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sábado, 26 de diciembre de 2015

MOLLEJAS DE CORDERO CON PEDRO XIMÉNEZ (Aperitivo)

Hay platos que no son para todos los públicos, pero no por eso dejan de ser una maravilla culinaria. La casquería en general tiene defensores y detractores. Yo soy del primer grupo. En mi mente siempre quedarán para el recuerdo los sesitos que me preparaba mi madre o el hígado de ternera a la plancha. Éramos otra generación, nuestros paladares se hacían a todo...

En esta ocasión me dejo seducir por Lazy Blog (Pakus) para preparar unas mollejas de cordero lechal aromatizadas con Pedro Ximénez. Como bien apunta Pakus, las mollejas son unas glándulas que tienen los corderitos mientras son lactantes, de ahí su sabor a leche. Es imprescindible comprarlas muy frescas y saber prepararlas, limpiarlas y manipularlas para extraer toda la esencia de este manjar. Os animo a probar este bocado, es adictivo y muy nuestro. 

Rápido, dulce, crujiente, original... Un plato de éxito absoluto. ¡Mandiles arriba!

MOLLEJAS DE CORDERO CON PEDRO XIMÉNEZ

Ingredientes 
  • 1 bandeja de mollejas de cordero lechal (300 grs)
  • 20-30 ml de Vino Pedro Ximénez (Don PX) 
  • 1 chorrito de jugo de carne
  • Sal y aceite de oliva
Tiempo
  • 80 minutos 

Lo primero de todo es la ardua (aunque divertida) tarea de limpiar bien las mollejas de telillas y otras impurezas, para encontrarnos un bocado limpio y crujiente.

Colocamos las mollejitas en un bol con agua y hielo. Las dejamos reposar 1 hora para irlas desangrando. NOTA: Deberemos cambiar el agua y el hielo para eliminar los restos de sangre que puedan ir quedando. 


Una vez que haya pasado el tiempo de espera, sacamos las mollejas y las secamos bien. Con ayuda de unas tijeras vamos a ir quitando las telillas y limpiándolas bien. Las troceamos y reservamos.


En una sartén añadimos 2 cdas de aceite de oliva y salteamos las mollejas a fuego vivo y removiendo constantemente para que se hagan bien por ambas caras. Añadimos sal al gusto.

Cuando tengan ya un aspecto doradito, vertemos el Pedro Ximénez y el jugo de carne. Bajamos el fuego a la mitad y dejamos reducir hasta que se caramelicen las mollejas.

Servimos en una bandeja y ya tenemos listo un entrante fantástico con un toque dulzón. ¡Que aproveche, hitchcookian@s! 

domingo, 12 de julio de 2015

BOLITAS DE MELÓN SOBRE TIERRA DE JAMÓN

Días de calores extremos. Los refugios culinarios nos llevan a preparar todo tipo de viandas frescas y que relajen los sudores cotidianos. El melón con jamón es un clásico de toda la vida para estas fechas. Y por aquí se ha querido "hacer un remake" de esta gran obra. Pero sin grandes locuras, porque aquí lo que prima es la calidad. Si tenemos un buen género, las filigranas que hagamos solo serán para entretenernos y fantasear un poco. En nuestra versión hacemos un bocado ligero y original pero que mantiene toda la esencia del plato homenajeado. Que la cocina nos vuelve locos... pero no tanto. ¡Mandiles arriba!

INGREDIENTES
1/2 melón de buenísima calidad
2 lonchas de jamón serrano
Hojas de hierbabuena (para decorar)

Vinagreta de hierbabuena1 manojo de hierbabuena fresca
3 cucharadas de Aceite de Oliva Virgen Extra
1 cucharada de limón exprimido
Una pizca de sal

Tiempo: 5 minutos

Secando el jamón

Lo primero es "secar" el jamón, como para hacer un crujiente. La forma más fácil y rápida es en el microondas. Así controlamos el tiempo, la textura... 

En un plato colocamos una lámina de papel de cocina y sobre ella las dos lonchas de jamón. Colocamos otra lámina encima y por último otro plato para que haga presión.

