sábado, 10 de mayo de 2014

CONEJO ASADO CON PATATAS (Follow the white rabbit)


INGREDIENTES (4 personas)

1 conejo fresco y troceado
3 patatas
7 dientes de ajo
Perejil fresco
Aceite de oliva y vinagre
1 vaso de vino blanco
Pimentón dulce o picante
Sal, pimienta y agua

Duración: 50 minutos
Película comparada: "Alicia en el país de las maravillas" (1951)

El conejo es un alimento que me gusta especialmente y siempre que tengo ocasión trato de investigar nuevas fórmulas para cocinarlo y no quedarme en el clásico "al ajillo" (que está de muerte, todo sea dicho). Entiendo que haya gente que no sea de "mi bando", pero lo bueno es que esta receta se puede aplicar perfectamente al pollo o al pavo. Resulta muy artesanal, aromática, sabrosa y agradable al paladar. Queda crujiente por fuera y jugoso por dentro. ¿Se puede pedir más? Pues venga, ataos los mandiles que nos ponemos. Silencio... se cocina.

Comenzamos pelando las patatas. En esta ocasión he utilizado dos variantes: patata nueva y patata violeta, que siempre le da un toque visual curioso. Las chascamos con un cuchillo y las echamos en una olla con agua hirviendo. Tapamos la olla y dejamos que cuezan unos 20 minutos a fuego medio. Cuando estén tiernas, las colamos y reservamos.

Patatas chascadas. Impresionante color violeta

Mientras cuecen las patatas, vamos precalentando el horno a 190º-200º (depende del horno, claro). En un mortero echamos los dientes de ajo troceados, un poco de perejil y sal. Majamos.


Incorporamos aceite de oliva (1/2 vaso o algo así) y un chorrito de vinagre de vino. Seguimos majando bien para que se integren todos los ingredientes. 

Majado de ajo, perejil y aceite

Añadimos el vino blanco y removemos. En una fuente de horno de barro o de cristal, vamos echando las piezas del conejo bien impregnadas con el majado. Lo que nos sobre lo reservamos para ir untando el conejo mientras se hornea. 

Momento antes de meterlo en el horno

Metemos la bandeja en el horno y dejamos cocinar unos 15 minutos. Sacamos y pintamos con parte del majado todas las piezas. Volvemos a hornear otros 15 minutos. Repetimos esta misma operación dos o tres veces más. El total del horneado son 40 minutos, más o menos.

Resultado final tras el horneado

Por último salteamos las patatas en una sartén con un poco de aceite. Las salpimentamos y dejamos que se doren ligeramente unos minutos a fuego moderado. 

Para la presentación: servimos en el centro 3-4 piezas de conejo y salseamos por encima. Colocamos alrededor las patatas, espolvoreamos pimentón (dulce o picante, al gusto) y terminamos decorando con un poco de perejil fresco por encima. ¡Que aproveche, hitchookianos! 


Película ideal para degustar este plato

ALICE IN WONDERLAND
("Alicia en el país de las maravillas" de Clyde Geronimi, 
Hamilton Luske y Wilfred Jackson - 1951)

No he podido resistir la tentación de ser un poco macabro y retorcido a la hora de la comparación fílmica. Cuando surge el personaje de un conejo en la mesa, me pierdo en mi mundo y surge el Hitchcook con más humor negro que nunca. Mirando el plato entré en una fantasía donde explotaban los colores (la vajilla ha hecho mucho al respecto, debo decir) y todo parecía surgido de una alucinación. La paleta cromática, casi onírica, sumada a la presencia del citado animal me conducían a través del espejo de la realidad y me hacían caer por la madriguera. No había otra, la comparación debía ser con Alicia en el país de las maravillas.


Disney ha sido y es una fuente de inspiración, un icono cinematográfico mundial que encumbró el género animado hasta las más altas cotas de la genialidad. Niños y mayores hemos disfrutado del torrente de imaginación y de las delicias visuales con la que la gran factoría supo surtir a todo el planeta a lo largo del siglo XX. Alicia en el país de las maravillas supone una pequeña revolución en el contexto infantil en el que se han movido siempre las creaciones de Disney. Se sitúa entre La cenicienta y Peter Pan, dos de los films, si se quiere, más bondadosos de su filmografía. Alicia es una ruptura. Una salida de tono. Un experimento visual, narrativo, que transforma el genial texto de Lewis Carroll en un torbellino de surrealismo animado. 


Siempre se ha dicho que Alicia no era una película para niño. Bueno, yo fui niño y la vi. Y me encantó. Es cierto que la comprensión de las metáforas, el análisis y críticas sociales (la morsa capitalista devorando a las obreras almejas, por ejemplo) sólo llega con la madurez pero la locura que uno ve en la pantalla le llega y le sumerge en un submundo tan divertido como perturbador. Los personajes que Alicia conoce en esa fantasía son complejos, alocados, terribles, mezquinos, mentirosos... (el sombrero Loco, la oruga, la reina de Corazones, el fantástico y manipulador gato Cheshire...) así que se entiende que esta película supusiese un giro radical en la moral Disney. Lejos de las princesas románticas, las plebeyas soñadoras o los animales bonachones, Alicia se lanza a una obra mucho más adulta. De esas que recuerdas. O bien por diversión... o por inquietud infantil. 

Nuestra receta pretende jugar con los rasgos más pintorescos de esta película. Un universo concentrado en los confines de un plato, donde reinan los colores, se mezclan ingredientes, conviven pequeñas locuras... Nosotros hacemos el papel de Alicia, esa niña lectora y soñadora, que persigue un conejo blanco con más prisa que otra cosa. Ahí comienza nuestra aventura, tras los pasos del ingrediente principal...

Una vez dentro del mágico mundo (de las maravillas o de la cocina) nos vamos topando con todo tipo de personalidades: el ajo, el perejil, el pimentón... Y hasta con una patata violeta. Puro surrealismo, pura Alicia. Donde nada es lo que parece y todo está vuelto del revés. Nos entendemos, ¿no? 

Somos partícipes de este frenesí casi psicotrópico de aromas, texturas y colores: el crujiente del conejo, el majado de perejil y ajo, el dorado de las patatas al pimentón... Una receta alocada, que tal vez "empezó mañana pero termina ayer", una excusa perfecta para celebrar un "no cumpleaños" o para jugarse la cabeza en una partida de croquet con la tirana Reina. Es pura diversión culinaria. Imposible no dejarse arrastrar...

Alicia supone la chifladura por excelencia de Disney, una osadía técnica y narrativa (por estructura, sobre todo) que hará las delicias de todos aquellos que amamos el absurdo y los viajes al interior de la imaginación. Nuestro plato le rinde homenaje a un clásico de la animación y del cine en general. Sólo os queda coger un vaso de vino que ponga "bébeme", que la receta ya tendrá escrito el de "cómeme"... 


2 comentarios:

  1. Que pinta ese conejo ummmm, enhorabuena, sigue así, un beso.
    LAS DELICIAS DE MAYTE

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  2. Yo no estuve interesada en la receta porque amo los conejos VIVOS. Pero entré a ver la genialidad tuya mi querido Rodrigo, que es superlativa en este coomo en tantos otros artículos. Sensacional!

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