miércoles, 15 de febrero de 2017

FISH & CHIPS (El hombre que sabía demasiado)

Fish and chips

La pasión de los británicos por su popular "Fish & Chips" es altamente conocida. Es una comida callejera, asequible y económica. El pescado rebozado y las patatas fritas son casi un emblema gastronómico y jamás hay que perder la oportunidad de catarlos. Una suerte de "finger-food" que hará las delicias de mayores y pequeños - buena opción para incluirles pescado -. 

Normalmente se prepara con pescado, aunque - tal y como he hecho yo - también se puede usar unos buenos filetes de merluza. Como acompañamiento puede tirarse de puré de guisantes, pepinillos en vinagre o de una buena salsa para "dippear". Y por supuesto debemos garantizarnos unas excelentes patatas fritas, melosas por dentro y crujientes por fuera. Abajo te doy las claves del éxito... 

Para tan especial momento nos acompaña en la comparación gastro-cinéfila mi querido Sir Alfred Hitchcock, que nos cede gustosamente su versión americana de "El hombre que sabía demasiado" para llevar este bocado británico a otra dimensión y divertirte (¿acaso debe haber otro propósito?) con esta mezcla maravillosa de cine y cocina. Prepárate que esto se va a llenar de buen suspense culinario. Así que... ¡mandiles arriba! 

Fish and chips

Ingredientes (4 personas)
  • 800 grs de filetes o lomos sin espinas de bacalao o merluza (yo usé merluza)
  • 120 grs de Harina de trigo
  • 100 grs de Maicena 
  • 250 ml de Cerveza 
  • 1 cdita de Curry
  • Perejil fresco picado
  • Sal y pimienta negra molida
  • Aceite de girasol o aceite suave
Para las patatas fritas (chips)
  • 3-4 patatas para freír (variedad Monalisa o Kennebec) 
  • Aceite de oliva 
  • Sal
Para la salsa
  • 4 cdas de Mayonesa 
  • 2 cdas de yogur
  • 1 cda de Mostaza de Dijon
  • Cebollino fresco picado
  • 1 cdita de comino molido
  • Unas gotas de lima o limón
Tiempo: 60 minutos.
Película comparada: "El hombre que sabía demasiado" (Alfred Hitchcock, 1956)

Disfruta de la comparación cinematográfica tras la receta...

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El rebozado

En un bol vamos a disponer la masa del rebozado. Para ello echamos la harina de trigo y la maicena (harina de maíz) y lo mezclamos todo bien.




Vamos añadiendo la cerveza poco a poco mientras vamos removiendo la mezcla con unas varillas. Nos tendrá que quedar una masa sin grumos.

Incorporamos el perejil, luego el curry y damos un "último meneo" al combinado. 

Limpiamos bien el pescado por si tuviera alguna espina "rebelde" y los cortamos a lo largo, de tal modo que nos queden unas tiras como de un dedo de grosor. Salpimentamos por ambas caras y los sumergimos en la mezcla del rebozado.

En una sartén con aceite bien caliente, vamos friendo las tiras hasta que queden bien doradas por todas partes. Sacamos a papel absorbente hasta terminar con todo el material marino... 

Las chips

Vamos a emplear la técnica de la "doble fritura" para asegurarnos unas buenas patatas fritas suaves por dentro y crujientes por fuera. 

Primera fritura

Pelamos las patatas y las cortamos en bastoncillos (corte común llamado "batonnet"). Las dejamos en remojo durante 10-15 minutos, de ese modo perderán algo de almidón (así no se nos pegarán).

Las secamos a conciencia y calentamos abundante aceite en una sartén. La técnica nos habla que en la primera fritura el aceite debe estar más o menos a 140º. Si tienes termómetro, bien. Pero si no un truco infalible de El Confidencial es echar una miga de pan, si se queda en el fondo es que el aceite está más o menos caliente y podemos echar las patatas. Mejor en tandas, hasta que las veamos ligeramente doradas pero no fritas del todo.

