Actualizo esta versión del clásico plato de arroz con calamares en su tinta. Una de esas recetas que provienen de los fogones maternos (y que tanto añoro) y que sin duda, es uno de mis bocados favoritos. Todo el aroma del mar en una sartén.
Para la ocasión dispongo calamares y langostinos en un mismo escenario y los coloreo de ese oro negro intenso que proporciona la tinta. Rematamos toda esa fragancia de océano con un buen fumet de pescado casero. Tan fácil, tan delicioso, tan nostálgico... Un plato que no puede faltar en el recetario de nadie. Vamos a por petróleo, hitchcookian@s. ¡Mandiles arriba!
INGREDIENTES (3-4 personas):
- 1 kg de calamares
- 2 bolsitas de tinta
- 10 langostinos
- 250 grs. de arroz redondo
- Caldo de pescado
- Salsa de tomate (1 bote)
- 1 cebolla
- 1 pimiento verde
- 2 dientes de ajo
- Sal, pimienta y AOVE
- Perejil fresco
Duración: 30-40 minutos
Película: "Gigante" (George Stevens, 1956)
El fumet
Como tenía unas cabezas y raspas de merluza hice un fumet de pescado para cocer el arroz.
Para ello sofreímos las cabezas y las cáscaras de los langostinos con un poco de aceite para que vayan soltando todo su jugo. Añadimos una cebolla, un puerro, un apio, los restos de pescado y un buen manojo de perejil fresco.
Vertemos 1 litro y medio de agua, dejamos que hierva (iremos desespumando) durante 30 minutos a fuego moderado y lo colamos.
Sofrito y arroz
Se trocean las cebollas, el ajo y el pimiento en brunoise (o en trocitos pequeños). Se sofríen bien en una sartén con aceite de oliva durante 15 minutos a fuego suave.
Se sube un poco el fuego y se incorporan los calamares (o bien te complicas aún más la vida limpiándolos tú en casa, cosa nada fácil, o pides al gentil pescadero que te haga el trabajo sucio. Opté por la segunda). Se remueve bien la cazuela o sartén y se deja cocinar todo unos 10 minutos.
Se trocean las cebollas, el ajo y el pimiento en brunoise (o en trocitos pequeños). Se sofríen bien en una sartén con aceite de oliva durante 15 minutos a fuego suave.
Se sube un poco el fuego y se incorporan los calamares (o bien te complicas aún más la vida limpiándolos tú en casa, cosa nada fácil, o pides al gentil pescadero que te haga el trabajo sucio. Opté por la segunda). Se remueve bien la cazuela o sartén y se deja cocinar todo unos 10 minutos.
Añadimos el arroz y lo cocinamos un par de minutos en la sartén a fuego vivo.
Mezclamos las tintas con un poco de agua o vino blanco. Lo vertemos (ya domina el negro) y acto seguido incorporamos la salsa de tomate y el fumet de pescado. NOTA: La medida será unos 2 vasos y medio por vaso de arroz.
Se deja que todo vaya haciéndose a fuego medio unos 20 minutos, para que vaya cogiendo color y consistencia. Y termine de cocinarse el arroz.
Mezclamos las tintas con un poco de agua o vino blanco. Lo vertemos (ya domina el negro) y acto seguido incorporamos la salsa de tomate y el fumet de pescado. NOTA: La medida será unos 2 vasos y medio por vaso de arroz.
Se deja que todo vaya haciéndose a fuego medio unos 20 minutos, para que vaya cogiendo color y consistencia. Y termine de cocinarse el arroz.
Terminamos espolvoreando perejil fresco picado y listo. ¡Que aproveche, hitchcookian@s!
Película ideal para degustar este plato:
"GIANT"
(Gigante, de George Stevens 1956)
Pensar en este plato con su intenso color oscuro, oro negro, si se prefiere, catapulta mi mente hacia una de las películas más colosales y características que han abarcado el mundo del petróleo: "Gigante". El artesano George Stevens (cocinero de obras como "Raíces profundas"o "Gunga Din") cava profundo en este extensísimo melodrama para enfrentar al terrateniente Hudson y con su rebelde empleado Dean, por el dominio del preciado oro negro.
De esa manera nos encontramos con la lucha de estos cefalópodos petroleros, que extienden sus tentáculos económicos y sentimentales para hacerse dueños de lo que realmente les interesa: Taylor. Si mandamos, como siempre, nuestra imaginación a la estratosfera, podemos atisbar que en nuestra receta confluyen todos los elementos clave del film: el petróleo (o tinta de calamar) encierra bajo su capa la obsesión de unos hombres (o calamares, animales que quieren abarcar más de lo que pueden), que tratan de destacar por encima del elemento femenino, blanco, puro, que se mantiene como un islote al margen de su codicia petrolera.
Una guerra de poder a poder, que culminará (como todo melodrama triangular que se precie, y como todo plato que necesite compartir sus elementos) en una mezcla de sentimientos, rencores, sabores, texturas, colores... y que, como esta obra, dejará un rastro negro por todo su culinario metraje...
De esa manera nos encontramos con la lucha de estos cefalópodos petroleros, que extienden sus tentáculos económicos y sentimentales para hacerse dueños de lo que realmente les interesa: Taylor. Si mandamos, como siempre, nuestra imaginación a la estratosfera, podemos atisbar que en nuestra receta confluyen todos los elementos clave del film: el petróleo (o tinta de calamar) encierra bajo su capa la obsesión de unos hombres (o calamares, animales que quieren abarcar más de lo que pueden), que tratan de destacar por encima del elemento femenino, blanco, puro, que se mantiene como un islote al margen de su codicia petrolera.
Una guerra de poder a poder, que culminará (como todo melodrama triangular que se precie, y como todo plato que necesite compartir sus elementos) en una mezcla de sentimientos, rencores, sabores, texturas, colores... y que, como esta obra, dejará un rastro negro por todo su culinario metraje...
No hay comentarios:
Publicar un comentario