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martes, 12 de mayo de 2020

SPAGUETTI CON PESTO DE REMOLACHA Y NUECES (Pink Pesto)

Hoy te traigo un plato de pasta de lo más vistoso, colorido, sano y sorprendente, que no se diga. Una salsa pesto animada con remolacha, queso, nueces y albahaca fresca que catapultará a otra dimensión todos tus platos de pasta.  

Se trata de una variación de las clásicas salsas pesto verde y rojo (que son dos monumentos icónicos de la gastronomía, así en general) que más allá de su siempre llamativo aspecto, encierra un sabor de lo más peculiar e interesante para jugar y mezclar. Yo he usado nueces, pero podéis dejaros llevar y añadir avellanas, pistachos, almendras o piñones. La albahaca - cuyo aroma es irrepetible - puede modificarse por espinacas y tira de los quesos que más te apetezcan. Crea. Improvisa. Disfruta. 


Yo te dejo por aquí mi versión y luego tú ya te lanzas a la aventura. Te doy las cantidades del pesto como para unas 4-5 personas. Lo restante puedes, cómo no, reservarlo para otros platos de pasta o darle vida a unas pechugas de pollo y hacer una variante de esta propuesta mía de hace tiempo Pollo al pesto. Lo de siempre: yo te doy ideas, tú ejecutas.

Sin más rollos vamos a colorear de rosa este día, hitchcookian@s... ¡Mandiles arriba!


Ingredientes
  • 90 g de spaghetti por persona (nosotros usamos integrales) 
  • Agua para cocer 
  • Sal 
  • Albahaca fresca 
  • Parmesano rallado y pimienta negra recién molida 
Para el pesto de remolacha 
  • 200-220 g de remolacha cocida
  • 2-3 cucharadas de tomate concentrado 
  • 4-6 cucharadas de  aceite de oliva Virgen Extra 
  • 10-12 nueces peladas 
  • Queso curado y Parmesano rallado 
  • Albahaca fresca y orégano
  • Pimienta negra 
  • 1 diente de ajo 
Tiempo: 15 minutos

Elaboración del pesto
  1. Esta receta es bien sencilla, todo lo que necesitaremos tener a mano es una batidora y una olla alta para la pasta. 
  2. Echa en vaso batidor la remolacha y tritúrala un poco. 
  3. Añade el resto de ingredientes y tritura. El único truco aquí es probar para que des con el sabor y la textura que tú quieras. Debería quedar una pasta densa.
  4. NOTA: Si te va el picante o darle un chispazo a este pesto puedes añadir un poco de guindilla seca (pepperoncino) o unas gotas de Tabasco. 

Culminación del plato
  1. Pon a cocer abundante agua SIN SAL y desde luego SIN ACEITE. Añade la pasta que hayas elegido y ahora sí, lanza un buen pellizco de sal. Cuece según las instrucciones pero OJO que quede bien al dente que terminaremos su cocción junto con la salsa. 
  2. IMPORTANTE: Guarda como medio vaso de agua de la cocción de la pasta antes de escurrirla.
  3. Cuela la pasta y enseguida viértela dentro de la olla con el fuego moderado. Añade unas 4 cucharadas de la salsa pesto de remolacha y el agua de cocción reservada. Empieza a remover bien la pasta para que absorba el sabor y el color del pesto y el líquido casi se evapore. 
  4. Sirve los spaghetti calientes y corona con más queso Parmesano o curado por encima, unas nueces partidas y unas hojas de albahaca cortadas SIEMPRE con las manos. 


¡Que aproveche, hitchcookian@s!  


viernes, 14 de febrero de 2020

FOCACCIA DE NUECES Y CABRALES con aceite de romero y miel

Aprovechando el extenso suministro de Nueces de California que han tenido a bien concederme, se ha gestado una receta de altura panarra por estos lares. Una focaccia aderezada con nueces, queso Cabrales, tomates secos, romero fresco, miel... Un festival gastronómico y un inmortal bocado italiano que sin duda tienes que hacer, que probar, que descubrir, que catapultar a la estratosfera culinaria de tu paladar. Lleva su tiempo - que no cunda el pánico - pero te doy una versión sin amasado que hará de tus delicias y reducirá tus miedos y que extraigo y adapto de las sabios y adictivos vídeos de Las Recetas de Esbieta. Hay que animarse. Sí o sí.

