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martes, 12 de febrero de 2019

BERENJENAS RELLENAS DE CARNE (Alguien voló sobre el nido del cuco)

Hora de retomar las cine-recetas y de volver a esas extrañas y peculiares mezclas gastrocinéfilas que tantos buenos ratos me han dado. Y lo hacemos con una receta clásica, fundamental, necesaria, sencilla en apariencia pero que esconde pequeños matices técnicos. Hablamos, cómo no, de unas berenjenas rellenas de carne. 

Ni qué decir tiene que aquí os muestro una de las opciones más básicas, pero que en vuestro saber hacer dejo la imaginación del relleno: de verduras, de atún, de quinoa salteada, de pollo, con bechamel, con varios tipos de queso... Realmente están de morirse de cualquier manera, lo único que tenemos que tener en cuenta es mimar bien el producto. Como siempre, vaya. 

Para la ocasión le he pedido al fallecido Milos Forman, que me preste su obra maestra "Alguien voló sobre el nido del cuco" para la comparación chiflada. Tras la receta encontraréis ese maridaje de cine y cocina para vuestro deleite. Sin más, nos despojamos de las camisas de fuerza, nos unimos a la cuadrilla de Jack Nicholson y gritamos como locos... ¡mandiles arriba!


Ingredientes (4 personas) 

  • 2 berenjenas grandes 
  • 300 g de carne de ternera picada 
  • 1 cebolla
  • 1 puerro (parte blanca, el resto para caldo)
  • 1 rama de apio
  • 1 zanahoria
  • 6 tomatitos cherry
  • Queso para fundir 
  • Cilantro o perejil fresco picado
  • Sal, pimienta negra y Aceite de Oliva Virgen Extra 
Tiempo: 40 minutos 

Película comparada: "Alguien voló sobre el nido del cuco" (Milos Forman, 1975)

Asando las berenjenas

Lo primero de todo será cortar longitudinalmente las berenjenas. Espolvoreamos sal sobre la "carne" y dejamos que suden durante 20 minutos para quitarles el amargor. Pasado ese tiempo las secamos bien con papel de cocina.

Precalentamos el horno a 180º.

Practicamos unos cortes en las berenjenas y rociamos con un poco de aceite de oliva virgen extra. Metemos a nuestras protagonistas en el horno y dejamos cocinar unos 20 minutos.


El relleno

Mientras tanto vamos adelantando trabajo. En una sartén con aceite sofreímos la cebolla picada, la zanahoria, el puerro y el apio. Unos 10-12 minutos serán suficientes.

Añadimos la carne picada y la cocinamos bien, a  fuego vivo. Salpimentamos en este momento, más tarde no servirá de nada. Por último incorporamos los tomates cherry y damos un último arreón a todo el conjunto para que se integren los sabores. 


Cuando tengamos las berenjenas asadas, vaciamos la carne con ayuda de una cuchara, y la incorporamos al relleno anterior. Mezclamos todo una vez más.


Ponemos el horno en modo "gratinador" y rellenamos las berenjenas con toda la mezcla. Coronamos con queso para fundir o queso rallado al gusto y las dejamos en el horno unos minutos. Sabréis que ya están cuando el aspecto del queso sea dorado y estéis salivando a más no poder.

Presentamos nuestros plato con un poco de perejil o cilantro fresco picado por encima. ¡Que aproveche, hitchcookian@s! 

Película ideal para degustar este plato

ONE FLEW OVER THE CUCKOO'S NEST
("Alguien voló sobre el nido del cuco" de Milos Forman - 1975)


Volvemos a la locura de las comparaciones gastro-cinéfilas y lo hacemos con una obra que es, tal vez, el mayor escaparate de la demencia: "Alguien voló sobre el nido del cuco" del todopoderoso Milos Forman ("Amadeus", "Hair", "Man on the moon"...) Una película demoledora, plagada de metáforas, de puñetazos al estómago, de dignidad humana, de frustraciones y de libertad más allá de las jaulas mentales de cada ser. Una obra cómica, emotiva, dramática, brutal, esperanzadora...

