jueves, 1 de octubre de 2015

POLLO TANDOORI (Paso a Paso con Indy)

Esta espectacular receta trata de asemejarse al clásico de la cocina india, y ha sido posible gracias a la inestimable ayuda de Anmol Manghnani y su maravillosa tienda Sabores del Mundo, que recomiendo encarecidamente. El pollo Tandoori (que significa "horno") es un plato tradicional plagado de aromas y que lleva su tiempo preparar. Pero os aseguro que una vez que os metáis "en faena" repetiréis. Que no os asuste el número de ingredientes, en esta ocasión hay que explotar el sabor. De ahí que la película elegida haya sido una peripecia de Indiana Jones, porque hablamos de una aventura cine-culinaria con alma hindú. Esto comienza ya... ¡Mandiles arriba!

POLLO TANDOORI

INGREDIENTES (4 personas)
1 kg de pollo (yo usé contramuslos y jamoncitos), 4 yogures naturales, 1 cada de harina de trigo, 1 cda de Maizena, 1-2 cdas de zumo de limón o lima, 2 cdas de Patak's Tandoori Paste,
1 cda de Shaan Tandoori Mix Powder (potenciador), 1 cda de Garam Masala, 2 cdas de jengibre fresco picado, 2 cdas de ajo picado, 1 cdita de colorante rojo, 1 cdita de colorante amarillo, hierbabuena y cilantro picado, 2 cdas de Aceite de Oliva, Sal


Tiempo: 2 horas + 24 horas de macerado
Película comparada: "Indiana Jones y el Templo Maldito" (TRAS RECETA)

Se trata de una preparación de lo más entretenida. Es cierto que lleva infinidad de ingredientes pero que eso JAMÁS os tiré para atrás. Si no dais con alguno, NO PASA NADA, tirad con vuestros recursos y lo que tenga a bien disponer vuestra despensa.

Lo importante es "asemejar" el sabor y textura al "tandoori", y la mayoría de ingredientes se pueden adquirir sin problemas en la tienda Sabores del Mundo en Madrid o en cualquier gran superficie.

Macerado

En un bol amplio introducimos los yogures, el jengibre y el ajo picado (o en puré con ayuda de un machaca-ajos), el aceite, los colorantes (no pasa nada si no tenéis, sólo variará el color pero el sabor permanecerá intacto) y todas las especias.



Añadimos la Pasta Tandoori, las hojas de cilantro y hierbabuena picadas, el zumo del limón y sal. Mezclamos todo bien hasta conseguir una pasta homogénea.

Incorporamos la harina y la Maizena, que podemos "tamizar" con ayuda de un colador pequeño para que así nos salga bien fina. Volvemos a mezclar todo el conjunto bien.


Limpiamos, lavamos y secamos los trozos de pollo. Les practicamos unos cortes con un cuchillo afilado en la piel para que el macerado se integre bien con el pollo.



Los incorporamos al bol. NOTA: Si no queremos mancharnos podemos colocarnos unos guantes de látex (de usar y tirar) para mezclar el pollo con el macerado.


Tapamos el bol con papel film y dejamos reposar en la nevera 24 horas. De esa forma garantizamos que el pollo salga mucho más jugoso.

Al día siguiente...

Ponemos a calentar el horno a 150-160º

Untamos con un poco de aceite una bandeja de horno y colocamos encima el pollo bien impregnado de la salsa del macerado. Cocinamos el pollo durante 2 horas. Así tendremos una carne mucho más tierna.


NOTA: El "tandoori" debe quedar seco y bien dorado. Podemos calentar en una sartén la salsa del macerado y servirla aparte.

Por otro lado cocemos un poco de arroz basmati en agua.

Picamos un poco más de cilantro fresco y nos preparamos para el emplatado.

En un plato disponemos un contramuslo y un jamoncito de pollo por comensal. Acompañamos con el arroz basmati servido sobre un molde y espolvoreamos un poco de cilantro fresco picado.

Todo un viaje culinario que despertará vuestros sentidos, creedme. ¡Que aproveche, hitcookian@s! 


Película ideal para degustar este plato
"INDIANA JONES AND THE TEMPLE OF DOOM"
("Indiana Jones y el templo maldito" de Steven Spielberg - 1984)

Está claro que esta receta supone toda una aventura en la cocina. Desde el macerado, la mezcla de especias hasta la consumación en el horno. Es una odisea de lo más entretenida plagada de "baches" y retos. 

Allá por los 80, Steven Spielberg (que ya se había ganado el beneplácito de crítica y público con sus joyas setenteras como "Tiburón", "Encuentros en la tercera fase" o "El diablo sobre ruedas") se había planteado revitalizar el género de aventuras en toda regla. De esa forma emerge en el colectivo celuloide Indiana Jones. Un imposible e inquieto arqueólogo que surca el globo terráqueo salvaguardando tesoros, combatiendo enemigos (en su mayoría nazis) y rehaciendo injusticias a  latigazo limpio. "En busca del arca perdida" fue el pistoletazo de salida a este héroe de acción, conocido por todos y cuya presencia es diversión en estado puro.

