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viernes, 16 de octubre de 2015

ARROZ A LA CUBANA CON PLÁTANO FRITO (El Padrino. Parte II)

Hoy la receta tiene aires mafiosos. Aunque no posea tintes de la cocina ítalo-americana, su mezcla de ingredientes o historias y los elementos cubanos como el plátano o de la salsa de tomate (muy a la italiana) me llevan al núcleo de la familia Corleone. Este "Arroz a la cuba" es todo un clásico de la cocina y cada cocinero tendrá sus propios trucos, gustos, apaños o técnicas para prepararlo (con salchichas, con bacon, con huevo escalfado o revuelto...). Aquí os dejo mi versión "gangsteril" para que os sintáis un verdadero "padrino culinario"... ¡Mandiles arriba!

ARROZ A LA CUBANA CON PLÁTANO FRITO
INGREDIENTES (2 personas)

150-160 grs de arroz integral (o blanco), 2 huevos, 4 plátanos, 1 bote de tomate entero, 2 dientes de ajo, 1 cebolleta, Albahaca y orégano, 1 cda de tomate concentrado, Sal y pimienta negra molida, Aceite de Oliva, Agua para cocer el arroz


Tiempo de preparación: 40 minutos 
Tiempo de cocción: 30 minutos

Película comparada: "El padrino. Parte II" (TRAS RECETA)

El arroz integral

Dejamos reposar el arroz integral en agua fría unos 30 minutos. Ello nos ayudará a ablandarlo. NOTA: Yo he optado por usar arroz integral. Si bien lleva más tiempo de preparación y cocción (es más duro) resulta más beneficioso y saludable. Lógicamente podéis usar arroz blanco.

Echamos en una olla amplia 2 medidas y media más de agua (o caldo) que de arroz (en arroz blanco sería 2 medidas de líquido por 1 de arroz) Incorporamos el arroz y llevamos a ebullición. Lo dejamos cocinar unos 40 minutos (el blanco serían unos 20 minutos) a fuego suave con una pizca de sal. Cuando termine la cocción dejamos reposar 5 minutos.

NOTA: Podemos sofreírlo posteriormente en una sartén con aceite y un par de dientes de ajo laminados muy finamente. 

Y mientras tanto...

La salsa de tomate

En una sartén ponemos a calentar 2 cucharadas de aceite de Oliva. Añadimos el ajo cortado en láminas y sofreímos ligeramente. 

Incorporamos la cebolleta picada en bruonise y dejamos rehogar unos 15 minutos a fuego moderado.

Echamos el tomate concentrado o puré de tomate y mezclamos. 

Momento de añadir el tomate entero con su jugo. NOTA: Añadimos un poco de azúcar si vemos que es necesario corregir la acidez. Espolvoreamos albahaca y orégano, salpimentamos y dejamos cocinar todo el conjunto unos 25-30 minutos a fuego suave. 

El plátano y el huevo

Pelamos el plátano y lo cortamos por la mitad. Los enharinamos ligeramente. Calentamos una sartén con aceite y los freímos bien hasta que se doren. Sacamos a papel absorbente. 


En la misma sartén freímos los huevos, salpimentamos la yema y dejamos cuajar a nuestro gusto. Preferiblemente con la yema húmeda para que se mezcle con el arroz y conseguir un sabor supremo.

Emplatamos el arroz con la salsa de tomate a un lado, los plátanos fritos a otro y coronando la cima el huevo frito. Por supuesto que cada cual lo "expone" como más le apetezca. Yo te dejo dos formas distintas para despertar tu curiosidad. ¡Que aproveche, hitchcookian@s!  

Al mismo nivel con el huevo coronando el arroz y el plátano en mitades.
A modo de "torre" con el huevo a un lado y el plátano entero.

Película ideal para degustar este plato
THE GODFATHER (PART II)
("El padrino. Parte II" de Francis Ford Coppola - 1974)

La mezcolanza de ingredientes de diferentes orígenes me ha llevado a posar mi alocada mente cine-culinaria en el clásico inmortal del 74: "El Padrino. Parte II". Para muchos (entre los que me incluyo abiertamente) la mejor película de la saga, tal vez de la década, y sin duda, pieza clave de estudio para cualquier aspirante a director, guionista o actor.