La "focaccia" es un pan típico de la cocina italiana. Es un pan plano con harina, sal, levadura, aceite y agua. Sin más. Luego los "topping" pueden ser del corte que nos dé la real gana. Clásicos con ajo y romero, con mortadela de Bolonia, con verduras de temporada, con diferentes quesos, con pestos o tomates y patatitas... En fin, aquí el abanico que se abre es casi infinito. A vuestra elección lo dejo, pero jugad con las hierbas, con los sabores, con texturas, sin miedo. Esta receta es de lo más agradecida y os aseguro que una vez hecha, caerá una y otra vez.  

Nueces de California además celebra en el mes de Febrero #ElPoderdel3, tal y como señalan ellos las nueces son el único fruto seco con una cantidad importante de ácidos grasos de Omega 3, de origen vegetal, que contribuyen a mantener niveles normales de colesterol en sangre. Y desde aquí se trata de promulgar y divulgar alimentos sanos, de alto valor nutritivo y sobre todo, que nos hagan salivar en las más variadas recetas. Sin más nos arremangamos y nos metemos en harina, nunca mejor dicho, para confeccionar este suculento bocado. ¡Mandiles arriba!





Ingredientes

Para la focaccia
  • 470 g de harina de fuerza
  • 380 g de agua templada
  • 10 g de levadura fresca (o 3 g de levadura seca)
  • 10 g de aceite de oliva
  • 9 g de sal
Para el topping
  • 60 g de Nueces de California
  • 30 g de buen queso Cabrales
  • Cebolleta roja o chalotas 
  • 5-6 tomates secos en aceite de oliva 
  • Aceite de Oliva Virgen Extra, sal y agua
Para el aceite 
  • 2 cucharadas de aceite de oliva Virgen Extra
  • 2 cucharadas de agua
  • 1 cucharada de miel
  • Romero fresco o seco
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En un bol amplio desmenuza la levadura y añade el agua templada. Remueve bien hasta que se disuelva la levadura.

Añade el aceite de oliva y la sal y mezcla bien. Tamiza la harina (te puedes ayudar de un colador) sobre la mezcla e integra con una cuchara hasta que no haya ni rastro de harina. 

Tapa el bol y deja reposar la masa unos 20-25 minutos.

Pasado el tiempo dobla la masa en sobre. Es decir, coge de un lado y dobla hacia el centro. Así con los cuatro lados de la masa. Luego la volteas y vuelves a tapar el bol y a dejarla reposar 20 minutos.

ESTE PROCESO LO HAREMOS 3 VECES MÁS, doblamos en forma de sobre y volteamos la masa. Con sus pausas de 20 minutos para relajar la masa. Así que haz tus cálculos...

En la última tanda ya puedes guardar la masa en la nevera de 24 a 72 horas.

Al día siguiente saca la masa de la nevera y deja que se atempere, será más fácil manejarla, aunque tranquilidad, que no vamos a trabajarla, ya ha hecho su labor de alimentarse y llegar a la edad adulta en la nevera. 

Cubre una bandeja de horno con papel vegetal (que cubra bien toda la superficie). 

Unta bien el papel con aceite de oliva Virgen Extra, sin miedo - a ver, tampoco vuelques media botella de aceite - pero eso dará sabor y crujiente. Ayúdate de una brocha de cocina para extenderlo bien, asegurándote que cubres todo la superficie y que la masa está en contacto con el aceite.




Vuelca la masa encima de la bandeja, te untas ligeramente las manos con aceite y con MUCHA SUAVIDAD vas haciendo que cubra toda la superficie. Hunde ligeramente y con mucho mimo los dedos en la masa para irla estirando. NOTA: Si ves que cuesta un poco, deja que la masa se relaje unos 10 minutos.

Precalienta el horno a 250º con calor sólo de abajo durante 20 minutos. 

Vete disponiendo tu "topping" encima de la focaccia. Puedes poner lo que quieras, pero yo te recomiendo esta mezcla de nueces, queso Cabrales, cebolleta roja y tomates secos. 

Prepara el aliño con el aceite, el agua, el romero y la miel. NOTA: Te recomiendo que lo metas en un bote, lo cierres y lo agites bien para emulsionar la mezcla. 

Unta la focaccia con el aliño y espolvorea sal gruesa por encima. Esto ayudará a lograr una capa crujiente, ya que generará vapor dentro del horno.



Baja la temperatura del horno a 220º y pon calor de arriba y abajo.

Mete la focaccia y hornea durante 20-25 minutos.