Lo metemos en el microondas 2 minutos a máxima potencia. Sacamos y comprobamos. Si fuera necesario le damos otros 30 segundos. Todo esto dependerá de la calidad del jamón, el tamaño y la cantidad que hayamos puesto. 

Lo sacamos y dejamos templar. Cuando se ponga rígido (crujiente), lo pasamos por la trituradora o la Thermomix hasta conseguir una tierra. 

Con ayuda de un sacabolas, vamos... pues eso mismo, sacando bolas del melón. Procurando que nos queden bonitas y presentables. 


Disponemos en un plato o bandeja la tierra de jamón y sobre ella ponemos las bolitas de melón. Espolvoreamos un poco más sobre cada una y listo.

OPCIÓN: También se pueden "aliñar" el plato para hacerlo aún más distinto. Para ello hacemos una vinagreta fresca con hierbabuena picada, limón y aceite (ojo con la sal, que el jamón ya aporta bastante) y batimos hasta emulsionar. Regamos cada bolita y listo.

¡Que aproveche, hitchcookian@s!


domingo, 7 de junio de 2015

SPAGUETTI GAROFALO AI FRUTTI DE MARE (La pasta es bella)

Tras asistir al showcooking de Pasta Garofalo (échale un vistazo a mi CRÓNICA), había que poner en práctica algunos conocimientos aprendidos. Sobre todo en técnicas y trucos de cocinado. Y ya puestos, había que adornar la obra con una salsa de altura. Para la ocasión nada mejor que tirar de elementos marítimos (de calidad, por supuesto) y de ese modo, confeccionar una espectacular salsa "frutti di mare" que nos sumerge de lleno en las aguas del Mediterráneo. Aquí os va mi propuesta que, como no puede ser de otro modo, puede ser modificada a vuestro gusto. Probad con otros mariscos y pescados: rape, mejillones, gambones... El mar es amplio y vuestra imaginación también. ¡Mandiles arriba! 

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INGREDIENTES (4 personas)



380-400 grs de Spaguetti Garofalo (90-100 grs por persona)
200 grs de calamar limpio
200 grs de almejas
200 grs de gambas crudas peladas
200 grs de pulpo cocido
2 dientes de ajo

1/2 vasito de vino blanco
1 bote de tomatitos cherry enteros
1 cebolla
Aceite de Oliva
Perejil fresco picado
Sal y pimienta


Tiempo: 20 minutos
Película comparada: LA VIDA ES BELLA (tras receta)


Limpieza y preparación del pescado

Lo importante de esta receta es la calidad del producto. La diferencia es más que notable, así que para obtener el mejor resultado posible hay que elegir con calma cada uno de los ingredientes y abstenerse de comprar productos ya preparados, porque rebajamos el sabor. Y eso poco nos interesa.

Lo primero es dejar las almejas (las mías eran de las Rías Baixas) en un bol con agua y un puñado de sal para eliminarles la tierra. Por lo menos 1 hora. Aunque si la prisa nos acucia, con media hora puede ser suficiente. NOTA: Si vemos que van soltando tierra, cambiamos el agua.

Pelamos las gambas, cortamos en rodajas el pulpo cocido y en anillas el calamar (sin olvidarnos de los tentáculos, que también nos sirven) Eso sí, las cabezas y las cáscaras de las gambas NO LAS TIRAMOS, nos sirven para preparar un fumet de pescado rápido y darle más toque a mar a la receta. 

En faena

Siguiendo las instrucciones del Chef Gianni Pinto y su masterclass de Pasta Garofalo, ponemos agua a hervir SIN SAL y SIN ACEITE y cuando rompa el hervor añadimos la pasta. Dejamos cocinar hasta conseguir ese toque "al dente".



Sofrito. Picamos los ajos y la cebolla en brunoise y lo sofreímos en una sartén 2-3 minutos. Enseguida añadimos los calamares (que tardan un poco más en cocinarse) y salteamos hasta que se cocinen y cojan color. 

Incorporamos las almejas (ya coladas), el pulpo y las b peladas a la sartén y salteamos a fuego vivo. Bajamos un poco el fuego, tapamos la sartén y dejamos cocinar unos minutos. Salpimentamos al gusto... Sin pasarnos, hay que ir probando el punto y espolvoreamos perejil fresco picado.



