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miércoles, 14 de noviembre de 2018

TORTILLA DE PATATAS Y BACALAO

No te quiero robar más tiempo del necesario en la lectura, porque cuando veas la foto sólo pensarás en hacer esta Tortilla de Patatas y Bacalao al momento. Te vale para cenar y para tener un tupper maravilloso al día siguiente en el tajo. Si es que puedes resistir la tentación, claro...

Sólo apuntar dos cosas: las migas del bacalao las puedes comprar ya desaladas  o las puedes desalar en casa. Para ello coloca las migas en un cuenco con agua durante 30-35 minutos. Enjuaga bien y sécalas. Si fuese un bacalao entero es otra película, pero nos centramos en la sencillez del plato... Y como segundo apunte no escatimes en productos de calidad. Cocinar unas buenas patatas en otro aceite que no sea de Oliva Virgen Extra roza casi el delito federal. Así que mima tus ingredientes...

Por supuesto que puedes añadir algún que otro ingrediente a esta receta: un poco de ajo en el aceite para aromatizar, un poco de perejil picado cuando la cuajes, espinacas rehogadas... Mira tu nevera, ella te dirá qué hacer... Pues poco más que añadir. ¡Mandiles arriba! 


Ingredientes:
  • 3-4 patatas grandecitas
  • 200 g de migas de bacalao desaladas
  • 5-6 huevos L
  • 1 cebolla
  • Aceite de Oliva Virgen Extra
  • Sal
Tiempo: 30 minutos

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Pelamos las patatas y las troceamos. O bien en trocitos, pequeñas láminas, daditos... Lo importante es que no sean muy grandes para homogeneizar la fritura.

Ponemos las patatas en un cuenco con agua para que suelten el almidón. Pasados unos 10-15 minutos enjuagamos y secamos a conciencia, que como queden restos de agua saltará el aceite.


Ponemos una sartén honda al fuego con aceite de oliva Virgen Extra. La cantidad no debe ser abusiva pero tampoco quedarnos cortos. El ojo es tu mejor aliado en este punto. Cuando esté caliente añadimos primero la cebolla y rehogamos unos 10 minutos para que coja color. 

Luego añadimos las patatas troceadas, añadimos sal, y subimos la potencia removiendo sin parar. Cuando coja caña, bajamos el fuego y tapamos la sartén. 


Dejamos confitarse a fuego bajo hasta que las patatas estén tiernas. NOTA: Importante vigilar siempre nuestro plato y darle vueltas y ayudarle a cocinarse por igual y evitar que se queme.


Sacamos con una espumadera las patatas y la cebolla cocinadas para evitar todo resto de aceite. También los puedes poner en un colador con un cuenco abajo para que suelten el exceso de grasa.

Batimos los huevos en un bol amplio y añadimos la patata y la cebolla. Removemos bien. Vertemos igualmente el bacalao desmigado y mezclamos.


Ponemos una sartén antiadherente al fuego con una cucharada del aceite de la patata y cuajamos por un lado. Volteamos con ayuda de un plato y cuajamos por el otro lado. NOTA: El gusto del cuajado me temo que depende única y exclusivamente de ti, amig@ mío... 

Servimos, cogemos un tenedor y disfrutamos de lo lindo.

¡Que aproveche, hitchcookian@s!

martes, 2 de septiembre de 2014

TORTILLA DE PATATA, BERENJENA Y CALABACÍN

INGREDIENTES 
4-5 huevos medianos
3 patatas medianas
1 berenjena (no muy grande)
1 calabacín mediano
Aceite de Oliva (de calidad)
Sal y pimienta

Tiempo: 1 hora
Película comparada (abajo): PLÁCIDO (Luis García Berlanga, 1961)

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La tortilla de patata... Esa delicia culinaria nuestra que ha navegado de generación en generación satisfaciendo estómagos. Es casi como la primera lección a aprender en cocina y, sin embargo, sigue siendo un misterio. Todos tenemos los trucos heredados de madres y demás, que la hacen única, irrepetible, incomparable... 

Lo único cierto es que sólo podemos rendirnos ante sus encantos y probar a mejorarla cada vez. En esta ocasión mis suegros me trajeron una berenjena y un calabacín de Candeleda (Ávila) que estaban llamadas a la gran pantalla. Debían estrenarse por todo lo alto, y qué mejor manera que formar parte de este titán culinario.

Una buena ensalada de tomate (del de verdad, digo) con un poquito de sal y aceite terminan por redondear este plato tan añejo como nuevo, que nunca dejará de hacernos salivar. 

Sssssh, silencio... se cocina.