Toda ella soportada por un elenco sobresaliente en el que destaca de manera brutal un Jack Nicholson que hace gala de una de sus mejores interpretaciones; un delincuente socarrón, mordaz, canalla, provocador... que enreda al sistema para no acabar en la cárcel sino en un centro psiquiátrico, escenario de su nueva condición de "alma libre" que desatará las correas de los desdichados enfermos. Y que pondrá contra las cuerdas a la temible enfermera (gloriosa Louise Fletcher) y a un sistema que trata de imponer el bien y el mal a su antojo. Él cambiará la vida de todos y de todas. Él es un soplo fresco en un mundo de normas, horarios y disciplina totalitaria.

Nuestra receta primero se encierra fotográficamente en una habitación blanca, de paredes acolchadas, asemejándose a las habitaciones y a la blanquecina-enfermiza decoración del psiquiátrico. Es ahí donde nuestros personajes-berenjenas se ven atrapados, en la pura rutina, deseando salir al exterior de la mesa y respirar aire puro.

La comparativa con "Alguien voló sobre el nido del cuco" encuentra un buen apoyo en el propio concepto en sí de la receta y el relleno. Las cabezas de los personajes están inicialmente sometidas a un protocolo feroz, pero la llegada de Murphy (Nicholson) supone una ruptura que poco a poco va llenando sus mentes con todo tipo de acciones: fiestas, salidas en barco, sexo, juegos con apuestas... Un sofrito de nuevas ideas, de nuevos ingredientes, de nuevos conceptos vitales, de nuevas mezclas de sabores y texturas para afrontar la cruda realidad.  

Asimismo nos topamos con el terrorífico elemento del orden institucional que supone una lobotomía. Un proceso radical para aplacar a los descarriados y borrarles mentalmente de la tierra. Nosotros hacemos lo propio al practicar esos cortes en la piel de la berenjena, la despojamos de su esencia para luego "abrasarla" en el calor del horno. 

Y al final nos encontramos con un elenco que simboliza la libertad y la represión: berenjenas abiertas en canal, con un relleno que tan pronto las puede dejar tendidas en una cama de psiquiátrico como puede motivarlas a romper con todo, libertarte con una almohada, levantar una fuente de agua y atravesar una ventana para huir, para vivir de nuevo, tal y como hace el indio en los últimos fotogramas de la película. El frescor de las hierbas de la receta nos recuerda ese tono de esperanza por encima de todo, por encima de nuestras mentes tan picadas como la carne.

"Alguien voló sobre el nido del cuco" consiguió 5 óscars del momento. Ese abanico de premio avala una obra que se sale de los rangos establecidos, y sobre todo, del cine de los 70. Pocas veces se ha igualado esa altura de miras hacia un sistema enfermo que robotiza a sus inquilinos para manejarlos a su antojo. Nuestra receta ha pretendido meterse en ese centro psiquiátrico, jugar con los elementos atroces y con los coloristas para otorgar a unas simples berenjenas el don de la libertad.

viernes, 11 de mayo de 2018

CALLOS A LA MADRILEÑA (El día de la bestia)

Vuelven las cine-recetas al blog, que os tenía un poco olvidad@s. Por buenos motivos, por suerte. Y lo hacen aprovechando las fechas de San Isidro para rendir un sentido y gastro-cinéfilo homenaje a la ciudad de Madrid. Nada mejor que unos Callos a la madrileña comparados con la poderosa "El día de la bestia" de Álex de la Iglesia para volver con más fuerza que nunca.

Los callos son un plato de origen humilde (aunque no se sepa a ciencia cierta su verdadera raíz) En el siglo XVI alcanza popularidad en la Cava Baja, el mercado de la Cebada y en el de San Miguel, que se sirven a los viandantes. Un plato caliente, hecho con las tripas de la vaca, que entonaba los estómagos y, seamos sinceros, alegraba cualquier alma. 


