martes, 16 de junio de 2015

LENTEJAS ESTOFADAS CON AMANITAS Y VERDURAS (Los santos inocentes)

Uno de los platos más populares y culturales de nuestras cocinas. Como en cada casa habrá un "truco" o "toque" distinto y las de nuestras madres siempre fueron las mejores, sólo puedo hacer mi propia versión, apoyado por unas fantásticas setas Amanitas. Lo único importante es que esta fantástica legumbre ha sido protagonista de muchas películas de nuestra vida y que lo seguirá siendo, haga calor o frío. Un buen plato de lentejas siempre es un aplauso... ¡Mandiles arriba!

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INGREDIENTES
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250 grs de lentejas pardinas
1 cebolla
1 pimiento verde
2-3 patatas (dependerá del tamaño)
2 dientes de ajo
2 zanahorias
1 tomate
1 puerro
100 grs de setas Amanitas
Perejil fresco
Laurel
Pimentón dulce
Sal, pimienta negra y Aceite de Oliva

Tiempo: 1 hora y 30 minutos
Película comparada: "Los santos inocentes" (Tras receta)



Puesta a punto

Lo primero de todo es lavar bien las lentejas. Yo cogí de la variedad que no necesita ponerse en remojo. Creo que dan muy buen resultado y se pueden preparar en el día.

Lavamos y picamos finamente todas las verduras. En este punto usé un diente de ajo para la cocción y el otro para el sofrito de después.

En una olla express añadimos un par de cucharadas de aceite de oliva y sofreímos las verduras, a excepción del tomate. Rehogamos durante 4-5 minutos. Incorporamos el tomate y removemos 2 minutos más. 


Turno de las lentejas

Pasado el tiempo incorporamos las lentejas, rehogamos otro par de minutos y cubrimos de agua. Un dedo por encima, más o menos. Añadimos la hoja de laurel, un poco de perejil picado y salpimentamos al gusto.

Tapamos la olla y cocinamos 15 minutos (serán 45-50 minutos si se hace en olla normal)


Sofrito

En una sartén echamos 2 cucharadas de aceite de oliva y sofreímos el diente de ajo troceado o laminado. Vigilamos, por supuesto, que no se queme. Incorporamos las setas Amanitas y seguimos rehogando hasta que se hagan. 

Apartamos la sartén del fuego y añadimos una puntita de pimentón. Removemos bien para evitar que se queme e incorporamos el sofrito a la olla. 


Dejamos cocinar todo el conjunto unos 5 minutos más y servimos nuestras lentejas bien calentitas acompañadas de una buena hogaza de pan. ¡Que aproveche, hitchcookianos! 

Película ideal para degustar este plato
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LOS SANTOS INOCENTES 
(Mario Camus, 1984)

Sin duda alguna, las lentejas son uno de los mejores platos de la mesa española. En cada hogar o cocina, hay un "truco" o "toque" que las hace diferentes. Pero eso no quita que sea de las recetas más populares, culturales y socorridas de toda nuestra extensa gastronomía.

Para la comparación había que estar a la altura de tamaña empresa culinaria. Había que pensar en la esencia del plato, en todo lo que significa. Había que buscar en las raíces del arte cinematográfico para extraer una obra cuyos rasgos fuesen: sencillez, austeridad, dureza y españolidad. 

Por supuesto que hay cientos de ejemplos que nos hablen de "los tiempos difíciles" y de "los estómagos vacíos", pero de entre todas sobresale una de las mejores películas del cine español: "Los santos inocentes". 

Una película cruel, agónica, de gente humilde, sacrificada, obediente y sufrida... Es una película sobre las lentejas, vaya. Intentaré explicarme... 


Adaptar al cine al gran Miguel Delibes, no era tarea fácil. Pero Mario Camus (autor que ya había adaptado con éxito "Fortunata y Jacinta" o "La colmena") logró trasladar de una manera explícita y respetusosísima la obra homónina del genial escritor. En sus imágenes se lee la novela, se respira su ambientación y se goza de su pasión por la naturaleza y su odio al despotismo. Es una película sencillamente maravillosa, que nos dice que cuando las cosas se hacen bien... se puede adaptar todo. El libro siempre es mejor que la obra audiovisual... En este caso la elección es más difícil.

Arropado por un elenco protagonista (el reparto ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes) en estado de gracia máxima, "Los santos Inocentes" nos manda de lleno a la España franquista de los años 60. Y nos introduce en la vida miserable de una familia al servicio del cruel y déspota terrateniente. Somos partícipes del día a día servil de estos desgraciados sin suerte, de su sumisión total, cuyo destino no puede ser otro que acatar órdenes, a no ser que un suceso inesperado cambie el rumbo de sus vidas... Y mientras tanto Paco Rabal (como brillante disminuido psíquico) y Alfredo Landa compiten en un duelo actoral de una altura difícilmente superable. Una joya.

Nuestras lentejas, más allá de las virtudes citadas de austeridad y sensibilidad, se acercan al espíritu de la historia por su condición de "gente pobre". La legumbre conforma una materia prima básica, elemental, anclada en la tierra... Nada pueden hacer por si mismas. Necesitan de los mandatos del terrateniente (o chef) para dar sentido a su existencia. Son puras y llanas campesinas...

Todos los elementos que predominan en la película, tienen hueco en nuestra receta. El aroma de campo, los paisajes rurales o el entorno natural, se ven reflejados en nuestra colección de verduras y setas. Los olores que se desprenden del cocinado nos llevan a ese cortijo extremeño donde esta familia de sirvientes maltratados, sobrevive. Se les intenta ahogar (con el agua de cocción) y llevar al extremo para obligarles a cumplir sus tareas, pero lo que ignoran los "señoritos" es que ese bullir (de agua y de sangre) acabará por estallar. 

Y es que la penosa existencia de esta gente (lenteja) está a punto de dar un vuelco. Como si de una olla express se tratara, su rabia se condensa y late hasta que la válvula y el vapor retenido se expanda en un final de película memorable. 

El pimentón termina de teñir de rojo sanguinoliento la cólera generada por años de tortura, humillación y muerte. La rebelión del reo contra su carcelero. De la lenteja contra su cocinado. Lo que parecía una legumbre austera y sin pasión, se convierte en una explosión de sabores, de vida, de liberación. Y nosotros, testigos de su maravillosa epopeya rural, cogeremos nuestro plato a modo de Paco Rabal y lo acariciaremos mientras le susurramos: "Lenteja bonita, lenteja bonita..." 

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