Mirando el trepidante ritmo de la receta y sus origenes indios, no podía posar mi alocada mirada en otro lado más que "en el templo maldito". La segunda entrega de Spielberg que hizo en 1984 tras alcanzar la cima total del éxito con "E.T". Para muchos esta "andanza" es la "menor" de la trilogía (no contemplo la infumable cuarta) pero eso no significa que esté carente de emoción, de antológicas secuencias, del clásico humor socarrón de Indy y de una narración vertiginosa. Quizás los elementos infantiles (por primera y única vez usa de co-protagonista a un niño, Tapón) le resten algo de valor. Aún así "En el templo maldito" se erige como una fantástica carrera en las entrañas de India, sembrada de piruetas imposibles, de pasión cinematográfica, de cariño por el género, de entretenimiento endiablado...

Nuestra receta se mueve en el ámbito de la aventura. Su procedimiento se me antoja un divertimento cine-culinario frenético y muy parecido a esta andanza de un aguerrido Indiana (Harrison Ford), la histriónica y pusilánime cantante de club (Kate Capshaw) y su fiel secuaz Tapón (Johnatan Ke Quan, aquel ingenioso niño de la tropa de Los Goonies).

Por un lado nos encontramos en un club de Shanghai, donde empezarán a entremezclarse la vida del trío protagonista. Indy se ve inmerso en un turbio negocio y acaba (como tiene que ser) enfrentado a la mafia china en una pelea maravillosa. Un antídoto, un veneno, una piedra preciosa y una alocada cantante ansiosa de joyas se suman a esta ecuación. En nuestro bol (o club) los ingredientes van juntándose y mezclándose en una batalla orquestada por nuestro sentido del gusto. Y poco a poco vamos siendo testigos de cómo sus caminos acaban por entrelazarse para un destino común. La cantante e Indy saltan por la ventana (parapetados tras un gigantesco Gong) y, tras atravesar varios toldos en la caída, terminan en el coche pilotado por Tapón. Los ingredientes se han unido...

A partir de aquí la odisea de nuestro macerado protagonista deambula por apasionantes paisajes (llegando hasta una aldea india gris y vacía de niños) y vertiginosos obstáculos que salvar: saltos en avión con una lancha hinchable, caídas por precipicios, túneles infestados de insectos, trampas letales... Es decir, se le van sumando especias, pasta Tandoori, harina, ajo, jengibre, etc. Elementos que hacen evolucionar la historia, que la llenan de emoción, de sabor, de vibrante energía.

Y así es cómo el pollo (tal vez ejemplificado en el tridente aventurero) se ve sumergido de lleno en la petición del anciano jefe del pueblo: recuperar las piedras sagradas robadas y traer de vuelta a sus hijos, esclavizados en un maldito templo. Indy y compañía se empapan en el macerado indio y entran, de inicio, en el palacio (o frigorífico) gobernado por un sádico infante en calidad de invitados. Y se dejan convidar por una cena (mundialmente famosa) de sesos de mono y serpientes rellenas. Por suerte, nada tiene que ver con nuestra receta...

Pero una vez que la sospecha se cierne sobre Indy, descubre las terribles catacumbas de niños-mineros, de rituales maléficos (con "ataques al corazón" incluidos) y de fosos de lava. Lo que en nuestra mente se asemeja a ese incandescente horno. El pollo se mete de lleno en las entrañas del templo y es ahí donde se desata la aventura. Durante el horneado nuestro plato va sufriendo diversos procesos (se dora, se seca, se consume el macerado, se cocina...) como los sufre el arqueólogo, que cae preso de una maldición para luego ser traído de vuelta por su joven acompañante. El fuego o el calor son los elementos clave... Más semejanza imposible.

Y llega la contienda final. La liberación de los niños y la apasionante y brillante huida por los túneles a lomos de una vagoneta. Nuestro pollo acelera su cocción para evitar la tromba de agua que pretende ahogarlo. Y en su carrera acaba en medio de ese puente colgante (o plato). A un lado enemigos (tu cuchillo), al otro lado más enemigos (tu tenedor). A Indy (o a ti) no le queda otra que partirlo por la mitad...

Finalemente la vida de la aldea vuelve a brillar, la naturaleza emerge y lo que antes era oscuridad ahora es vida. El pollo en su resultado final es el ejemplo de ello: un dorado maravilloso, el verde color del cilantro fresco, el aroma del arroz basmati... Se acabó el templo maldito. Sólo os queda besar a la chica o al héroe y que una cría de elefante os bañe de agua para beneplácito de los comensales... 

2 comentarios:

  1. que buena pinta!!! Me encanta cuando el tandoori no lleva coco, en cuanto a colorantes quizás yo en vez de ello usaría pimentón dulce o picante y cúrcuma ^^ pero fijo que pruebo tu pollo a fuego lento ^^

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