INGREDIENTES (8-10 albóndigas)
300 grs de carne de cerdo picada
1 huevo
Nuez moscada
Ajo molido
Pan rallado (o 1 rebanada de pan mojada en leche)
Sal, pimienta
1 ramita de romero fresco
Para el puré de patata
3 patatas medianas
1 vaso de leche
2 cucharaditas de curry
Sal y agua
Para la salsa de frambuesas (y sobrará)
250 grs de frambuesas
100-120 grs de azúcar
1 chorrito de vino Pedro Ximénez
3-4 cucharadas de agua
1 cucharadita de Maicena
Para el crujiente de parmesano:
Queso parmesano
Papel vegetal (de horno)
Duración: 45 minutos
Película comparada: VERTIGO (Alfred Hitchcock, 1958)
Un aperitivo diferente, original, divertido y muy lucido. Un invento que tuvo mucho éxito y que te hace parecer, y sólo parecer, todo un artista en la cocina. Me puse a probar cosas nuevas y el resultado fue increíble, toda una experiencia de sabores, texturas y matices que combinan a la perfección. Espero que os dejéis llevar por todo este vértigo de sensaciones. Silencio... se cocina.
Lo primero que podemos ir haciendo es dejar preparadas las albóndigas. Hay mil trucos para ello, y supongo que os los sabréis casi todos. En este caso nos interesa hacer una albóndiga no muy pesada y que no tenga muchos condimentos, para que el sabor sea más limpio.
En un bol echamos la carne picada. Salpimentamos bien, sin miedo. Añadimos la nuez moscada y el ajo molido y mezclamos con las manos. Incorporamos el huevo y el pan rallado y lo removemos todo con fuerza. Vamos haciendo pelotitas de un tamaño no muy grande (se trata de un aperitivo de un bocado) y las reservamos.
Añadimos ahora las frambuesas y la cucharadita de Maicena y removemos con cuidado de que no se peguen o quemen.
Momento de incorporar el vino de Pedro Ximénez y dejar que hierva y que vaya espesando hasta que consigamos una salsa densa y brillante. Apartamos del fuego y listo.
El puré de patata. Bien sencillo. Pelamos y troceamos las patatas y las ponemos a cocer en agua durante 20 minutos (a partir del primer hervor). Cuando estén cocidas, las colamos y las pasamos por el pasapurés. Lo volvemos a colocar en el cazo y le añadimos la leche, la sal y el curry y calentamos todo el conjunto para que pierda un poco el espesor y quede un puré ligero y no demasiado espeso.
Con todos los ingredientes en marcha sólo queda freír las albóndigas en aceite bien caliente (podemos pasarlas primero por un poco de harina, si se quiere) y dejamos que se frían unos minutos, que no se quemen pero que queden hechas por dentro.
Hacemos el crujiente de Parmesano. Tan fácil, como vistoso. Colocamos en un plato un poco de papel de horno y rallamos dos montoncitos de queso parmesano, que queden separados el uno del otro. Metemos en el microondas 1 minuto y sacamos. Dejamos que se enfríen y quedarán perfectos. Hacemos tantas tandas como necesitemos. Buen truco, ¿eh? Puro estilo gourmet...
Pues ya sólo nos falta ponernos artistas con el emplatado. En unos pequeños cuencos individuales echamos una "cama" de puré de patata al curry. Colocamos encima la albóndiga, la bañamos con un poco de la salsa de frambuesas y terminamos decorando con nuestro crujiente de Parmesano y una ramita fresca de romero para darle "verde" al plato.
Es un éxito garantizado. Es original, divertido, muy vistoso y sencillo. El pack completo para lucirte ante visitas. Ya me contarás, ya... ¡Que aproveche, hitchcookianos!