Gastronómicamente hablando, todo el tridente de "El padrino" es un cúmulo de referencias a la cocina ítalo-americana: los spaghetti con albóndigas y salchichas de Clemenzza, los platos de pasta del restaurante Loui's, el aceite de oliva Genco Pura que exporta legalmente Don Vito, las naranjas que dominan toda la trilogía y son augurio de una fatalidad...

Así que no podía dejar pasar la ocasión de reflejar esta obra maestra con una receta de mi cosecha. Puede parecer que al principio nada tienen que ver (esa es la gracia) pero vamos a ir hallando similitudes entre la pieza magna de Coppola y nuestro "arroz a la cubana"

En 1974, Coppola se encontraba en la cresta de la ola gracias a su adaptación de la novela homónima de Mario Puzo "El Padrino". Había sentado cátedra, había obtenido beneficios multimillonarios y había combatido el poder del "viejo Hollywood" con gran éxito de taquilla y público. Ese año es determinante en su carrera (justo en medio de "La conversación" y "Apocalypse now") porque realiza todo un prodigio narrativo: una precuela-secuela. "El padrino. Parte II" se puede entender como dos películas en una: el presente con el gobierno de Michael Corleone como patriarca y el alzamiento del joven Vito Corleone en su llegada a América. 

Nuestra receta aglutina un poco ese paralelismo: por un lado tenemos el elemento cubano ejemplificado con el plátano (Michael va a la isla para llevar a cabo los negocios familiares en plena revolución) y por otro lado tenemos la salsa de tomate, que se torna en el toque sangriento que supone las andanzas de Vito en "Little Italy" para lograr ser el jefe de la mafia de Nueva York. 

El presente (o sea, la historia de Michael y su gobierno) tiene además una similitud muy clara en el huevo que se eleva sobre la montaña de arroz (o sobre sus súbditos: leales y traidores) El pequeño de los Corleone termina la primera entrega asumiendo el cargo de su padre fallecido. En "Parte II" se nos cuenta su temible mandato: su acoso por el Senado, sus acuerdos en Cuba, su turbia relación matrimonial, la traición de su hermano Fredo... Algo así como que "Michael rompe el cascarón" con el que siempre estuvo protegido y se "fríe" o se "endurece" hasta convertirse en un ser hierático, cubierto de una capa de aceite caliente que le hace demoledor, hasta el punto de ordenar el ajusticiamiento de su propio hermano. El plano de Michael (un descomunal Al Pacino) observando la desoladora escena en la barca del lago es uno de los más violentos de la historia del cine por todo lo que subyace...

El pasado (o sea, la historia del primer Corleone, Vito) es todo un alarde de fotografía, narrativa, ambientación y de interpretación (con razón se llevó el Óscar el inmortal Robert De Niro). En nuestra receta encontramos el paralelismo en la salsa de tomate, que se va cocinando a fuego lento, como lo hace la ambición de Vito. Primero trabaja en un tienda de comestibles, pero poco a poco, a medida que se le van añadiendo emociones o ingredientes (orégano, sal, ajo, cebolla...) va metiendo en el mundo delictivo y comprendiendo que él debe ser "il capo di tutti cappi". Para ello debe aniquilar al soberbio extorsionador Don Fanucci. 

La salsa de tomate alcanza todo su esplendor de aromas y sabor cuando Vito (en plena fiesta de barrio) le dispara y sobre todo, cuando viaja a su Sicilia natal para apuñalar a Don Ciccio, asesino de sus padres, para cobrarse una venganza familiar.

En nuestro plato se intercalan las dos vidas Corleone de "El padrino. Parte II". Plátano, huevo, arroz y salsa de tomate conforman el pequeño abanico mafioso que trata de glorificar (aún más si cabe) la obra maestra de Coppola. En nuestra mano o tenedor está mezclar todas las historias (o ingredientes) para sacar el máximo partido a las texturas, a todas las vidas que deambulan por la película.