Sirve la focaccia en trozos individuales y riega con un poco más del aceite y con unas nueces para lograr un bocado crocante y fresco a la vez. 

¡Que aproveche, hitchcookian@s! 


jueves, 23 de febrero de 2017

SPAGHETTI A LA CARBONARA (Receta original)

La Carbonara es un tipo de salsa italiana de lo más socorrida y sencilla de preparar, si se prepara bien, quiero decir. Hace unos meses pude asistir a una show-cooking de Pasta Garofalo con el Chef Gianni Pinto (aquí os dejo mi CRÓNICA) y pude tomar nota de ciertos trucos o técnicas. 

Como siempre en estos casos, conviene apuntalar que la salsa Carbonara original no lleva nata. Otra cosa es que tú quieras añadirla, pero debes saber que tendrás un italiano acechando en cada esquina.  Su untuosidad viene dada por el queso y la yema de huevo... 

También se debe señalar que se suele añadir champiñones o cebolla, ingredientes magníficos pero que nada pintan en la receta original. Insisto, cada cual es más que libre de "versionear" a su antojo los platos que quiera. El fanatismo culinario no es lo mío. Pero sabed que la receta clásica es mucho más jugosa y aromática, y si cabe, más fácil de preparar.

El tema del queso. Se suele añadir Pecorino romano o bien Parmesano, a veces la mezcla de ambos. Cualquier puede servir para este uso, aunque recomiendo efusivamente que sean quesos buenos y no bolsitas donde el queso brilla por su ausencia.

Y el tema de la panceta. Los italianos suelen usar Guanciale (una especie de chacina sin ahumar hecha con las carrilleras del cerdo) pero un buen pedazo de panceta nos hará el apaño para intentar ser lo más fieles posibles sin caer en grandes pecados.

Así pues hoy nos vamos a las entrañas de la cocina del país vecino para recrear una de sus populares salsas. Tiempo mínimo. Resultado extremo. ¡Mandiles arriba!

Spaghetti a la carbonara (receta original)

Ingredientes (2 personas)
  • 200 grs de spaghetti (en mi caso Garofalo
  • 50 grs de queso Pecorino o Parmesano 
  • 100 grs de Panceta 
  • 3 yemas de huevo M o 2 yemas de huevo L
  • Sal y pimienta negra molida 
  • Aceite de oliva Virgen Extra
  • Agua para la cocción

Tiempo: 10-15 minutos

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Mientras preparamos nuestra "carbonara" por un lado, vamos a ir dejando hechos los spaghetti. Así que al lío, que este plato se tarda poco en preparar pero hay que hacerlo bien.

Cocción de la pasta

Calentamos abundante agua en una olla alta SIN SAL NI ACEITE. La sal (1 gr o 1'5 grs por cada litro) la incorporaremos cuando empiece a hervir, si la echamos antes retrasamos la ebullición. Y si echáis aceite pasarán dos cosas: 1) un italiano morirá en alguna parte. 2) la salsa no se agarrará como es debido a la pasta.





Cuando empiecen los borbotones añadimos la pasta y dejamos cocinar según nos recomiende el fabricante de turno, aunque mi recomendación es que bajéis 2 minutos el tiempo que os digan. Necesitamos una pasta al dente y terminará de cocinarse con la salsa. La pasta "blandurria" no nos vale, nuestro morro es fino, no lo olvidéis...


La carbonara 

Por un lado troceamos la panceta (evitad si podéis el bacon troceado y envasado, vuestro carnicero os dará producto de calidad) y la freímos en una sartén sin aceite. La panceta irá soltando su propia grasa y es la que nos interesa. Dejaremos hasta que se dore bien.


En un bol amplio vertemos las yemas de los huevos y las batimos. 


Rallamos el queso Pecorino (si no tenéis podéis usar Parmesano) y mezclamos. Añadimos una buena cantidad de pimienta negra molida - fundamental - y sal al gusto. 


Ahora es el momento de incorporar los spaghetti a la sartén con la panceta. Les damos un buen salteado conjunto a fuego vivo, añadiendo un poco del agua de cocción. 


Apartamos del fuego y vertemos la mezcla de huevo, queso, sal y pimienta negra. Removemos bien para que se vaya haciendo ligeramente. NOTA: No se trata de que cuaje el huevo, sino que quede una mezcla muy cremosa. Podéis acercarlo al fuego levemente y remover a conciencia.


Ya sólo nos queda servir enseguida en platos hondos. Espolvoreamos un poco más de queso rallado y un poco más de pimienta negra. Blandimos el tenedor y disfrutamos, sin complicaciones. 