El que sea fanático de los callos, sabrá que los que preparaba su madre o su abuela no tienen comparación alguna. Pero la receta se ha popularizado y se ha hecho un hueco en el paladar, salvando reparos y juicios negativos. Y desde luego no hay Feria de San Isidro sin una caña bien tirada o un vermú y una tapita de callos a la madrileña al lado. Eso es así.

Yo os traigo una receta que funciona a la perfección, que lleva su tiempo porque este plato merece cada segundo que inviertas en limpieza y mimo.  Y nada mejor que dejarnos caer por la comedia de acción satánica triunfal de los noventa para comparar este incomparable bocado. Es el día de la bestia, es el día de los callos... ¡Mandiles arriba!

Ingredientes 
  • 500 g de callos bien limpios
  • 400 g de Morro de ternera troceado
  • Pata de ternera 
  • 2 cebollas
  • 2 morcillas asturianas 
  • 2 chorizos (picantes, opcional)
  • 2 dientes de ajo
  • 2 hojas de laurel
  • Pimentón dulce y picante
  • Harina
  • Agua
  • Clavos de olor 
  • Sal gorda
Para limpiar los callos
  • Callos, sal gorda, vinagre y agua 
Película ideal para degustación de este plato
  • "El día de la bestia" (Álex de la Iglesia, 1995)

Tienes la comparación gastro-cinéfila tras la receta...
LIMPIEZA DE CALLOS

Esta forma es muy sencilla y así nos aseguramos de quitar todo tipo de impurezas de los callos. Vamos a ir frotando los callos con sal gorda bajo el grifo de agua fría. Por ambas caras, sin prisa, exfoliando nuestra materia prima. Tranquilidad por el exceso de sal, se irá perdiendo con el agua.



Una vez los hayamos frotado bien los pasamos a una olla con agua limpia y sin sal, a la que añadiremos un chorrito de vinagre de vino blanco. Llevamos a ebullición y dejamos cocer los callos unos 10-12 minutos. Sacamos, secamos y los troceamos en tacos de unos 2x2 cm (tamaño de un bocado). Ya los tenemos más que listos para protagonizar el plato

ELABORACIÓN DE LA RECETA

Si realizamos la elaboración en olla tradicional nos llevará unas 4 horas y si usamos olla rápida unos 45 minutos. Así que calibrad vuestro tiempo y paciencia. Yo opté por la velocidad... 

En la olla añadimos como 1 litro de agua a la olla (habrá que ver luego si necesita más líquido) y echamos los callos, el morro, la pata, las hojas de laurel, el chorizo (que habremos desengrasado antes con una mínima cocción en agua), la morcilla, la cebolla con los clavos de olor insertados, los ajos y un poco de sal gorda.


Tapamos y cocinamos desde que sube la válvula unos 30-35 minutos a fuego lento.

Abrimos la olla y sacamos todo menos los callos, el morro y el caldo resultante.

Troceamos la carne de la pata, el chorizo y la morcilla. Reincorporamos todo a la olla.


EL ARREGLO

En una sartén sofreímos una cebolla bien picada con un poco de aceite de oliva. Por espacio de unos 10-12 minutos. Acto seguido incorporamos la harina (2-3 cucharadas) y mezclamos bien para quitarle el sabor a crudo. Por último añadimos los pimentones (dulce y picante, 3 cucharadas a repartir entre los dos, dependiendo de vuestros gustos) y removemos bien unos segundos. NOTA: Sin dejar de remover, que el pimentón se quema con mirarlo.


Enseguida vertemos el arreglo en la olla. La ponemos de nuevo al fuego, removemos todo y dejamos cocinar a fuego suave unos 20 minutos, para que los sabores se integren.


Servimos calientes en un plato de barro y ponemos pan en abundancia para mojar y remojar. Todo un manjar made in Spain para disfrutar con todos los sentidos. ¡Que aproveche, hitchcookian@s!