Película ideal para degustar este plato
VERTIGO
("Vértigo, de entre los muertos" de Alfred Hitchcock - 1958)
Cuando uno intenta ser exquisito y poner a prueba sus (todavía pocos) conocimientos culinarios, tiene miedo de pegarse un trastazo desde el campanario más alto de la cocina. Debía encontrar cierta seguridad, una red en la que descansar por si caía. Está claro que mi flotador es Hitchcock. Y desde el principio entendí que está "obsesión" de plato tenía todas las papeletas de posarse plácidamente en los brazos de la inigualable y descomunal pieza maestra que supone en la historia del cine Vértigo.
Para muchos la mejor del maestro. Para otros una obra sin precedentes. Para la mayoría una de las mejores obras jamás filmadas. Y no es de extrañar. Cuando los años 50 estaban dando sus últimos coletazos, Hitchcock ya era un referente mundial, un icono, un ejemplo a imitar. Su filmografía había explotado todas sus obsesiones y el suspense no volvería nunca a ser el mismo. En esa década deja huellas imborrables como Extraños en un tren, La ventana indiscreta, Crimen perfecto o Falso culpable. Pero todavía le quedaban balas al genio inglés. Vértigo es una obra romántica, obsesiva, dramática, que estrangula al espectador y le sumerge sin remedio en un thriller psicológico asfixiante.
Vértigo goza de todos los elementos naturales del cine de Hitchcock - suspense, obsesión, asesinatos... - pero le imprime una fuerza visual inusitada con el juego y la importancia de los colores (el verde onírico, el amarillo del cabello...) y revienta la historia (por primera vez) al contarnos el gran secreto a mitad de película. Toda la trama policial queda al descubierto y se centra en la hitchcockiana: la de la obsesión romántica y macabra de un hombre por un cadáver. Un amor imposible que surge de entre los muertos...
Nuestra receta juega, como Hitchcock, con el ardiente y peligroso anhelo que representa esa mujer. Si bien el maestro hace que Scottie (el detective retirado que da vida el magnífico James Stewart) transforme físicamente a una mundana y banal Kim Novak en su amada y desaparecida Madeleine (también Kim Novak, en el papel de su vida), nosotros hacemos lo propio con la albóndiga.
Nosotros cogemos un elemento corriente y hacemos una transformación de su apariencia total. Buscamos desesperadamente que se despoje de su naturalidad y se convierta en el oscuro objeto del deseo (o del hambre). Y para ello seguimos los parámetros que marcan Vértigo: el puré de patata representa el primer encuentro entre Scottie y Madeleine, una suave investigación sin importancia, que poco a poco se va volviendo intensa gracias al curry y al amor que surge entre ellos.
El rojo intenso de la salsa de frambuesas representa la sangre, el crimen, la muerte de Madeleine (despeñada por el campanario) y por lo tanto, el hundimiento emocional de Scottie. Surge entonces la albóndiga (Novak), en crudo, sin condimentar, totalmente desnuda de artificios. La sangre o la salsa cae sobre ella y le hace cómplice de la cruel trama policial. Scottie, viendo el gran parecido con su difunta amada, decide "clonarla" en ella. Le cambia la forma de vestir, el color del pintalabios, el color del pelo y su forma... El crujiente de Parmesano nos representa esa última coronación rubia, la transformación final en el monstruo. La mutación perfecta.
Cada cuenco es igual al anterior, porque así eran las dos Novaks a ojos de Stewart y a los nuestros. Vértigo es una obra sin igual. Llena de metáforas, de pasiones ocultas, de sufrimiento, de amor incondicional, de perversión explícita, de fascinación... Nuestro plato es un poco todo eso. Y el vértigo de hacerlo sólo nos traerá grandes sensaciones.
Magnífica película, creo que me la voy a volver a ver en cuanto pueda.
ResponderEliminarEl plato de lujo, con una presentación muy bonita y llamativa digna del mejor gastrobar :)
Besotes
Muchas gracias! La película es... pues eso, un festival de emociones, una obra que merece la pena revisarse todas las veces que haga falta. Nos seguimos...;) Besos!
EliminarQue presentación mas bonita entra por los ojos, enhorabuena, sigue así, un beso
ResponderEliminarLAS DELICIAS DE MAYTE