¡Que aproveche, hitchcookian@s! 

martes, 9 de febrero de 2016

PENNE RIGATE CON NUECES Y POLLO (Garofalo vs Nueces de California)

Hoy nos visitan dos buenos amigos de la cocina de The Hitchcook: pasta Garofalo y Nueces de California. Y vamos a mezclar ambos talentos culinarios en un plato muy completo, sencillo, sabroso y aromático. Y todo, cómo no, a cámara rápida.

Las nueces son una fuente de salubridad espléndida. Tienen una poderosa cantidad de antioxidantes, proteínas y fibra, y además "son el único fruto seco con una cantidad significativa de AAL, los ácidos grasos Omega-3 de origen vegetal, que el cuerpo necesita pero no puede producir" como nos apuntan en la web de Nueces de California. 

Por su lado la Pasta Garofalo posee una calidad y textura asombrosa de pasta seca de trigo, que mantiene todas sus propiedades nutricionales gracias a su minucioso y artesano proceso de elaboración. 

Como veis contamos con un dueto de protagonistas de lo maás beneficiosos para la salud y para colmar nuestros paladares y arreglarnos una comida rápida con un resultado espectacular. No hay excusas, si te gusta la pasta aquí tienes un caballo ganador. ¡Mandiles arriba!


Ingredientes (2 personas)

  • 150 grs de Penne Ziti Rigate Garofalo
  • 50 grs de Nueces de California
  • 200 grs de pollo (pechuga o contramuslo)
  • 100 ml de leche evaporada 
  • Ralladura de naranja 
  • Tomillo fresco
  • 2 dientes de ajo
  • Queso Parmesano rallado
  • Sal, pimienta negra y Aceite de Oliva
  • Agua para cocer la pasta
Tiempo
  • 20 minutos

Duelo de ingredientes de primerísima calidad..

Limpiamos el pollo y lo cortamos en trozo de bocado. Los salpimentamos generosamente (o al gusto, que yo soy un apasionado de la pimienta). Picamos finamente los ajos y los sofreímos ligeramente en una sartén con un poco de aceite. 

Cuando saquen su perfume a relucir añadimos el pollo y lo salteamos a fuego vivo. Que vaya cogiendo color. Incorporamos las nueces ligeramente troceadas. 


Sacamos las hojitas de tomillo de la rama y las añadimos a la sartén, que vayan soltando su aroma. En ese punto incorporamos la leche evaporada, la ralladura de la naranja y dejamos cocinar todo el conjunto suavemente unos minutos. 


Cocemos en una olla con abundante agua y sal (NADA DE ACEITE) la pasta hasta que esté al dente.


Pasamos los penne rigate directamente de la olla a la sartén con ayuda de una espumadera y añadimos si fuese necesario, algo del agua de cocción a la salsa. Mezclamos todos los ingredientes con suavidad, dejando que se relacionen entre ellos, que se conozcan, que se fusionen con naturalidad...


Servimos en platos hondos, espolvoreamos un poco de Parmesano rallado y decoramos con una ramita fresca de tomillo (ligeramente humedecida en aceite de oliva). Y no hay más. Una receta fantástica y sencillísima que te sacarán de más de un apuro. 

¡Que aproveche, hitchcookian@s! 

lunes, 4 de enero de 2016

ÑOQUIS DE ESPINACAS (Platoon)

Empezamos el año preparando unos maravillosos ñoquis muy típicos de la cocina italiana, aunque hay variantes en otros países. Los ñoquis (gnochi) son un tipo de pasta que generalmente se prepara con patata, harina y queso Ricotta. Nosotros vamos a salirnos ligeramente de la tradición y llenarlos de verde con unas espinacas cocidas.

Esta receta requiere trabajo manual e ir mirando las cantidades según "palpemos" el producto hasta dar con la textura deseada. Es un plato muy ameno de preparar y con multitud de posibilidades (también se pueden preparar con calabazas, castañas, remolacha...) El truco, como siempre, está en hacernos con buena materia prima para asegurarnos el resultado exitoso. En esta ocasión le pido a Oliver Stone que me preste su gran pieza bélica (o anti-bélica, mejor dicho) "Platoon" para realizar nuestra comparación gastro-cinéfila. Todo listo para la contienda... ¡Mandiles arriba!