Película ideal para degustar el plato
"EL DÍA DE LA BESTIA" 
(Álex de la Iglesia, 1995)


Había ganas de embestir esta cine-receta. Los callos madrileños tienen, entre sus muchas virtudes, una personalidad y una potencia poca veces vista o catada. Su arsenal de picante y virulencia en forma de casqueria le hacen un plato contundente, frontal, que ataca sin miramientos al comensal...

Enseguida mi alocada mente se pone a maquinar la comparación cinéfila, y no puedo dejar de pensar en la magistral y rompedora "El día de la bestia". Una obra que nos estalló en la cara a mediados de los noventa, que nos descolocó, que nos impactó, que nos trajo a la primera línea de fuego a un cineasta de poderosa mirada, Álex de la Iglesia.

En su segunda acometida como director - y tras pedir paso con la más que notable "Acción mutante" - se lanzó a bocajarro con una comedia de acción satánica, que radiografiaba un Madrid nocturno, oscuro, pecaminoso, y que servía de escenario para la cruzada de tres peculiares guerreros: un sacerdote (Alex Angulo), un heavy (Santiago Segura) y un presentador esotérico (Armando de Razza). Este tridente hará lo indecible por evitar el nacimiento del anticristo en la noche de Navidad de 1995. Una suerte de "tres reyes magos" que aliarán sus virtudes para invocar al diablo, plantarle cara y mandarle de nuevo a lo más profundo del infierno.


De la Iglesia teje un entramado insano, demencial y profundamente divertido, con secuencias de alto voltaje y ya protagonistas del imaginario común (la huida por el cartel de Scheweppes de Gran Vía es abiertamente un icono de nuestro cine) La noche inunda la ciudad y hace emerger a los seres más retorcidos y cañís de las cloacas. "El día de la bestia" es una proeza de ritmo, narración, comicidad, crítica televisiva y que goza de un guión de lo más ingenioso en acciones y diálogo. No en balde arrasó en las taquillas de los noventa... Merecidamente, todo sea dicho de paso.


Nuestra receta rinde igualmente un tributo a la ciudad de Madrid. Los callos son uno de esos bocados que te llevan a la capital, a los barrios ocultos, a las tascas de siempre, a los aromas de antaño. Encuentra su primera conexión con la obra de De La Iglesia en el tono castizo que la envuelve. Pero yendo más allá nos topamos con todos los elementos de "casqueria" que pueblan la película. La tosca cocina del hostal, la importancia de la sangre, las entrañas de la bestia...


Y todo comienza como lo hacen los tres aventureros de medianoche, de manera cruda y maliciosa - el cura debe emprender una batalla por hacer el mal y ganarse al diablo - y poco a poco deberán "limpiarse" - como nuestros callos - de pecados y egoísmos por el bien de la humanidad. Y del plato. Luego su hazaña se cuece a fuego lento donde entran en escena elementos que tiñen de sanguinolencia el encuadre de la olla, como el pimentón o el chorizo. Las muertes empiezan a acumularse en el camino de los "Tres Caballeros", y el rojo cubre sus rostros y su pasado.


Tras resolver los enigmas, tratar con ouijas, encarar al diablo y dar y repartir a los fanatismos religiosos y las burlas televisivas, llega el encuentro final. El borboteo de la olla, de las tensiones y presiones a las que han sido sometidos los personajes-ingredientes encuentra en lo alto de las Torres Kio su escenario de batalla. El sofrito se entremezcla con el guiso, todo se nubla de violencia, de un tono infernal... Los personajes ya han vivido en una noche su gran andanza y se han cocinado por completo. Sólo queda mirar a la cara a Satán. Y evitar que el anticristo venga al mundo...


"El día de la bestia" es una fascinante película, trepidante e imaginativa. Con unas interpretaciones de altura y un sello único, que ha convertido a De la Iglesia en un referente del poderío visual de la industria española. Nuestra receta ha tratado de asemejar sus elementos de casquería a ese Madrid virulento y misterioso. Coge el tenedor como arma, cárgate de valor y emprende tu propia cruzada con estos callos. Ellos son la bestia...

domingo, 25 de marzo de 2018

SEIS RECETAS DE ARROZ (Y SUS PELÍCULAS)


Hoy os traigo un fantástico recopilatorio de recetas con arroz. Un universo infinito donde este cereal cobra el protagonismo total y se deja acompañar de secundarios de auténtico lujo. 