Añadimos el vino blanco y dejamos evaporar el alcohol. Rascamos bien el fondo de la sartén (desglosamos) para sacar los jugos del pescado que se hayan quedado agarrados... En este punto podemos añadir un poco de fumet de pescado (si es que lo hemos hecho) para potenciar aún más el aroma marítimo de la salsa.

Echamos el bote de tomatitos cherry y su jugo (se puede sustituir por salsa de tomate casera o por tomate triturado, pero a mí me gusta encontrarme trozos de tomate en el plato) Cocinamos ligeramente un par de minutos.

Añadimos los espagueti directamente en la sartén y salteamos todo el conjunto para que la pasta se impregne bien de la salsa. Retiramos.

En un plato hondo servimos la pasta y regamos bien con la salsa y todo el marisco. Espolvoreamos un poco más de perejil fresco y listo. Puro mar en la boca.

¡Que aproveche, hitchcookianos!

Película ideal para degustar este plato

LA VITA È BELLA
("La vida es bella" de Roberto Benigni - 1997) 

Puede que sea el optimismo generado por la receta, o el colorido, o la fragancia que acabó desprendiendo... pero me he sentido de lo más positivo con este plato: en ejecución y resultado. 

Y dado que se basa en una salsa puramente italiana y que la pasta proviene de las entrañas de la bota, no me ha quedado otra que echar un vistazo al país vecino para encontrar la comparación cinematográfica del plato. Así que tomando como punto de partida los sentimientos generados y el origen de la receta, mi mente se ha catapultado enseguida a esa fábula maravillosa  y ya inmortal llamada "La vida es bella"

En la década de los 90, Benigni ya era un cómico consagrado en Italia. Sus obras abiertamente disparatadas como "El monstruo" o "Johnny Palillo" lograban el éxito del público y le afianzaban como uno de los valores "risibles" de la nueva comedia italiana. Pero de pronto surge "La vida es bella", un relato de corteza amable pero que encierra en sus imágenes una crueldad inusitada.

Tan pronto fue mostrada al mundo, la obra se convirtió en un taquillazo y en una de las películas más laureadas y premiadas de la década. Y no es de extrañar, puesto que nos topamos de bruces con una película "chapliniana" en plenos años noventa. "La vida es bella" es un canto al sacrificio, a la familia, a los valores, a la humanidad en tiempos de ira. Benigni supo plasmar en una misma cinta todo el humor que le había catapultado, y le supo engrandecer con un drama bélico de altura. Su personaje, Guido, pasó automáticamente a convertirse en un pequeño Charlot mediterráneo, lleno de humildad, de buenos sentimientos y de una comedia física fascinante. 

La película se divide en dos partes muy bien diferenciadas. La primera es la más desenfadada: la  llegada de Guido a Atrezzo como librero, su cortejo cómico y romántico a Dora y la consumación de su romance con la ampliación de la familia (maravillosa elipsis cinematográfica con Dora y Guido entrando en el invernadero y, acto seguido, saliendo el niño) La segunda parte se muestra abiertamente desgarradora con la llegada del nazismo y la separación de la familia en diferentes campos de exterminio. Guido se hace cargo de su hijo en un entorno de crueldad inimaginable y ahí es donde explota la verdadera esencia de la película: cómo un padre trata de proteger a su pequeño de los horrores que viven, haciéndole creer que participan en un juego continuo. Pura genialidad...

Nuestra receta pretende arrimarse al espíritu chaplinesco-benigniano con esa doble mirada. Y aquí encuentro varios puntos de conexión. Si cogemos la primera parte de la película (la amable y cómica) nos topamos con un pizpireto librero (blanco y puro como la pasta sin cocer) que poco a poco va intentando ganarse a su amor soñado. Y lo hace mostrando de "mágicos" trucos (la llave que tira el vecino, la entrada en el restaurante a caballo, la alfombra que despliega por la escalinata...) y llenándola de ingredientes perfectos que poco a poco van cubriendo su humilde apariencia. Ya no es sólo un "librero-spaghetti", el marisco y la salsa le convierten en una fuente de fantasía, de sorpresas, de una vitalidad jamás conocida... 