ÑOQUIS DE ESPINACAS
ÑOQUIS DE ESPINACAS

Ingredientes (4 personas)

  • 250 grs de queso Ricotta 
  • 150 grs de espinacas cocidas
  • 80-90 grs de harina
  • 1 chalota
  • 1 huevo tamaño M
  • Queso Parmesano rallado
  • Mantequilla 
  • Nuez moscada y albahaca fresca
  • Sal, pimienta negra y Aceite de Oliva 
Tiempo
  • 40 minutos
Película comparada (Tras receta)
  • "Platoon" (Oliver Stone - 1986)


Lo primero de todo será cocer las espinacas. Para ello podemos o hervirlas en agua o - como fue mi caso - cocerlas al vapor. Cualquier opción es válida. Luego las escurrimos bien y las reservamos hasta que les toque salir a escena.


En una sartén derretimos un poco de mantequilla y sofreímos la chalota muy picada. NOTA: Si no tienes puedes sustituirla por un diente de ajo y una cebolleta pequeña. Pochamos durante 5 minutos.

Añadimos las espinacas y dejamos que se sequen otros 5 minutos salteando a fuego vivo. Salpimentamos y rallamos un poco de nuez moscada por encima. Apagamos el fuego y dejamos que se atemperen.


En un bol echamos el queso Ricotta y lo aplastamos bien con un tenedor. Añadimos el huevo, abundante queso Parmesano rallado y las espinacas templadas. Removemos bien todo el conjunto. Con ganas, con energía, con ese savoire fâire que sé que tenéis...

Incorporamos harina y mezclamos hasta conseguir una pasta manejable y compacta. NOTA: Si veis que la masa os queda demasiado húmeda, id añadiendo harina poco a poco hasta tener una textura que podáis manipular con las manos. Pero recordad que deben quedar esponjosos, no apelmazados y duros, porque entonces su textura en boca no será muy agradable.


Ponemos agua a cocer con un poco de sal. Vamos formando los ñoquis con las manos (yo les di forma de croqueta, aunque podéis adaptar la forma y tamaño a vuestro gusto) y los sumergimos en el agua por tandas. Cuando suban a la superficie contamos 1 minuto y los vamos escurriendo. 

Para el emplatado. Disponemos cinco ñoquis en un plato amplio. Rallamos un poco de Parmesano por encima de cada uno y rociamos con un hilillo de aceite de oliva Virgen Extra. Terminamos decorando con una hoja de albahaca fresca y lavada. ¡Que aproveche, hitchcookian@s! 

Película ideal para degustar este plato
PLATOON
("Platoon" de Oliver Stone - 1986)


Con el verde predominando por toda la espesura del plato, los engranajes alocados de mi mente han empezado a girar en busca de un film acorde con la receta. Tal vez la extraña visión de "camuflaje" de los ñoquis le haya llevado inexorablemente hacia la jungla de Vietnam, hacia el infierno verde. Y en ese subgénero bélico (creo que ya lo podríamos considerar un género en sí mismo) hay infinidad de buenas - y malas - obras. Por supuesto "Apocalypse now" (Cine-receta) se alza orgullosa como la pieza clave, pero le siguen de cerca enormes acercamientos al horror como "La chaqueta metálica" (Cine-receta), "El cazador" o "La escalera de caracol" y la que hoy nos ocupa: "Platoon", toda una radiografía visual y psicológica de la guerra.

Primera de la llamada "trilogía de Vietnam" por parte de Oliver Stone (luego le seguirían "Nacido el cuatro de Julio" y "Entre el cielo y la tierra", muy menores a nuestra protagonista) esta película se adentra en la jungla para mostrarnos sin tapujos y a tumba abierta las miserias de la guerra y de las relaciones entre los soldados destinados. El realismo del que hace gala es notable, y en parte se debe a que se trata de una vivencia real del director. Stone estuvo en el infierno verde y supo trasladar toda la crueldad bélica y humana (o inhumana) de la contienda a la pantalla. Un buen guión hace de base sólida (no en vano Oliver Stone fue primero guionista de piezas maestras como "El expreso de medianoche" o "Scarface: el precio del poder"), a lo que hay que sumar una magnífica dirección que se mete de lleno en las trincheras y barracones, unas muy buenas interpretaciones (donde destacan los oficiales Tom Berenguer y Willem Dafoe) y una gran dosis de acción y momentos estelares que ya forman parte de la memoria cinéfila: la persecución y el acribillamiento del amable sargento Elías mientras alza sus brazos al cielo... 

