domingo, 29 de noviembre de 2015

CHULETAS DE LECHAL CON SALSA DE NARANJA Y PURÉ DE BONIATO (La naranja mecánica)

Una receta con tanta importancia "naranja" (tanto como ingredientes como resultado visual) estaba condenada a convertirse en mi "drugo" culinario y ser asemejada a la inclasificable, brutal y demoledora "La naranja mecánica". 

Hoy le pido al maestro Kubrick que me eche un cable para preparar este delicioso plato de chuletas aromatizadas con naranjas y acompañadas de un maravilloso puré de boniatos. Vamos a darle una vuelta a este producto y a sacarle partido en sartén, sin complicarnos la vida. Dulzor, amargor, crujiente... aquí se dan cita todo tipo de fragancias y texturas, como en la película. Una receta psicodélica y contundente musicalizada por Beethoven. El mecanismo de la naranja se pone en marcha y nosotros... ¡Mandiles arriba!

CHULETAS DE LECHAL CON SALSA DE NARANJA Y PURÉ DE BONIATO


Ingredientes (2 personas)
  • 12 chuletas de lechal
  • 100 ml de zumo de naranja 
  • 1 chorrito de Brandy
  • 10 nueces de California
  • 2-3 cdas de azúcar moreno
  • Comino en polvo
  • Sal, pimienta negra y aceite de oliva
Para el puré de boniato o batata
  • 2 boniatos
  • 1 chalota (o 1 diente de ajo y una cebolla pequeña en mi caso)
  • Caldo de pollo o de verduras (para la cocción)
  • Cilantro y salvia
  • Sal, pimienta y aceite de oliva
Tiempo
  • 30 minutos 
Película comparada
  • "La naranja mecánica" (Stanley Kubrick - 1971) --- Tras receta 

El puré de boniato

Pelamos los boniatos y lo troceamos en cuadraditos. Lo ponemos a cocer en caldo de pollo o de verduras hasta que esté muy tierno. Colamos.




Picamos la cebolla y el ajo y los ponemos a rehogar en la misma cazuela con un poco de aceite. 

Agregamos el boniato cocido y lo salteamos. Vamos aplastando el boniato con ayuda de la cuchara de madera o de un "potato smasher" (machaca-patatas) hasta obtener un puré. Añadimos las hierbas picadas y ponemos a punto de sal. Listo.

NOTA: Si quieres aprender más técnicas y trucos para purés te dejo un muy buen post de Lazy Blog sobre el tema.

La salsa y las chuletas

En un bol mezclamos el zumo de naranja - mejor si es recién exprimido -, el Brandy - o el Coñac -, el azúcar moreno y el comino en polvo. Removemos bien.

Salpimentamos las chuletas de cordero por ambas caras y las ponemos a freír en una sartén con aceite. Dejamos que se doren bien.


Incorporamos la mezcla del bol (yo añadí a última hora un poco más de azúcar moreno) y dejamos que reduzca y se caramelice. Vamos removiendo suavemente la sartén o el rondón para que las chuletas se impregnen bien.

Añadimos las nueces y damos un último hervor mezclando todo. Emplatamos las chuletas y moldeamos el puré con ayuda de dos cucharas grandes (como para las croquetas) Regamos con la salsa y disponemos las nueces por encima. El olor ya es una delicia, ¿verdad? Pues no perdáis tiempo y a mancharse. ¡Que aproveche, hitchcookian@s!

Película ideal para degustar este plato
A CLOCKWORK ORANGE
("La naranja mecánica" de Stanley Kubrick - 1971)



Naranja. Color e ingrediente predominante de la receta gracias a la salsa y al puré. Esa salsa que baña o tiñe las chuletas se convierte a nuestros ojos - siempre alocados - en el hilo conductor de la receta. Todo se amalgama gracias a ella. Cobra sentido. Potencia el sabor. Nos conduce inexorablemente hacia ese Londres futurista que ideó primero Anthony Burguess en tinta, y luego Kubrick en pantalla. Nos lleva al universo violento, multicolorido, psicotrópico e implacable que supone "La naranja mecánica". Una obra tan arrolladora como compleja. E indudablemente maestra.