Guión: creando los personajes

Lo primero de todo es dejar listos los ingredientes para empezar a trabajar con ellos. Por un lado cortamos en daditos la berenjena y la ponemos en un colador. Espolvoreamos bastante sal y dejamos que sude a su ritmo durante media hora. 

Hacemos lo mismo con el calabacín. Así logramos que suden y eliminen gran parte del agua que contienen. Mientras hacemos este proceso nos ponemos con las patatas.


Pelamos las patatas y las lavamos bien. Secamos (importante). Vamos sacando láminas de un 1-2 cms de espesor. Aquí ya al gusto, podéis pegar la tajada que más os plazca o la que haya sido herencia familiar y las colocamos en un bol y echamos un poco de sal.

Dirección: empieza el rodaje

Sacamos dos sartenes a escena. En una vamos a freír las patatas. Para ello echamos bastante aceite de oliva de buena calidad (que luego se nota en el resultado final, creedme) Añadimos las patatas saladas y dejamos que se vayan cocinando a fuego bajo. Esto llevará unos 20 minutos.

En la otra sartén echamos un poco de aceite y vamos a pochar la berenjena y el calabacín. Al principio a fuego más bien fuerte y luego lo bajamos, tapamos la sartén u olla y dejamos cocinar otros 20 minutos. Iremos removiendo de vez en cuando para comprobar que se van cocinando pero no quemando, que no nos interesa nada.

Cuando la patata esté hecha la sacamos y la pasamos a la sartén de las verduras y removemos unos dos minutos para luego retirar del fuego. 

 

Con todo ya bien pochado llega el momento de salpimentar 4 huevos y batirlos bien. Añadimos la patata, la berenjena y el calabacín y removemos para mezclarlo todo bien.


Hora de la verdad

En una sartén antiadherente echamos un poco de aceite de oliva y calentamos. Incorporamos la mezcla y cocinamos a fuego medio-alto durante 5-6 minutos. NOTA: Cuando agitemos la sartén y veamos que la tortilla empieza a bailar, separándose de los laterales, es el momento de darle la vuelta.

Con maña, fuerza y autoconfianza giramos la sartén sobre un plato. Añadimos otro poco de aceite a la sartén y echamos la (media) tortilla. Dejamos que se cocine otros 5-6 minutos.

 

NOTA: Dependiendo de si os gusta más o menos cuajada habrá que variar la cantidad de huevos y el tiempo de cocinado. Yo la hice cuajadita, que es como se estila por estos lares.

¡Y lista! Ya sólo nos queda presentarla en un plato vistoso, coger un cuchillo y sacar cuartos, dados o lo que os venga en gana. Pensad que ya estaréis salivando, así que cuanto antes... mejor. ¡Que aproveche, hitchcookianos! 

Película ideal para degustar este plato

PLÁCIDO
(Luis García Berlanga, 1961)

Estaba meridiano. En esta ocasión poca búsqueda en el disco duro mental he tenido que hacer. La ecuación era nítida: tortilla de patatas era igual a cine español. Y si hablamos del cine patrio, no hay otro nombre más grande que el de Luis García Berlanga. Como tenemos en cuenta que nuestra receta habla de uno de los más inmortales y genuinos platos de la cocina española, había que rendirle un culto a la altura. La filmografía es larga y maestra (en muchas ocasiones) pero el tono humilde, tan pegado a la calle y con aromas a neorrealismo me han llevado en motocarro hacia Plácido.

El listado o legado de Berlanga es de los grandes. Él fue uno de los artífices de expandir nuestro cine, abrirlo al mundo, desnudarlo y sortear con maestría a la condenada censura de antaño. Junto a él nombres como Rafael Azcona (su fiel pluma), Juan Antonio Bardem (Calle Mayor) o Marco Ferreri (El pisito), componen ese ariete artístico que buscaba reflejar la cruda realidad de la época a través del visor de su cámara al tiempo que hacían regates y requiebros a la mano implacable del Regímen. Y lo lograron, con una habilidad increíble, plausible. Dieron toda la cera que quisieron, criticaron, humillaron, condenaron, se rieron e ironizaron con todo lo que no era plato de su gusto. Y el censor... ni lo olió.

En el año 61 Berlanga estaba en la cima de su talento creativo. Tras el éxito de crítica y público de Bienvenido Mr. Marshall se sumaron piezas clave como Calabuch o Los jueves, milagro (ver receta) y comenzaba la década de los sesenta, asestando un golpe letal a la sociedad burguesa (como siempre) En esta ocasión, lanza una premisa tan cómica como diabólica: un grupo de señoronas adineradas deciden crear una campaña navideña como gesto de "bondad" en la cual deciden "sentar a un pobre en su mesa" con el fin de que comparta por un día las virtudes y comodidades de la clase alta.

