Risotto. Una maravilla de plato italiano, popularizado en nuestras mesas y versátil a más no poder. Pocos ingredientes quedan ya que no casen de una manera u otra con esta receta de arroz. Pero como estamos en otoño, las setas tienen mucho que decir. En mi caso unas maravillosas Angulas de Monte (Cantahrellus Lutescens). Para la ocasión aprovechamos la estación y su deliciosa materia prima, para elaborar un risotto mar y montaña que quita el sentido. Sólo hay que tener calma, tiempo y mucho mimo. De eso se trata, de cuidar todo el proceso. Os aseguro un resultado brutal, donde cada bocado te hará cantar "Oh sole mío". Silencio... se cocina.
Primer acto: dejando todo a punto
Vamos a ir haciendo un caldo de verduras casero (1 litro de agua, una ramita de apio, un puerro, una cebolla, un diente de ajo, un pimiento y perejil). Otras opciones serían disolver una pastilla de caldo de verduras en 1 litro de agua o usar caldo ya preparado. En todos los casos es imprescindible mantenerlo caliente.
Lavamos las setas (sin sumergirlas en agua, basta con ponerlas bajo el chorro del grifo un momento) con mucho cuidado y asegurándonos de quitar todos los restos de tierra. Para ello nos valemos de un trapo ligeramente húmedo. Con calma, no hay prisa, nada peor que un grano de tierra en la boca...
Pesamos el arroz. Picamos la cebolla y el ajo. Y ya tenemos todo dispuesto para arrancar.
Segundo acto: entrando en faena
En una sartén echamos 4-5 cucharadas de aceite de Oliva, añadimos el ajo picado y rehogamos (sin que se nos queme) unos minutos. Acto seguido incorporamos las setas, salpimentamos y sofreímos todo hasta que las setas pierdan todo el agua y queden bien tiernas y cocinadas. Cuando estén hechas las retiramos y reservamos. Todavía tienen muchas cosas que decir en el plato...
NOTA: Asegurad que el caldo está bien caliente porque va a salir a escena en breve.
Tercer acto: el risotto
En una olla plana (o rondón) echamos 2 cdas de aceite y unos 50 grs de mantequilla. Esperamos a que se derrita y añadimos la cebolla picada. Rehogamos unos 15 minutos a fuego medio.
Añadimos el arroz y removemos unos 2 minutos. Ahora echamos vino blanco y dejamos que se evapore todo el alcohol. Y reincorporamos las setas reservadas y mezclamos todo.
Ahora echamos tres cazos de caldo caliente y removemos sin parar. Todo a fuego medio. Vamos a ir repitiendo esta operación cada vez que el arroz se quede sin líquido. Serán unos 20 minutos (puede que algo más). Siempre removiendo y evitando que se nos quede seco. Dejad que se haga a su ritmo, con calma, que el arroz vaya absorbiendo todos los sabores...
NOTA: Si lo probáis y veis que todavía está duro, no dudéis en añadir otro cazo más de caldo. Y recordad que tiene que quedar meloso y cremoso, no seco.
Cuando lo tengamos a punto (un poco al dente) añadimos queso parmesano rallado, un trocito de mantequilla y removemos. Dejamos reposar unos 5 minutos.
En ese tiempo de espera aprovechamos para preparar a la plancha nuestros gambones (o langostinos o carabineros...) En una sartén con un poco de aceite y a fuego vivo, los cocinamos bien por ambas caras hasta que la cáscara quede ligeramente dorada.
Ya sólo nos queda emplatar. En un plato hondo colocamos el risotto, coronamos la cima con un par de gambones (a los que añadiremos un poco de sal gruesa o en escamas) y terminamos espolvoreando albahaca fresca picada. Todo un espectáculo para la vista, el olfato y el gusto, sobre todo, el gusto. ¡Que aproveche, hitchcookianos!
WHEN HARRY MET SALLY
("Cuando Harry encontró a Sally" de Rob Reiner - 1989)
("Cuando Harry encontró a Sally" de Rob Reiner - 1989)
Hoy volvemos a la carga con estas fantasiosas e imposibles comparaciones cine-culinarias. En esta ocasión he despojado del elemento "italiano" al reflejo cinematográfico. Salto el charco y poso mi mirada en una comedia romántica ochentera. ¿Por qué? Las razones siempre son confusas pero creo que al mirar el plato, su composición y su proceso, enseguida me vino a la cabeza una historia de relaciones bien cocinadas en el tiempo (como un risotto) y que son coronadas por una pareja protagonista indiscutible. Dentro del amplio abanico sobresale, por muchos motivos, la divertida e icónica Cuando Harry encontró a Sally.
A finales de los ochenta, las comedias románticas americanas ya habían asolado los cines de medio mundo. Reinaban los "happy ends", la mujer luchaba más que nunca por su independencia (sentimental y laboral), predominaba la guerra de sexos y las relaciones "urbanas" eran el sello de identidad. La ciudad y el asfalto eran el escenario idóneo para sembrar amores sumidos por el trabajo diario, el estrés, la incomunicación... Cuando Harry encontró a Sally es una pieza fundamental en este esquema: se trata de una comedia vertiginosa que rompe moldes al contarnos una historia en varias etapas, saltando en el tiempo, haciéndonos testigos principales de una relación a través de todos y cada uno de sus momentos.
Rob Reiner, que ya por entonces había entregado geniales e inmortales piezas como Cuenta conmigo, La princesa prometida o el falso documental This is Spinal Tap, mete su cámara en la intimidad de un par de neoyorkinos de pro. Y los maneja como un tirititero, conociendo perfectamente los códigos de la comedia y el romance y creando un guión plagado de maravillosos diálogos. Billy Cristal y Meg Ryan (la que fuese reina de este género allá en tiempos) configuran esa pareja de amigos que cruzan la delgada línea roja que separa la amistad del amor. A partir de ahí sus diferentes puntos de vista (hombre vs mujer) les harán romper y juntarse sin remisión. Un tándem protagonista que brilla como nunca.