Cine en estado puro, cocina clásica, sabores de siempre, una joya cinematográfica de obligado visionado. "El Padrino. Parte II" lo tiene todo: dramatismo, desolación, frustración, violencia, sentimiento familiar, locura, pasión... Un bocado irresistible y es que "hay una oferta que no podrás rechazar" y es este arroz a la cubana. Tú sabrás si la aceptas o no...

domingo, 5 de julio de 2015

ROLLITOS DE VERANO RELLENOS DE POLLO Y SURIMI CON SALSA SWEET CHILI (Apocalypse Now)

Llega el calor y cada vez más se nos antojan recetas originales que refresquen nuestro gaznate. Nosotros nos vamos a ir de viaje (que ya es época) sin salir de la mesa para preparar estos deliciosos y sencillísimos rollitos de verano con reminiscencias a la cocina oriental. Por aquí hemos optado por rellenarlos de pollo, hierbas, surimi y verduras. Pero como siempre digo, sé que vuestra imaginación es inmensa, así que dejad que os guíe y probad nuevas fórmulas: langostinos, aguacate, setas... Y si ya la rematáis con una buena salsa Sweet Chili con vuestro toque especial, ya os salís. ¡Mandiles arriba!

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INGREDIENTES (2 personas)
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10 láminas de papel de arroz
1/2 pechuga de pollo
1 puerro pequeño
1 zanahoria
Cilantro fresco
Albahaca fresca (o cebollino)
10 palitos de Surimi
Lechugas variadas

Para la sala de chile dulce
Salsa Sweet Chilli
Cacahuetes tostados
1 chorrito de Salsa de Pescado
1/2 lima

Tiempo: 40 minutos

Película comparada: "Apocalypse Now" (Tras receta)


Primeros pasos

En una cazuela con agua y una pizca de sal vamos a cocer la pechuga de pollo. Esto llevará unos 25-30 minutos si usamos una olla normal.

Una vez cocida sacamos y dejamos que se enfríe. La "deshilachamos" con las manos hasta conseguir unas tiras finas. Reservamos.



Por otro lado podemos ir dejando preparados el resto de ingredientes del relleno para que luego el montaje nos resulte más cómodo.

Cortamos en tiras (con ayuda de un pelador) la zanahoria y el puerro. Lavamos las hojas de ensalada y de las hierbas. Secamos bien todo el exceso de agua que puedan tener. Reservamos.

Montaje

En un plato con un poco de agua templada vamos a ir sumergiendo unos segundos las hojas de papel de arroz. Normalmente te viene en el envoltorio el tiempo aconsejado. 

Extendemos las láminas en una superficie lisa y vamos colocando en el extremo las capas: hojas de lechuga, tiras de puerro, tiras de zanahoria, el pollo cocido, hojas de albahaca y de cilantro y por último una barrita cortada en dos de Surimi. 


Vamos enrrollando hasta llegar a la mitad apretando con fuerza para que no se nos salga el relleno. Plegamos los lados y terminamos sellando bien el pollito.

Repetimos la misma operación hasta terminar con todas las láminas.

Salsa Sweet Chili Especial

Mezclamos la Salsa Sweet Chilli (fácilmente asequible en cualquier supermercado o gran superficie) con un chorrito de Salsa de Pescado (si no tuviérais se puede sustituir por un poco de salsa de soja) y unas gotas de lima. Removemos bien y espolvoreamos unos pocos cacahuetes tostados y machacados. Decoramos con una hojita de cilantro y lista.

Emplatado

Servimos los rollitos o bien enteros o bien partidos por la mitad (el hecho de poner la barrita de Surimi partida nos servirá de guía) y colocamos la salsa en un bol para mojar. ¡Que aproveche, hitchcookianos! 


Película ideal para degustar este plato

APOCALYPSE NOW
("Apocalypse Now" de Francis Ford Coppola - 1979)


"Mi película no trata sobre Vietnam. Es Vietnam..." Así de lapidario y sentencioso se mostró Francis Ford Coppola en el Festival de Cannes del 79 a la hora de calificar su obra más personal y despiadada. Efectivamente, la piedra angular de su filmografía (con el permiso de la saga El Padrino) se nos muestra como una odisea infernal, un viaje a las entrañas de la locura, una radiografía visceral de la guerra y sus terribles consecuencias.