Este dardo envenenado sirve de motor de arranque para una radiografía cruel y descarnada de una sociedad moribunda. Y lo ejemplifica en ese gran Cassen, un pobre diablo que va a participar en la cabalgata festiva montado en su motocarro, pero antes debe pagar la última letra. Un argumento tan simple, tan afilado, tan mordaz, tan inteligente... que os aseguro os clavará a la silla de principio a fin. Os hará reír, y os emocionará. Puro Berlanga. 

Nuestra receta goza del aroma español por los cuatro costados. Es una receta berlanguiana en todo su potencial: humilde, sencilla en apariencia pero que alberga en su interior un sinfin de sentimientos, emociones, sensaciones y sabor. Digamos que hasta que uno no clava el tenedor (o la cámara) en las entrañas de esa obra de arte, no es capaz de valorarla. 

Los ingredientes utilizados provienen además de un pueblo (Candeleda) que en ojos de un hitchcookiano bien pudiera parecer el telón de fondo de alguna obra del genial cineasta. Esa tierra trabajada por el hombre, donde las callejuelas encierran secretos de familias y toda la comunidad vive sabiendo la vida de los demás. Para bien y para mal. Que hacen piña para recibir al comité americano o se mofan de la pobreza humana, como en Plácido.

Berenjena, calabacín, patata, huevo... Ingredientes-personajes ocultos a nuestra vista puesto que han sido extraídos de la misma esencia de la naturaleza (como las creaciones de Berlanga), tan verdaderos y creíbles, tan sabrosos y tan poco parecidos a los de ciudad, que en cada bocado o visionado uno siente que entra en contacto con la realidad. Sin tapujos. Sin filtros. Sin falsedades. El sabor sin distorsiones. Como en Plácido, donde Berlanga y Azcona consiguen vapulear a una sociedad hipócrita y retorcida extrayéndonos una sonrisa. Y eso, sinceramente, no es nada fácil.

¡Viva la tortilla de patata! ¡Viva Plácido! ¡Y viva Berlanga, uno de los mejores cocineros de realidades de la historia del celuloide! 



miércoles, 18 de junio de 2014

FRITTATA DE CHAMPIÑONES, BACON Y TOMATE (Cena#40)

INGREDIENTES (3-4 personas)

250 grs de champiñones
2-3 lonchas de bacon
1 tomate
1 diente de ajo
4 huevos
Queso cheddar
Menta fresca
Aceite de oliva
Sal y pimienta

Tiempo: 20 minutos

Como estamos todos con la fiebre futbolera subida, y nos perdemos en eventos socio-gastronómicos para tal ocasión, hay que pensar en las prisas y en las pocas ganas de cocinar. Los piscolabis hogareños son socorridos, y las tortillas suelen tener un papel bastante protagonista: fáciles, deliciosas  y rápidas de hacer y comer. Hoy nosotros vamos a salirnos un poco de la rutina (bendita rutina, por cierto) y vamos a italianizar el convite. La frittata es la versión del país vecino de la tortilla francesa, que suele ir rellena y se termina de cuajar en el horno. Habrá mil opciones, variantes, propuestas... aquí va una de tantas, luego vosotros le dais vuestro toque maestro. ¡Mandiles arriba!

1. Precalentamos el horno a unos 180º. Lavamos los champiñones bajo un buen chorro de agua fría (otra opción es sumergirlos en agua con limón, pero cogen más agua) Los secamos y los laminamos.

2. En una sartén con un poco de aceite sofreímos ligeramente el diente de ajo picadito. Añadimos los champiñones y salteamos. Que suelten todo el agua, que no nos interesa nada de nada.

3. Unos minutos después incorporamos el bacon en láminas o trozos (a vuestro gusto) y removemos bien. Que se hagan un poco, que no necesitan mucho tiempo... 

4. Batimos los huevos con fuerza, los salpimentamos y los vertemos en la sartén. Removemos toda la mezcla y dejamos unos 3-4 minutos hasta que se cuaje la parte de abajo.

5. Colocamos por encima de la frittata las rodajas de tomate, las lonchas enteras de bacon y queso Cheddar (o queso rallado, el que tengáis por la nevera, seguro que sale genial) Metemos la sartén en el horno y dejamos que se termine de hacer y que se derrita el queso unos 10 minutos.

6. Sacamos con cuidado extremo (quemarse está prohibido) y espolvoreamos un poco de menta picada. 

7. Tenemos dos opciones de emplatado: presentarlo directamente en la sartén, que queda más artesanal, o volcamos la frittata en un plato grande (al estilo de la tortilla de patata de toda la vida) Vosotros mandáis, no lo olvidéis nunca. 

¡Que aproveche, hitchcookianos! 
¡No olvidéis comentar la receta, será mejor con vuestra ayuda!