Nuestra receta basa su comparación inicialmente (y echando un rápido vistazo al resultado final) en ese dúo de gambones que sobresalen por encima de todo. El marisco ejerce aquí las veces de Harry y Sally, cuya relación les obliga a estar juntos pero separados por una cáscara (en nuestro caso) que les impide ver la realidad. Y la realidad no es otra que antes o después, se despojarán de su coraza emocional y asumirán su destino común.
Pero yendo más lejos, como siempre, entendemos que su larga historia es un proceso de cocinado a fuego lento. Ahí es donde entra en escena el risotto. Pensemos que Harry y Sally comienzan su andadura en la universidad, cuando todavía eran unos "granos de arroz" sin cocinar y la vida seguía siendo un páramo por descubrir. Entonces comienza su historia...
Su relación va llenándose de experiencias, de discusiones, de diversiones, de gratos momentos, de días nublados, de elementos que, de una manera u otra van modificando su sabor: las setas, la cebolla, el ajo, el vino blanco, el queso... van proporcionando ese "toque"que les hace virar continuamente en sus decisiones. Lo que no saben, es que esa amalgama de ingredientes son los que acabarán por destapar sus verdaderos sentimientos. Sin ellos jamás estarían juntos. Jamás saldría un risotto...
Un proceso a fuego lento, durante muchos años (minutos en nuestro caso, por suerte) hasta que el triunfo del amor se ejemplifica en la fusión de los gambones. Happy end. Sin duda una de las mejores comedias románticas de todos los tiempos: por rápida, inteligente, ágil, divertida... Y un plato a la altura (o casi) de esta obra. Y que resumimos así: Meg Ryan fingiendo un orgasmo en la cafetería Katz's y a los de al lado diciendo: "Tomaré lo mismo que ella" No era un risotto de setas... pero como si lo fuera.
A finales de los ochenta, las comedias románticas americanas ya habían asolado los cines de medio mundo. Reinaban los "happy ends", la mujer luchaba más que nunca por su independencia (sentimental y laboral), predominaba la guerra de sexos y las relaciones "urbanas" eran el sello de identidad. La ciudad y el asfalto eran el escenario idóneo para sembrar amores sumidos por el trabajo diario, el estrés, la incomunicación... Cuando Harry encontró a Sally es una pieza fundamental en este esquema: se trata de una comedia vertiginosa que rompe moldes al contarnos una historia en varias etapas, saltando en el tiempo, haciéndonos testigos principales de una relación a través de todos y cada uno de sus momentos.
Rob Reiner, que ya por entonces había entregado geniales e inmortales piezas como Cuenta conmigo, La princesa prometida o el falso documental This is Spinal Tap, mete su cámara en la intimidad de un par de neoyorkinos de pro. Y los maneja como un tirititero, conociendo perfectamente los códigos de la comedia y el romance y creando un guión plagado de maravillosos diálogos. Billy Cristal y Meg Ryan (la que fuese reina de este género allá en tiempos) configuran esa pareja de amigos que cruzan la delgada línea roja que separa la amistad del amor. A partir de ahí sus diferentes puntos de vista (hombre vs mujer) les harán romper y juntarse sin remisión. Un tándem protagonista que brilla como nunca.
Nuestra receta basa su comparación inicialmente (y echando un rápido vistazo al resultado final) en ese dúo de gambones que sobresalen por encima de todo. El marisco ejerce aquí las veces de Harry y Sally, cuya relación les obliga a estar juntos pero separados por una cáscara (en nuestro caso) que les impide ver la realidad. Y la realidad no es otra que antes o después, se despojarán de su coraza emocional y asumirán su destino común.
Pero yendo más lejos, como siempre, entendemos que su larga historia es un proceso de cocinado a fuego lento. Ahí es donde entra en escena el risotto. Pensemos que Harry y Sally comienzan su andadura en la universidad, cuando todavía eran unos "granos de arroz" sin cocinar y la vida seguía siendo un páramo por descubrir. Entonces comienza su historia...
Su relación va llenándose de experiencias, de discusiones, de diversiones, de gratos momentos, de días nublados, de elementos que, de una manera u otra van modificando su sabor: las setas, la cebolla, el ajo, el vino blanco, el queso... van proporcionando ese "toque"que les hace virar continuamente en sus decisiones. Lo que no saben, es que esa amalgama de ingredientes son los que acabarán por destapar sus verdaderos sentimientos. Sin ellos jamás estarían juntos. Jamás saldría un risotto...
Un proceso a fuego lento, durante muchos años (minutos en nuestro caso, por suerte) hasta que el triunfo del amor se ejemplifica en la fusión de los gambones. Happy end. Sin duda una de las mejores comedias románticas de todos los tiempos: por rápida, inteligente, ágil, divertida... Y un plato a la altura (o casi) de esta obra. Y que resumimos así: Meg Ryan fingiendo un orgasmo en la cafetería Katz's y a los de al lado diciendo: "Tomaré lo mismo que ella" No era un risotto de setas... pero como si lo fuera.
Un risotto de lujo, no sabia que se le llamaban angulas de monte aunque ahora lo entiendo todo. Delicioso!!
ResponderEliminarUn beso
Muchas gracias Raquel! Curioso el nombre, desde luego. Y un resultado espectacular. Un beso y gracias por pasarte por esta chifladura cine-culinaria! Estás en tu casa...
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