"Platoon" es, probablemente, la mejor película de Oliver Stone. Desde luego es la más personal y eso la hace destacar por encima de su amplia e irregular filmografía (se han mezclado grandes obras como "JFK", "Salvador" o "Wall Street" con mediocridades del corte de "World Trade Center"o "Alejandro Magno"). Es una declaración antibelicista en toda regla, sin tapujos, sin medias tintas. Los personajes sufren y no se dejan llevar por filosofías ni por debates morales: han ido a la guerra y quieren volver vivos a casa. Punto. Toda la historia la vivimos desde el punto de vista del novato Charlie Sheen (cuando todavía parecía un actor serio) que aterriza en mitad de ninguna parte y se verá inmerso en una contienda incomprensible regida por dos sargentos con visiones dispares. Es la confrontación entre el egoísmo y la camaradería. Dos hombres. Dos formas de vivir y de matar. Un fuego cruzado de gran contenido emocional y que obliga a decidir un bando en medio del horror. 

Todo el elemento "verde", otorgado por las espinacas cocidas, se nos muestra como el uniforme de camuflaje que se confunde con la jungla vietnamita. Pero yendo más allá nuestra receta se presenta como un pelotón ("Platoon" en inglés) de soldados, de compañeros, de camaradas. Los ñoquis se arremolinan en la trinchera del plato y conforman un grupo "humano" inseparable. En la guerra es vital, dependes del de al lado para sobrevivir, y así acaban transformando su convivencia en una relación familiar. Con sus momentos buenos, sus discusiones, sus traiciones, sus cambios de sabor y de textura... 

Visto desde el punto de vista evolutivo de la historia - el hilo conductor es la llegada de un novato a las entrañas del infierno - nuestra receta se va creando y endureciendo a medida que los acontecimientos van trastocando su personalidad: batallas, peleas entre compañeros, pueblos devastados, asesinatos... Todo se inicia con el aterrizaje de esa nueva "partida" de carne fresca (los novatos o las espinacas) en el hervidero u olla de la contienda. Son frágiles, inexpertos, están verdes aún... Pero poco a poco el amasijo que se va preparando en el bol (o en los improvisados campamentos) les van haciendo cambiar su visión mostrándoles la maldita realidad. Una crueldad dada por la harina, el huevo en crudo, el queso, la chalota... Esa mezcla de personajes-ingredientes condiciona su mente y, por lo tanto, su aspecto exterior: la mirada ingenua y aterrada de los inicios va volviéndose directa, inmutable, vacía, devastadora... 

Así lo que antes eran unas simples y sosas espinacas cocidas acaban por transformarse en formas firmes, compactas, que sufren el hervor del agua y de la guerra (fantástica la batalla nocturna que rueda Stone) para terminar de cocinarse y de tomar partido por un bando. En el plato vemos a nuestro "pelotón de ñoquis" junto pero enfrentado, simbolizando ese gran conflicto psicológico del que hace gala la película: el bien contra el mal. Al final hay que posicionarse, hay que mojarse, hay que hacer justicia... Y vivir el resto de tu vida con las consecuencias de tus actos.

"Platoon" se alzó con 4 merecidos Oscars (incluyendo director y película) y se convirtió por méritos propios en una película referencia en el género bélico. Stone supo sacar todo el partido a un fantástico elenco de actores (les hizo entrenar durante semanas en un complejo militar) y nos catapultó a las vísceras de Vietnam con potencia visual, ritmo narrativo y un sonido difícil de olvidar. Nuestros ñoquis patrullarán por la cocina, camuflados, acechando en cada rincón de la mesa... Y tú tendrás que decidir en qué lado estás: dejarlos vivir o comértelos. Eres el sargento Barnes o Elias. Empieza la guerra... 

miércoles, 16 de diciembre de 2015

SPAGHETTI CON LANGOSTINOS Y CHIRLAS (La dolce vita)


Hoy nos toca pasta. Y cuando toca pasta siempre hay que pensar en salsas y condimentos para darle vida y llenar de sabores nuestro paladar: pesto, boloñesa, pommodoro, napolitana... Cualquiera es ideal para engrandecer un buen plato de pasta. En esta ocasión tiramos del mar para confeccionar este plato tremendamente aromático. Langostinos y chirlas dominan el cartel de esta cine-receta.

Como no podía ser de otra forma, aquí usamos Pasta Garofalo para garantizarnos calidad. Que no se trata de desmerecer un producto tan fresco como el marisco que tenemos. He optado por Spaghetti, pero con esta salsa nos valdría cualquier tipo de pasta seca o fresca: farfalle, tagliatelle, casarecce, penne, rigatoni... Yo os doy la idea, vosotros la hacéis propia. 