Ideas con arroces hay millones que yo os resumo en seis, para que vuestra imaginación y talento culinario vuelen hasta donde quieran. Y para alegrar la velada, cada receta viene de la mano con su propia comparación cinematográfica. Cine y cocina juntos, ya sabéis. Este es el espíritu... 

Así que sin más dilación, os paso a presentar a las auténticas estrellas. Un elenco de lo más variado y nutrido, con sabores exóticos y clásicos, con cocciones cortas y largas, con diferentes técnicas de cocinado y sobre todo, con muchas ganas de abriros el apetito. Esto arranca ya. Así que nosotros a lo nuestro y empezamos siempre con los... mandiles arriba! 

ARROZ CON CALAMARES EN SU TINTA
Película comparada: "Gigante" (George Stevens, 1956) 
Sinopsis: Un clásico fundamental de nuestra cocina, donde unos calamares frescos chapotean en un fumet de pescado con tinta. Al final encontrarán el tan preciado oro negro...



ARROZ CON RAPE, LANGOSTINOS Y ALIOLI CASERO
Película comparada: "Lawrence de Arabia" (David Lean, 1962)
Sinopsis: El desierto es el telón de fondo para confeccionar esta receta de arroz en paella. Los personajes del rape y los langostinos vivirán una enorme y épica aventura culinaria.



ARROZ CON POLLO AL ESTILO ETÍOPE
Película comparada: "Memorias de África" (Sidney Pollak, 1985)
Sinopsis: Un romance en toda regla entre el arroz y el pollo bajo el cielo africano. Aromas exóticos, paisajes de ensueño y especias dando vida a una de las grandes historias de amor del celuloide.



ARROZ A LA CUBANA CON PLÁTANO FRITO
Película comparada: "El padrino. Parte II" (Francis Ford Coppola, 1974)
Sinopsis: Los aromas cubanos de los viajes de Michael Corleone se dan cita en este clásico del cine y la cocina. Todo casero, artesanal, como la familia... 



ARROZ CON ALCACHOFAS Y COLIFLOR MORADA
Película comparada: "El mago de Oz" (Victor Fleming, 1939)
Sinopsis: Nada como el hogar, decía Dorothy. Pues aquí cocinamos con productos de la tierra para luego obtener un plato vistoso y de fantasía. Sigue el camino de baldosas amarillas...



ARROZ NEGRO CON SEPIA
Película comparada: "El gran carnaval" (Billy Wilder, 1951)
Sinopsis: Todo se tiñe de negro en este drama periodístico donde un hombre atrapado acaba siendo la atracción del populacho. Una historia sobre los oscuros deseos humanos...




¡QUE APROVECHE, HITCHCOOKIAN@S! 


martes, 12 de septiembre de 2017

HAMBURGUESA GRAN TORINO CON CEBOLLA CARAMELIZADA ESTILO COREANO

Volvemos a la carga con las cine-recetas, que ya iba siendo hora del retorno. Y qué mejor forma de hacerlo que con una contundente hamburguesa de excelente carne de Guadarrama acompañada de una cebolla caramelizada con un toque oriental.


Para tan especial ocasión he decidido dejarme guiar por las virtudes cinematográficas del genio Eastwood quien me ha prestado su sensacional "Gran Torino" para esta chifladura cine-culinaria. Muchos componentes variados se dan cita en este bocado majestuoso. Desde la clara referencia americana que se me antoja una hamburguesa hasta esa cebolla caramelizada con soja, azúcar moreno y salsa picante Gochujang (que podéis adquirir en tiendas orientales especializadas) 

La combinación acaba resultando de lo más estimulante, porque no rellenamos demasiado la carne, sino que dejamos que su sabor se mantenga intacto pero se catapulte con el toque dulzón y de claro deje coreano. Llegó la hora de volver a mancharse, de arrancar los fogones y de alzar, como siempre los... ¡mandiles arriba! 


