miércoles, 28 de noviembre de 2018

BOCATA DE CALAMARES Y ALIOLI (Quinqui Stars)

A propósito del estreno el próximo viernes 30 de noviembre de la película "Quinqui Stars" (Juan Vicente Córdoba) he decidido crear este icónico y archiconocido Bocadillo de Calamares (bocata-calamares, mejor dicho), para jugar como siempre entre lo culinario y lo cinéfilo. No se me ocurría nada más quinqui para tan especial ocasión...

La obra - que pude ver en un pase privado, gracias a la generosidad de mis estimados César Martínez y Pedro García Ríos, responsables de la productora Dexiderius, y del propio director - nos lanza de lleno al universo de lo quinqui a través de la música y el cine, para tratar de comprender la realidad de hoy en día y su influencia artística. Parte documental, parte ficción, seguiremos las huellas de El Coleta en su cruzada por cavar en ese mundo de los 70 y 80. 

Tenía que ser un bocata-calamares animado con un alioli casero el que pudiese rendir un homenaje a la película. Y aquí te muestro cómo convertir este emblema en una realidad. Más abajo tienes la cine-receta para tu deleite. ¿Hay hambre? Pues hazte quinqui que vamos a trapear un poco en la cocina, hitchcookian@s... ¡Mandiles arriba!



Ingredientes 
  • 500 g de calamares frescos 
  • 30 g de mezcla de harina de trigo y harina de garbanzo  (o Harina especial fritura)
  • Aceite de oliva Virgen Extra
  • Pimentón dulce
  • Sal 
  • Limón (opcional) 
  • Pan de bocatín,  minichapata, integral, baguette... Tú eliges.
Para el alioli 
  • 1 huevo 
  • 90-100 g de aceite de girasol o aceite suave 
  • Sal (1/2 cucharadita más o menos)
  • Un chorrito de zumo de limón o vinagre de vino blanco
  • 1-2 dientes de ajo, tu paladar manda
El alioli, paso al frente

Ni qué decir tiene que podéis hacerlo en mortero, para lo cual necesitaréis paciencia, músculo y un poco más de paciencia si acaso. La opción más rápida - y menos purista - es trabajarlo todo en batidora. Vamos a ello. 

Cascamos el huevo en un vaso alto y añadimos el ajo (sin el solomillo central) sal y limón. Bajar el brazo de la batidora hasta el fondo y empezar a darle caña. Vamos echando el aceite poco a poco, en hilo, para que vaya emulsionando. Se prueba de sal. ¿Bien? Pues se reserva...

Los calamares, los protagonistas 

Si tu pescadero es amable y se presta a limpiarte los calamares, mejor que mejor. Tarea que te ahorras. Lo importante de esto es que el producto sea de buena calidad y esté nítido para asegurarnos una fritura y un bocado perfectos.

De no tener un pescadero gentil, toca limpiarlos en casa. Vital vaciarlos por dentro, separar los cuerpos de los tentáculos y retirar todo resto de suciedad. 

Cortamos en anillas gruesecillas y las secamos a conciencia. El resto del calamar puede quedar en el banquillo para futuras elaboraciones de arroz, pasta... 

Mezclamos las harinas en un bol con un poco de pimentón dulce. Salamos al gusto los calamares y los embadurnamos bien. Luego los tamizamos o sacudimos para eliminar el exceso harinoso con ayuda de un colador.

Calentamos un cazo con abundante aceite de oliva Virgen Extra (por favor os lo pido) y vamos friendo por tandas las anillas de calamar rebozado. Las vamos sacando a papel absorbente para quitar el máximo de grasa posible. 

Montaje del director 

Partimos el pan que hayamos elegido y untamos ligeramente con alioli. Ponemos una primera capa de calamares fritos (se les puede añadir limón ahora), otra cucharada generosa de alioli y coronamos con unas cuantas anillas más. El número depende de tu hambre...

¡Que aproveche, hitchcookian@s! 

Película ideal para degustar este plato
QUINQUI STARS
(Juan Vicente Córdoba, 2018)


El bocata-calamares es todo un emblema de Madrid. Es uno de esos mordiscos clásicos, inmortales, asequibles y potentes... de esa clase que te llenaban el buche en una noche toledana y que casi siempre compartías en comandita, charlando con los carrillos llenos y una cañita al lado para bajar. Diablos, hablamos de uno de los mejores bocados del planeta. Y había que posar la mirada en una obra que definiese ese concepto, esa época, ese estilo de comerse la vida... Emerge así la obra Quinqui Stars de Juan Vicente Córdoba - director de Aunque tú no lo sepas y A golpes - para terminar de componer un bocadillo que es historia viva de nuestra sociedad, de nuestra historia.