Para la ocasión le he pedido al gran Fellini que me preste su obra "La dolce vita" para realizar la comparación gastro-cinéfila. Ese toque picante y el protagonismo de nuestros dos mariscos simbolizan perfectamente una de las joyas del cine europeo y mundial. ¡Mandiles arriba!

SPAGHETTI DE LANGOSTINOS Y CHIRLAS

Ingredientes (2 personas)
  • 180 grs de spaghetti Garofalo 
  • 250 grs de langostinos crudos 
  • 250 grs de chirlas
  • 20 tomatitos pera (o 2-3 tomates maduros)
  • Perejil fresco picado o albahaca fresca
  • 2 dientes de ajo
  • Peperoncino (guindilla)
  • Caldo de pescado (cabezas, huesos, espinas...)
  • Sal, orégano, pimienta negra y Aceite de oliva
Tiempo
  • 30 minutos
Película comparada
  • "La dolce vita" (Federico Fellini - 1960) ---- Tras receta


El caldo o fumet de pescado

Lo primero de todo es dar sabor a la pasta. Por supuesto que podemos cocerla con agua y sal (NADA DE ACEITE) pero en esta ocasión, al ser muy marítimo el plato vamos a potenciar su sabor aprovechando las cabezas de los langostinos, una cabeza de cabracho que deambulaba por el congelador, un poco de verdura y perejil. 

Pelamos los langostinos y ponemos a sofreír en una olla las cabezas y las cáscaras con un poco de aceite. NOTA: Yo suelo añadir un chorrito de Brandy para flamearlo pero no es obligatorio.

Ponemos las chirlas en un bol con agua y sal para que suelten la tierra.

Añadimos las verduras (cebolla, puerro, apio, nabo... lo que tengáis) y unas hojas de perejil fresco. Echamos la cabeza de pescado (o los huesos de rape, por ejemplo) y cubrimos de agua. Salpimentamos y dejamos hervir suavemente durante 30 minutos. NOTA: Hay que ir desespumando para eliminar las impurezas que van saliendo a flote.

Colamos y reservamos. Esa será nuestra base para cocer la pasta.

La salsa

En una sartén con 2 cucharadas de aceite freímos ligeramente los dientes de ajo laminados. Enseguida añadimos los langostinos pelados, salteamos brevemente e incorporamos los tomates y un poco de agua, para ayudarles en la cocción.



Salpimentamos y añadimos un poco de orégano. Removemos con suavidad y dejamos reducir.

Colamos las chirlas y las incorporamos a la sartén. Tapamos y cocinamos a fuego suave hasta que se abran por completo. 


Cocemos la pasta (este paso lo podemos hacer previamente, calculando el tiempo de cocción) en el caldo de pescado hasta que nos quede al dente.

Incorporamos la pasta a la sartén directamente desde la olla (todo el líquido que caiga será bien recibido para mejorar la cocción y que se empasten los aromas) y mezclamos con cuidado. Espolvoreamos perejil fresco picado y listo. 

Emplatamos en platos hondos y regamos bien con la salsa. Opcionalmente podemos añadir un poco de peperoncino (o guindilla seca) por encima para catapultar aún más los sabores. Blandid el tenedor y a por ellos. ¡Que aproveche, hitchcookian@s! 

Película ideal para degustar este plato
LA DOLCE VITA
("La dolce vita" de Federico Fellini - 1960)

Huele a Italia. Huele a las calles romanas. A esas noches de donde se entremezclan seres de lo más variopintos por las venas de la Ciudad Eterna. En esta ocasión me he dejado llevar por el puro sentimiento italiano del plato para hallar un reflejo cinematográfico a la altura. Enseguida me asaltaron varios nombres, varias obras, pero viendo el toque "picante" de la receta, su maraña de pasta y el protagonismo de dos ingredientes por encima del resto, mi mente turbada se fue a "La dolce vita" de Fellini.

Primera colaboración del tándem Fellini-Mastroianni (luego vendrían joyas como "Fellini 8 1/2", "Ginger y Fred" o "La ciudad de las mujeres") que supuso todo un éxito de taquilla, premios y público. Aunque vino cargada de una buena dosis de polémica social. En España no se estrenó hasta 1980, y todo dado por la sátira descomunal de la burguesía y a la aristocracia, por la banalidad del star-system, por la hipocresía reinante en la sociedad, por la obscenidad humana... Dardos demasiado envenenados para una época de censura y falsedad.