Ingredientes (2 personas)

  • 400 grs de carne de Ternera de Guadarrama
  • 1 diente de ajo
  • 1 yema de huevo
  • 2 cebollas grandes 
  • 1 cda de Salsa Gochujang (Salsa picante coreana)
  • Salsa de soja
  • Azúcar moreno
  • Queso Parmesano rallado
  • 4 panecillos 
  • Lechuga Mezclum
  • Perejil fresco picado
  • Totopos (nachos para acompañar)
  • Sal, pimienta negra y Aceite de Oliva Virgen Extra
Tiempo: 50 minutos
Película comparada: "Gran Torino" (Clint Eastwood, 2008)

Tras la receta tienes la comparación cinematográfica, ¿entendido?

Confeccionando la carne 

Como nuestro gentil carnicero nos habrá picado la carne, no tendremos que meternos en "matanzas" extra. Conviene que la carne tenga un punto de grasa para otorgarle mucho más sabor y consistencia sin tener que acudir a elementos como pan rallado y demás...

En un bol vertemos la carne y le añadimos el diente de ajo picado, perejil fresco, sal y pimienta y la yema de huevo (la clara no la desperdiciamos, nos sirve para una tortilla, para rebozar unos langostinos luego en panko o ya puestos, si nos quemamos con aceite, nos la podemos extender en la quemadura... Buen truco, ¿eh?) 

Removemos todo bien, catamos por si hubiera que añadir algo más de algo y separamos dos mitades. Formamos las hamburguesas con las manos bien limpias y les damos forma, aplanando ligeramente con los dedos. Cubrimos con papel film y dejamos unos minutos en la nevera.

NOTA: Yo no le añado muchas más cosas puesto que si la carne es de buena calidad, no me compensa disimularla con múltiples sabores. Tiene que saber a carne. Pura gula carnívora.

La cebolla estilo coreano

Pelamos y picamos en juliana (en tiras largas) las cebollas. Ponemos una sartén al fuego con 2-3 cucharadas de buen aceite de oliva y la vamos pochando lentamente, a su ritmo. Esto nos debería llevar unos 30-40 minutos, necesitamos que se ablande y caramelice ella sola.

Pasado el tiempo subimos el fuego y añadimos la salsa de soja, una cucharada de azúcar moreno y una cucharada de Salsa Gochujang. Mezclamos bien para que la cebolla caramelice y absorba los sabores incorporados. Retiramos.

Foto de Gastronomía y Cía.
Montaje final

En la misma sartén de la cebolla calentamos un poco de aceite. Cocinamos las hamburguesas por ambas caras en el punto que más nos guste. Por aquí somos de "muy poco hecha", así que estuvo un suspiro en el fuego. Al girarla, rallamos un poco de Parmesano por encima y dejamos que se funda ligeramente con el calor residual. 

Tostamos los panecillos en la propia sartén o en la tostadora. Ponemos una primera capa de lechuga en la base, colocamos encima la hamburguesa y coronamos con la cebolla caramelizada y picante. Para terminar podemos salirnos de las patatas fritas y añadir el crujiente de unos buenos totopos. 

¡Que aproveche, hitchcookian@s! 

Película ideal para degustar este plato

GRAN TORINO
("Gran Torino" de Clint Eastwood - 2008)

Seamos serios, y realistas ya puestos: el cine de Clint Eastwood es de lo mejor que se cuece hoy en día en el séptimo arte americano. Por elegancia, honestidad, osadía, clasicismo y calidad, entre otras razones. 

Muchas son las obras maestras que nos ha regalado el genio en los últimos años, pero tal vez sobresalga entre todas, o al menos para un humilde seguidor, “Gran Torino”.