Reposo

Con la primera fritura nos garantizamos que se hagan bien por dentro. Las sacamos y las dejamos enfriar durante 30 minutos. NOTA: En este punto podrías congelarlas (una vez frías) y así tener siempre patatas fritas caseras a punto para un último golpe de fritura. Merece la pena...

Segunda fritura 

Pasamos a la segunda fritura el aceite deberá estar a unos 180º. El truco sin termómetro es echar una miga de pan y si flota, tenemos la temperatura adecuada. Como antes, echamos las patatas por tandas hasta que queden bien doradas, tersas y crujientes. Sacamos a papel de absorber.

Emplatado

Mezclamos todos los ingredientes de la salsa y removemos bien. Ni qué decir que vayáis probando según vayáis echando para dar con "vuestro toque".

Presentamos el pescado sobre papel de periódico para hacerlo más "comida callejera". Servimos las patatas del mismo modo en algún recipiente alto para que sobresalgan y acompañamos con la salsa ligeramente espolvoreada con un poco más de cebollino picado. ¡Que aproveche, hitchcookian@s! 

Película ideal para degustar este plato
THE MAN WHO KNEW TOO MUCH
("El hombre que sabía demasiado" - Alfred Hitchcock, 1956)


Siempre es un placer volver a mis orígenes gastro-cinéfilos con el maestro que dio sentido a esta chifladura de blog. Para la ocasión lo tenía claro desde el inicio. Al tratarse de una receta británica, callejera, con un enorme poderío visual y siendo un "remake" por mi parte de un clásico, había que dejarse atrapar por ese thriller milimétrico y maravilloso llamado "El hombre que sabía demasiado" 

Una de esas "películas familiares" del genio inglés, donde la calma se transforma en tempestad en cuestión de segundos. Y en donde los mundanos personajes son arrastrados por una marea de hechos extraordinarios, y tendrán que sacar a relucir sus mejores dotes detectivescas y heroicas para escapar. Puro Hitchcock, nada le gustaba más que masacrar a la gente corriente... 

Unos pocos antecedentes... 

A mediados de los años 50, Hitch ya estaba más que consagrado en el panorama mundial. Su virtuosismo técnico y su impronta de suspense eran ya un sello inconfundible. Esa década fue la más prolífica para él y donde podía permitirse lujos al convertirse en su propio productor. Cuando llegó el año 1956 ya había entregado piezas fundamentales de su filmografía "cincuentera" como "La ventana indiscreta", "Yo confieso", "Extraños en un tren" o "Crimen perfecto"

Pero es en ese año cuando decide "auto-revisitarse" a sí mismo (ya lo hizo anteriormente con sus películas de "Sabotaje" de 1936 y 1942), y posa su mirada en su película británica de 1934, "El hombre que sabía demasiado" (protagonizada por Peter Lorre). Ya en Hollywood posee poder total sobre la obra, un abultado presupuesto y un elenco popular y de prestigio (un extraordinario James Stewart y una más que notable Doris Day) para catapultarla al éxito. Y así fue. Con Oscar a la "Mejor Canción" incluido (por la célebre y maxi tarareada Whatever will be, will be - Qué será, será...

El argumento 

Así pues nos encontramos con un Hitchcock cómodo, asentado y dispuesto a divertir al espectador y hacerle sufrir en sus carnes las vicisitudes de un matrimonio común (un médico, su mujer cantante y su hijo pequeño) que se ve inmerso en una trama de espionaje internacional durante unas vacaciones  - aparentemente relajadas - en Marruecos. 

Y es que cuando eres el único poseedor de una información que te susurra un hombre moribundo,  nada bueno puede suceder. A partir de ahí, el secuestro del niño y un plan de atentado irán agitando la trama de esta pareja hasta culminar en un colofón narrativo y dramático como pocas veces se ha rodado. Hablo, naturalmente, de la majestuosa secuencia del Albert Hall. Cine total, ese que funciona con la precisión de un reloj y te mantiene petrificado en el asiento.