"La dolce vita" se sitúa justo después de las obras más neorrealistas de Fellini como las mágicas y sublimes "La Strada" o "Las noches de Cabiria", y justo antes de piezas más simbolistas, visualmente arrolladoras y surrealistas como "Giulietta de los espíritus" o "Fellini 8 1/2". Ese punto medio en el que el autor de alma romana empieza a afilar su pluma y su cámara para desentrañar las miserias del hombre social. Para ahondar en esa falsa felicidad reinante, en ese escaparate de lujo que esconde auténticos despojos humanos. Su ojo clínico se cita en su ciudad, Roma, para embaucarnos en un viaje por sus entrañas más desconocidas. Esta película es el punto medio en la filmografía de Fellini y sirve para comprender su primera etapa, en la que se valía de la realidad para criticar aspectos deshonrosos de la sociedad y la burguesía italiana.

La película nos habla de Marcelo Rubin (el inconmensurable Mastroianni), un periodista de sociedad (aquí se acuña el término "paparazzi" - dado por el nombre del fotógrafo Paparazzo - y que hoy en día se asimila al reportero gráfico y entrometido del corazón) que se mueve sin ningún tapujo ni moralidad por la farándula de la nobleza nocturna cubriendo noticias mundanas y personalidades vacías, al tiempo que pasea su amor en relaciones esporádicas. Pero de pronto da con la gran primicia: la llegada a Roma de una popular estrella de cine (la voluminosa Anita Ekberg), a la que acompaña por diferentes fiestas y eventos de la alta sociedad, con el fin de obtener un poderoso artículo. 

Nuestra receta, como decía al principio, huele a Italia, a Roma. A esas fiestas de Via Veneto, a esa maraña de spaghetti serpenteando por las ciudad del plato y copada de personajes variopintos. La película está troceada en episodios diferentes - sin un hilo de conexión sólido - que nos dan muestras de un nuevo lenguaje cinematográfico, basado en experiencias salteadas, en retales de un cuadro que sólo podrá ser admirado por completo al finalizar la ejecución o cocinado.

En ese mundo limitado por los bordes del plato o de la sartén, se dan cita numerosos seres de la aristocracia romana, que en nuestra alocada mente mutan en tomatitos cherry (o pommodorini). Personajes-ingredientes cortados por el mismo patrón, iguales a la vista, que se mueven por la olla entre bailes de sofrito y hervores veraniegos. Un grupo de elementos que representan por su intenso rojo la pasión, la ambición, la hipocresía, el envilecimiento... destacan por su tono y por estar bañados de ese punto intenso que les otorga el ajo. 

Por entre sus jugos se entremezcla uno de los dos grandes protagonistas del plato-película: el langostino, para nosotros Marcelo. Ese reportero hastiado que poco a poco se va dejando cocinar por los saraos aristocráticos del tomate y que, a fuerza del calor del verano y de la sartén, se va creando una coraza. Como buen periodista del corazón no tiene escrúpulos, todo le resbala, se funde con la alta sociedad para extraerle las miserias, el horror de sus vacías existencias...

Pero de pronto topa con una diva, una joven tentación de sinuosas curvas, cubierta por una concha y que oculta el pecado dentro. Esa chirla simboliza la presencia de la voluminosa actriz Sylvia - mágica, sensual, inocente, que no se abre con facilidad - que atrapa al langostino Mastroianni. Juntos pasearán - o se cocinarán - por las calles de una Roma decadente, dominada por la lascividad - otorgado por el picante del peperoncino - de la sociedad que borbotea en la sartén. Poco a poco se irá abriendo y dejándose seducir por ese marisco galán, mientras la salsa la baña como si de una Fontana Di Trevi culinaria se tratara...

Esta obra felliniana es una joya narrativa, una radiografía sin tapujos y una descomunal sátira de la vida y el ser humano, que ha pasado a la memoria cinéfila por méritos propios. La mezcolanza de elementos - comedia, drama, documental...- le hace asemejarse a nuestro plato, donde confluyen variedad de ingredientes, aromas, texturas y matices. A lo largo del cocinado viajaremos por Roma, visitaremos sus rincones más ocultos, nos deslumbraremos con sus luces y seremos testigos de las miserias de la alta sociedad. En nuestra mano está dejarnos tentar por "la dolce vita" de la pasta...