En la película, Eastwood interpreta a Walt Kowalksi, un ex combatiente de la guerra de Corea y un jubilado trabajador del sector del automóvil, cuya pasión vital es un maravilloso Ford Gran Torino de 1972 que mima y protege con un celo casi paternal. A su alrededor se ha congregado una población de inmigrantes coreanos para su desesperación; un bello contraste tanto en el plano racial como en el propio del sector automovilístico: América vs. Asia en todo su esplendor.

El Ford Gran Torino que dormita en la cueva del tesoro (o sea, su garaje) se erige en la cinta como un personaje absoluto que condiciona destinos y cruza caminos de los personajes. De ese modo la relación que surge entre ese viejo cascarrabias y un joven asiático débil y vilipendiado, comienza con el intento de este último por robar el “gran tesoro” de Walt. A partir de ahí se teje un perfecto y milimétrico cuento moral, cómico y épico, entre las dos culturas: dos personas pequeñas llamadas a tener una gran amistad.




Y nosotros vamos a intentar ejemplificar el espíritu de ese “Gran Torino”, tanto del vehículo como de la cinta. Mezclando ingredientes culturales y dotando de una potencia visual una historia clásica, un bocado inmortal, una hamburguesa con tintes orientales en homenaje a ese cineasta, amante de los coches (de hecho se acabó comprando el original de la película) y eterno contador de historias. Arrancamos…

Tras la muerte de su esposa, la vida de Walt queda vacía, no deja de ser un trozo de carne picada (por tu carnicero, nada de bandejas prefabricadas), cuya existencia se ha descompuesto. Solo mantiene algo de chispa gracias a su preciado coche, a sus discusiones con el persistente cura y a su perra Daisy. Ingredientes que se mezclan en un bol junto a la carne como el diente de ajo picado, la yema de huevo batida (dará esponjosidad), el perejil, la sal y la pimienta. Poco más, Eastwood con mínimos elementos saca el máximo resultado. Nosotros igual.

Hay que mezclar bien a mano, de modo artesanal, como lo era el trabajo de Walt en la planta de Detroit. Una vez todo amalgamado le damos forma redonda y hacemos una ligera hendidura en un lado (así se cocinará la carne de forma homogénea) La freímos por ambas caras hasta que esté a nuestro gusto, aunque poco hecha siempre sabrá mejor. Ya tenemos listo el elemento puramente “americano” de la receta, un Eastwood en toda regla, un personaje potente, con personalidad, con un sabor intenso, de mirada entrecerrada y penetrante… Como los faros del “Gran Torino”



El barrio de Walt se llena de inmigrantes asiáticos, por lo que había que meter elementos orientales a la receta y de ese modo picamos en juliana (en tiras) la cebolla y la empezamos a sofreír con un poco de aceite en una sartén. Dejamos que se cocine a fuego lento, permitiendo que la relación entre el joven coreano y el viejo norteamericano coja cuerpo. Que se vaya ablandando durante 30 o 40 minutos, que se desmoronen los muros del prejuicio. Y en ese punto añadimos salsa de soja y el azúcar moreno, poco a poco irá caramelizándose y absorbiendo los aromas exóticos.



Con los cimientos ya preparados, ya sólo nos queda construir la hamburguesa. Cerrar el gran acto, enfrentarnos a los hambrientos acosadores de la amable comunidad “hmong”. Sobre la base del pan colocamos la lechuga bien lavada (como nuestra conciencia), la carne cocinada, espolvoreamos queso parmesano rallado (mientras esté caliente, para que se funda ligeramente) y coronamos con la cebolla caramelizada con salsa de soja. El Gran Torino está ensamblado…

Walt ya no es un hombre solitario, contrario al cambio y con problemas de convivencia racial, es un ser perfectamente sabedor de la importancia de la comunidad y de la familia, de ser parte de algo. Mete la mano en su bolsillo preparado para el sacrificio final... Y el joven Thao cabalga liberado a lomos del Ford Gran Torino gracias al gesto de generosidad absoluta de su malhumorado amigo. Se comerá el futuro a bocados…