Si nos fijamos en la segunda parte de la película (la guerra) encontramos un símil parecido. La vida perfecta que han logrado crear Dora y Guido (una pasta cocida, impoluta) se resquebraja con la irrupción del nazismo. El campo de exterminio se delimita por ese plato hondo que les mantiene prisioneros a los judíos-spaguetti contra su voluntad. 

Poco a poco su inmaculada existencia se ve alterada por la virulencia del marisco-nazismo en crudo: almejas, calamares, gambas... y tiñéndose de rojo bélico por la salsa de tomate que todo lo inunda. Pero Guido encuentra en ese entorno de inhumanidad total, una forma de evadir y proteger la inocencia de su hijo. Y de pronto, esa imagen dura de los ingredientes sin cocinar, se va tornando agradable: el cocinado y el ingenio llenan de colorido un panorama desolador y terrible.

Ternura, tragedia, sonrisa, carcajada, amargura... todo cabe en la obra más importante de Benigni (y del cine italiano en los últimos 20 años) En  nuestra receta también conjugamos aromas y sabores: ajo, marisco, vino, tomate, perejil, pasta... Un abanico de sensaciones cine-culinarias que nos hacen pensar que "la vida es bella...y la cocina también"

viernes, 29 de mayo de 2015

POLLO AL PESTO (Cena#83)

La salsa pesto es una de las más populares salsas que nos han llegado de "la bota". Es fácil, es rápida, es sabrosa y es versátil (se puede sustituir la albahaca por rúcula, los piñones por almendras, el queso Parmesano por un queso viejo...) Normalmente ha sido la actriz co-protagonista de platos de pasta, pero también se puede usar para otros plato, como es el caso de hoy. El pollo y el pesto casan de maravilla y si lo culminas con un gratinado de horno, haces que un plato sencillo, cobre aspecto de obra maestra. Aquí va mi propuesta para alegrar la vida a una simple pechuga... ¡Mandiles arriba!

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INGREDIENTES (2 personas)

1 pechuga de pollo
1 manojo de hojas de albahaca fresca
Aceite de Oliva Virgen Extra
50 gris de piñones
40 grs de queso Parmesano
Queso Emmental (rallado)
1 diente de ajo
Sal y pimienta

Tiempo: 20 minutos

Lo primero es dejar precalentando el horno para luego terminar la receta con gratinado.

Limpiamos y cortamos la pechuga de pollo en trozos grandes, como si hiciésemos solomillos de pollo. Los salpimentamos y reservamos.

Para el pesto

Normalmente hago el pesto en mortero y tiro de "brazo", pero siendo hoy una cena a cámara rápida, vamos a usar las herramientas que nos faciliten y sobre todo, nos acorten el tiempo de preparación.

Colocamos en  un vaso de batidora el diente de ajo (NOTA: conviene retirarle el gérmen del interior que es lo que "repite") y lo trituramos. Añadimos un buen puñado de hojas de albahaca (sin rama, sólo la hoja), una pizca de sal y los piñones y volvemos trituramos. Añadimos el aceite de oliva (la cantidad irá un poco a ojo, hasta que consigáis la textura que más os guste) y terminamos rallando queso Parmesano y mezclando todo.

NOTA: Si la salsa os queda demasiado espesa se puede aligerar con un poquito de agua. El truco, como en todo, se trata de hacerlo con calma e ir probando en cada paso para dar con "vuestro toque".

El pollo

Ponemos un poco de aceite en una plancha o sartén y cocinamos el pollo 1 minuto por cada lado a fuego vivo. Vamos pasando las tajadas a una bandeja de horno.

Cubrimos (o napamos) todos los trozos de pollo con la "Salsa Pesto" y espolvoreamos queso Emmental u otro queso que circule por vuestra nevera y queráis darle salida.

Metemos en el horno y gratinamos hasta que se dore el queso.

Sacamos y presentamos con un puñado de piñones (tostados en sartén) y unas hojas frescas de albahaca. ¡Que aproveche, hitchcookianos!