado. Ahí surge la belleza natural de Claudia Cardinale. Ver cómo se desliza la salsa por nuestro plato es cómo ver ese sudor ardiente del desierto goteando por su cuerpo. Una sensualidad que Leone supo exprimir a la perfección para sufrimiento de los rudos y toscos vaqueros.
Hasta que llegó su hora es una obra moderna que se atrevió a revisitar y actualizar a los clásicos. Básicamente lo que hemos hecho nosotros: coger la ensalada por excelencia y dotarle de nuestro propio spaguetti western. Todo un duelo al sol...
La de westerns que me tuve que tragar yo de pequeña con mi padre, le gustaban todos, buenos y malos... yo por mi parte creo que hasta me enamoré de Clint Eastwood y su poncho jejeje
ResponderEliminarBromas aparte, a mi la salsa César siempre me echa un poco para atrás prepararla porque lleva anchoas y alcaparras y no me gustan nada de nada, tendré que hacerme mi versión y llamarla salsa Brutus o algo así xD
Besos
Here, the views preceding the duel, the tension and fingers that caress the revolver butts are shown more than ever.
ResponderEliminar