En el año 71 el maestro Kubrick ya había consagrado su visión del cine. Había canalizado géneros de lo más variopintos y les había dotado de su particular concepción. Trabajó con la guerra ("Senderos de gloria"), con la ciencia-ficción ("2001, una odisea en el espacio"), con la comedia bélica ("Teléfono rojo, volamos hacia Moscú"), el film-noir ("Atraco perfecto") y la epopeya ("Espartaco"), y en la década entrante tenía la mirada puesta en adaptar un libro estremecedor, complicado, inusual, polémico, devastador... Y lo hizo de una manera descarnada. Pocas veces se han conjugado de manera tan brillante elementos como la música clásica, la dirección artística, la interpretación y la historia. Kubrick plasmó un mundo lleno de detalles y los hizo bailar ante nuestros ojos de forma maravillosa. Todo encajaba. Ningún plano era al azar. Todo nos generaba una sensación de desahogo.

"La naranja mecánica" supuso un latigazo visual y narrativo en la sociedad, que vieron una apología en carne viva de la violencia desatada. El personaje central, Álex (el papel de su vida para Malcolm McDowell) simboliza un mundo decadente, vacío de moral, donde predomina la anarquía individual y la maldad humana. Alex y sus "drugos" se dedican a saborear la crueldad que supone atemorizar y castigar a todo el que se ponga por delante. Baste como muestra la paliza al vagabundo o el asalto y la violación a la mujer en la casa (Home) mientras tararea insolente y amenazante Singing in the rain.  Conductas atroces, crudas, sin responder a un criterio claro y que, por consiguiente, aterraron aún más a los espectadores de la época. Todo era demasiado real...

Nuestra receta nos muestra cuatro chuletas de lechal expuestas sobre el plato. La mente chiflada nos lleva a convertirlas en ese grupo ultra-violento liderado por el irónico y letal Álex. Un elenco de monstruos, ataviados con bastones - o huesos - y que se nos muestran crudos, crueles, sangrientos, salvajes, la imagen de la virulencia. Una actitud en el plato que lleva a someter al protagonista a una ejemplar re-educación para destruir de su mente todo atisbo antisocial. 

Su presencia no es otra que la de un ser no-cocinado, que necesita un lento proceso de adaptación a la sociedad - o a nuestro paladar - para ser apto y comestible. Tal proceso corre a cargo de esa salsa de naranja, brandy, azúcar, que poco a poco va transformando los toscos trozos de cordero en seres idóneos para convivir en nuestra comunidad, o en nuestra mesa. Cuando por fin logramos ese toque anaranjado y caramelizado en la piel, sabemos que nuestra misión ha tenido éxito. 

Nuestros ojos - abiertos de par en par, como los de Álex durante su tratamiento - presencian esa fantasía psicodélica de colores que van tiñendo la sartén y el puré. El diablo se va ablandando, cocinando, sometiendo a la voluntad de la sociedad. Su carne se desgarra con facilidad por fin del palo y sus ansias de locura criminal se disipan al tiempo que la salsa social baña su comportamiento y le vuelve dócil y maleable. 

"La naranja mecánica" es una pieza inclasificable, brutal, demoledora, y que consigue generarnos sensaciones contradictorias. Kubrick es un artesano-cocinero de la imagen y supo como nunca extraer del espectador sus temores más ocultos. Se amalgaman emociones como el miedo, la compasión, la rabia, el asco, la frustración, la esperanza, la venganza... Ante nosotros tenemos un grupo de chuletas con sabores variopintos. Cada bocado es una mezcla de aromas y texturas: la acidez de la naranja, el dulzor del azúcar, el crocante de la nuez, la melosidad del puré... Cuando lo combinamos todo obtenemos una "naranja mecánica" en el paladar. 

Sólo nos faltaría servirnos un cóctel Moloko y poner a todo volumen la 9ª Sinfonía de Beethoven para formar parte de ese universo que sólo un genio como Kubrick pudo recrear. Que ustedes lo disfruten y lo "videen" bien... 