Cuando Coppola decide abarcar esta monumental epopeya, su cine y su personalidad (fue el líder de la corriente "El Nuevo Hollywood" de los 70) ya estaban asentados. Su leyenda ya se había tejido con obras tan esenciales como gloriosas como El Padrino y El Padrino II o La conversación. Es entonces cuando decide enfangarse y desarrollar la colosal tarea de la guerra de Vietnam desde un punto de vista jamás visto, llena de complejidad narrativa y técnica y con una crítica atroz sin contemplaciones, ni metáforas, ni dobles sentidos. Es un disparo a bocajarro. Punto.

"Apocalypse now" fue la obsesión de Coppola. Fue el reflejo de un "lunático" cineasta que se implicó en el proceso hasta límites insospechados. Problemas económicos, rodaje interminable (2 años) y decorados que se volaban por las duras condiciones atmosféricas son algunos de los problemas que acarreó el rodaje. De alguna forma Coppola era ese Coronel Kurtz, que vive aislado del mundo, con un ejército a sus pies y que actúa de una manera compulsiva, casi como un dios, pero incomprensible para el resto de mortales.

La película (lejos de otras obras bélicas de calado como las posteriores "Platoon" o "La chaqueta metálica") nos sumerge de lleno en la contienda. Seguimos los pasos del Capitán Willard (Martin Sheen, soberbio) y su polémica misión: eliminar al Coronel Kurtz (Marlon Brando, inmortal personaje), un renegado militar que ha enloquecido y sobrevive en una isla camboyana con una tribu que le adora como si fuese una deidad. Un viaje río arriba donde presenciamos atónitos la barbarie, la falta de moralidad, la locura y la descomposición humana en tiempos de guerra.

Nuestra receta para empezar se simboliza visualmente en el plato. Ese plato que hace las veces de barcaza que remonta el río en busca del diablo. Dentro de ella se arremolinan los "elegidos" para la misión. Nuestros rollitos ocupan las posiciones de esos soldados (casi hermanos de sangre) que conviven codo con codo en la pequeña embarcación. Discuten, se gritan... y se necesitan.

Pero la película, además de ser un thriller bélico, es también una profunda reflexión filosófica sobre el ser humano. Los rollitos nos sirven de nuevo para ejemplificar este punto: seres rodeados de una frágil cubierta (el papel de arroz-el humor que usan para combatir el miedo) que no hace sino que tapar sus verdaderas inquietudes. En su interior (o relleno) se encuentra la ansiedad, la frustración, la rabia, el temor, la irracionalidad de un conflicto que no entienden. El pollo, el surimi, las verduras, son esos sentimientos encontrados: el deber militar frente a la condición humana. Coppola despoja a todos sus personajes y los desnuda en la batalla. Pese a su "coraza" de papel de arroz, terminan por reblandecerse en los momentos críticos. Tanto es así que Willard parece que comprende a Kurtz pero acaba por eliminarle. Porque es lo que debe hacer... para eso le mandaron. Acata órdenes.

La salsa agridulce picante simboliza el elemento de fuego y sangre que posee toda la obra. El fuego de la lluvia de napalm sobre la jungla, el fuego del ritual de la tribu de Kurtz, el fuego de las explosiones mientras Robert Duvall (magistral como siempre) reta a surfear a sus lacayos. Y la sangre... la sangre que gobierna esa última media hora de surrealismo y locura. La sangre de las cabezas cortadas por Kurtz, la sangre de la matanza animal, la sangre de la muerte del coronel... Una violencia inusitada dentro de una pesadilla, casi psicotrópica, que nos encoge el estómago.

Nuestra receta tiene mucho de "Apocalypse now". Muchos elementos comunes, contando además con todos los ingredientes verdes que nos asemejan a la poblada jungla, que convierten a este plato en todo un viaje por Vietnam. No hay horror, por suerte, en devorar este plato. Pero eso no nos quitará la sensación de estar frente a una obra cruda, potente, llena de matices, donde explotan las sensaciones más ocultas de nuestro paladar. El apocalipsis... es ahora. Ya tenéis misión.