Nuestra cine-receta 

Por un lado nos topamos con las similitudes claras con este "English-finger-food": la nacionalidad británica de Alfred Hitchcock, que se trata de un "remake" de una obra inglesa y que la mayor parte de la película transcurre en Londres. Pero vayamos un poco más lejos...

La historia arranca con un placentero viaje por Marrakech, donde un matrimonio disfruta de largos paseos por los zocos y el folclore y la gastronomía marroquí. Esos primeros apuntes que se nos materializan con exóticos aromas como el comino o el curry, perfumando el ambiente y la cocina de una paz que se resquebrajará tarde o temprano.

Empezamos a gestionar el primer nudo de la trama mientras mezclamos en el bol las piezas clave que recubrirán la historia: la harina, la cerveza y la sal equivalen a esa "masa madre" en el que se sumergirán sin querer nuestros protagonistas (el asesinato del espía y su posterior confesión letal al afable doctor) A partir de ahí lo extraordinario se hace con el poder absoluto.

El matrimonio - a nuestros ojos alocados, el pescado - se verán forzados a adentrarse en una espiral de violencia, secuestros, planes criminales y espionaje, y tendrán que mostrar una coraza especial para hacer frente a todos estos hechos. Primero se recubren de la masa para luego pasar por la cólera del aceite caliente. Ya no son dos personas mundanas, ahora deben hacer frente a un dilema crucial: salvar a su hijo o evitar un atentado. 

Una vez que se forma "una costra" en su espíritu es cuando pueden contraatacar, el secuestro del pequeño les empuja a sacar una destreza que creían ausente en sus vidas. La fuerza que les otorga el rebozado, el curry o el perejil les permite "freírse" en acontecimientos de calado criminal. Y la "rubia" de turno - aquí de aparente fragilidad y sumisión - se nos antoja como esas relucientes y crujientes patatas fritas, donde el amarillo predomina, y se erige como un protagonista con un interior amable y maternal pero con una inteligencia y sagacidad propia de un dorado a fuego vivo. A fin de cuentas es ella en realidad la que maneja y descubre los misterios de la trama... 

Al final todo queda postrado en el Albert Hall, donde se cometerá el asesinato del ministro a la espera de una nota concreta. El plato de pizarra se nos asemeja a ese escenario mortal. El cronómetro de Hitchcock gira para sumirnos en un fuego cruzado donde la víctima, la orquesta, el matrimonio y el francotirador se arremolinan en un mismo espacio como el pescado, las patatas y la salsa en un mismo plato de presentación. Ella evita el crimen con su grito (es cantante, buen juego con la personalidad del personaje) y conecta secretamente con su hijo gracias a cantar la célebre canción para culminar en un final feliz, para celebración del espectador y del comensal. 

"El hombre que sabía demasiado" es, ante todo, un divertimento ejemplar por parte de uno de los mejores animadores visuales que ha dado el séptimo arte. Nos convierte en detectives y cómplices de una trama muy bien orquestada y que nos lleva por pistas falsas, personajes siniestros y un mar de dudas hasta dar con la verdad total. Es una película clásica de Hitchcock, posee gran parte de sus pasiones y obsesiones: seres normales en hechos que les sobrepasan, conspiraciones, humor negro, misterio y muerte. Nuestra receta ha tratado de mantener ese "espíritu británico" que impregna esta obra basada en su homóloga de los años 30.

Qué será, será... pues, por de pronto, es una gran receta apoyada en un thriller de enorme altura. Ahora ya sabéis demasiado. No os queda otra que prepararla...  

2 comentarios:

  1. Gracias por la técnica de la "doble fritura". Ya tenía yo ganas de saber cómo se hacía.

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  2. Un placer Cayetano! Espero que sean de tu agrado... ya me contarás. Un saludo y gracias por pasarte por aquí ;)

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