Quinqui Stars evoca al Madrid periférico de finales de los años 70 y principios de los 80 y se sumerge - o te sumerge - en una época de cambios sociales, políticos, económicos y urbanísticos para esbozar una juventud en constante lucha por su supervivencia. 

Todo ello viene narrado en un maridaje de documental y ficción, por El Coleta. Rapero, cronista, poeta callejero, actor, y aquí haciendo las veces de cineasta en ciernes. De detective de lo quinqui...

Somos testigos y/o copilotos de su odisea por sacar adelante su proyecto personal sobre la música en el cine quinqui de aquel entonces. Pero todo ese pasado se entremezcla con el presente de los/las herededores/as musicales que combaten la vida a rapeando y trapeando. Casi a modo de espejo: para comprender el hoy, hay que mirarse en el ayer.

Por un lado escuchamos los testimonios de los protagonistas de la época (José Sacristán, Enrique San Francisco, Daniel Guzmán, Mery Cuesta...) y multitud de imágenes de archivo audiovisual del momento clave, que otorgan entidad, certidumbre y base sólida a la película. 


Y por el otro se plantea el futuro del "nuevo sonido quinqui" - y cómo las brasas de todo aquello  vuelven a cobrar llamarada - personalizado en las figuras de las conocidas Trap Queens: Bea Pelea, La Blondie o el grupo feminista Ira Rap, para equiparar y potenciar - si cabe - la lectura actual, los problemas de la educación, el drama de la vivienda, los sueños heridos, la incansable voz que trata de hacerse oír en un mundo que no deja de taparse las orejas...


Nuestra receta trata de mostrarse como ese mordisco madrileño, de bolsillo fácil, de bar de chapa, de olor a barrio y que, por su simpleza - ojo, que no es fácil dar con la tecla - y su aspecto ya icónico, es parte ya de nuestra cultura. No sólo culinaria. Tal y como era el cine y la música quinqui, que mostraban mucho más contenido que lo presumible por su etiqueta.   

En Quinqui Stars todos los personajes se nos presentan en su faceta artista y luego en su perfil más íntimo. Algo así como nuestros calamares cuya esencia y aspecto más personal, queda recubierta o rebozada por una coraza emocional, musical, comprometida, reivindicativa; la imagen que se quiere proyectar al mundo...  

Vemos esa dualidad en el día a día de las trap Queens - delincuencia menor, volar del nido, grabar por tu cuenta... - para luego presenciar su fiereza en el escenario, cuyas letras hierven como el aceite caliente de la fritura, saltando sin parar en la olla de un local. Una explosión que las hace más fuertes e invulnerables. Por dentro sigue la ternura del calamar, o lo que es lo mismo, la emoción, la rabia, la frustración de la cruda realidad...


Un bocadillo de calamares podía ser la comida del día para los "perros callejeros" y "navajeros" del movimiento cinematográfico quinqui.  Y lo puede ser para El Coleta y su cuadrilla, siempre a la caza de material para completar su hazaña de documental - y con Carlos Saura en un imposible horizonte, casi a modo de Godot, al que se espera infinitamente -, porque es un bocado de verdad, para gente real. Es un bocado de la calle. Es un bocado de la vida. Pues siempre vivimos entre dos panes, entre dos realidades que nos oprimen: la que deseamos y la que es. 

Y que para la ocasión de Quinqui Stars se ha querido actualizar con ese reguero de alioli, que otorga - de nuevo - virulencia, fuerza, personalidad y furia al mordisco. Un ejemplo meridiano del rap quinqui o del mundo quinqui, sembrado de rimas que abofetean, que pican como el ajo y que, como no podía ser de otra forma, te dejan su sabor un tiempo... 


Quinqui Stars es una obra distinta, que te anima a descubrir o redescubrir ese movimiento, importante y necesario en el devenir de nuestra cultura. Se sazona con parte documental, con parte ficción, con estilos periodísticos, con material de archivo, con preguntas a las que debes responder, con dudas que debes plantear y sobre todo, con música. Esa vía de escape.

Nuestro homenaje gastronómico trata de asemejarse a todo eso - o al menos en parte - porque como decía el maestro Rafael Azcona: "ni bocadillo de anchoas, ni de tortilla, ni de salchichón. Nada: donde esté el de calamares que se quiten todos" 

Sin duda, un gran quinqui...

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