3 comentarios:

  1. No lo entiendo. De seguro más de uno ha leído esta entrada antes que yo pero ¿por qué demonios no hay constancia de ello? En fin. Del resultado no voy a hablar, creo que sobra decir que se me está haciendo la boca agua y eso que la carne de lechal no es de mis favoritas. Pero la unión tan peculiar entre un 'simple' plato y una película que muchos clasifican 'de culto', ha sido realmente cojonuda, si me permites la expresión. He leído con bastante menos interés el paso a paso que lo que viene a continuación, simplemente enhorabuena. Ahora, también con tu permiso, mi comentario también será algo largo, permítame usted ese placer, soy de letras.
    Como persona de letras, te indico dos erratas: la primera, cuando empiezas a hablar de la película, está justo al inicio del párrafo "En el año 71 el maestro Kubick"; la segunda está en el último párrafo "9ª Sinonía".
    Y ahora empiezo. Me acuerdo la primera vez que vi la película, me pareció increíble por todo, pero lo que para mí ha sido lo mejor: la música. Darle ese punto de locura, destrucción, sufrimiento, a través de canciones que transmiten justo lo contrario, ha sido de puñetero genio. Según te estaba leyendo y rememorando la película, me vino a la cabeza otra, Funny Games, y ésta a su vez me recordó un videojuego 'Spec ops: the line'.
    Hay veces que hago asociaciones extrañas que sólo yo veo, pero me explicaré: sé que la finalidad de éstos respecto a la obra de Kubrick es distinta, pero pensemos en esta última ¿no es realmente el espectador quien permite que toda esa violencia se lleve a cabo? En su momento pensé del juego que sí, es verdad, si yo no avanzo en el juego y no mato a los 'enemigos' entonces soy capaz de parar esa 'matanza' pero ¿quién demonios paga un dinero por un juego para luego no jugarlo? Dulce locura. En Funny Games es todo muchísimo más evidente, porque todo tiene que salir como los 'malos' quieren, y el momento 'metalepsis', cuando ves que realmente te están mirando a ti a los ojos... Recuerdo que me puso los pelos de punta.
    Lo peor/mejor de este tipo de películas/juegos es que realmente te sienta mal esa violencia, porque 'tú no lo harías', pero no dejas de verlo, hay algo que te dice que sigas mirando, que está bien. Puede ser la música (en la Naranja Mecánica), la curiosidad (en Funny Games, yo realmente creía que lo iban a lograr), la misión que te indican (Spec ops). Y ahí seguimos, mirando, y por qué no, disfrutando en cierto sentido.
    Y tras este contundente comentario, me retiro para seguir trabajando con más adaptaciones. Creo que realmente es un terreno bastante peligroso. Kubrick con 2001: a space odyssey consiguió que más bien se complementasen libro y película, pero luego te encuentras con chapuzas que no hay por donde pillarlas. Dos del estilo me han tocado a mí: Mery Shelley's Frankenstein de Branagh (que encima se atrevió a ponerle a su película dicho título, en fin), y ahora la serie Fabio Montale de José Pinheiro, o cómo asesinar del todo una de las mejores trilogías de néo-polar francés con las que me he encontrado.
    Espero que tengas una muy buena tarde, y perdón si el comentario te resulta demasiado largo. Echémosle la culpa a los que pasan sin dejar constancia: "J’aime mieux le temps s’il se montre, que s’il passe en nous, sans bruit, comme un voleur dans la nuit" Jean Tardieu. Un abrazo y hasta la próxima :).

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    1. Genial disección Gata! Primero: gracias por los apuntes de las erratas, solventadas han quedado. Segundo: es cierto que muchas veces juegan con el espectador, para que se sienta implícito en la historia. Con "Funny games" Haneke hizo un experimento a pecho descubierto (saltándose códigos de narración y todo) para crear ese "deseo" de venganza asesina en la gente (matan a los malos y te alegras, luego rebobina y llega la decepción) Yo también lo vi mucho en Hitchcock (la cabra tira al monte...) Creo que fue uno de los pioneros en ese "juego a dos bandas". Pocas veces se había conseguido que la gente sufriera por asesinos o criminales. Hay puntos en los que deseas que el coche que trata de hundir Norman Bates realmente se hunda... aun sabiendo que es la prueba crucial para su encarcelamiento. Por poner un ejemplo. Creo que Kubrick era un artista mucho mas allá de la cámara. Era guionista, iluminador, decorador, amante de la música... todos esos elementos jugaban mucho con la mente del espectador y generaban muchísima violencia. Tal vez mas que la explicita. Escuchar "Singin in the rain" de una manera tan naif era mucho más cruel que las propias patadas en sí... Un placer tenerte por estos lares cine-culinarios. Espero que sigamos radiografiando el arte de todas las formas posibles. Un beso y hasta la próxima.

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