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lunes, 16 de mayo de 2016

BIZCOCHO DE NARANJA Y CHOCOLATE

Siempre lo digo, no soy muy ducho para esto de la repostería. Pero de vez en cuando conviene dejarse caer por la tentación más dulce y ponerse a prueba, que es la única manera de aprender las cosas. Así que en esta ocasión aprovecho unas maravillosas naranjas de Naranjas Lu para convertirlas en un pecado de lo más goloso.

Este bizcocho aromatizado con ralladura y perlas de chocolate os servirá para un buen desayuno, una merienda, o simplemente para ir picoteándolo sin compasión y sin motivo aparente, solo gula. Sólo necesitaréis un poco de paciencia y un horno dispuesto a haceros el trabajo duro. 

Yo no soy especialmente de dulces. Pero os reconozco que toda la fragancia de las naranjas queda impregnada en este bizcocho y lo hace muy pero que muy tentador. Pues venga, que cuanto menos tiempo perdáis leyendo mejor para vuestro estómago. ¡Mandiles arriba!


Ingredientes 
  • 3 huevos
  • 200 grs de azúcar
  • 200 grs de harina
  • 100 grs de mantequilla
  • 1 yogur natural 
  • 10 grs de levadura en polvo
  • 1 naranja grande (su zumo)
  • Ralladura de naranja 
  • Pepitas o perlas de chocolate
  • 1 pizca de sal
Tiempo
  • 50 minutos

En un bol añadimos la harina y la levadura. Mezclamos y vamos a tamizarla sobre otro bol con ayuda de un colador grande. 

Precalentamos el horno a 180º con calor arriba y abajo. Por otro lado derretimos la mantequilla ligeramente en el microondas sin que llegue en ningún caso a hervir. 

Añadimos en el bol el azúcar, el zumo de la naranja, el yogur, la ralladura y la mantequilla derretida. Ahora toca mezclar con paciencia hasta conseguir una masa homogénea. 

Embadurnamos un molde de horno (tipo Plumcake) con aceite o mantequilla - también podéis usar papel de horno para evitar que se pegue - y vertemos la mezcla dentro. Espolvoreamos las gotas de chocolate por la parte superior, hundiéndolas ligeramente en la masa.

Introducimos el molde en el horno a media altura durante 40 minutos, aproximadamente. Siempre conviene comprobar si está hecho metiendo una pincho o brocheta, si sale limpio, ya tenéis el bizcocho en su punto. NOTA: No abráis el horno durante la cocción.

Sacamos del horno, dejamos reposar y desmoldamos con cuidado. Ya sólo queda disfrutar de esta tentación para los más golosos. ¡Que aproveche, hitchcookian@s! 

lunes, 4 de abril de 2016

COOKIES DE NUECES Y CHOCOLATE (Bocados caseros)

Llegamos a otro lunes sin carne, pero en esta ocasión me voy a poner "dulce". Hacía tiempo que tenía esta receta pululando por mi ordenador y parece que ha llegado el momento de darle salida. No soy una persona especialmente golosa, aunque debo reconocer que las galletas me privan. Ideales para desayunos, meriendas o para acompañar un buen café con leche caliente en estos tiempos de frío. 

Aquí os dejo la preparación sin Thermomix, es decir, a mano. No lleva mucho tiempo, ni mucho esfuerzo, pero si os va la robótica, trabajo que os ahorraréis. Para dotarles de personalidad las he añadido chocolate y nueces (de Nueces de California, por supuesto), una combinación clásica pero que siempre funcionará en el paladar. Os animo a que os arranquéis con este bocado, nada como unas buenas galletas caseras, controlando tú los ingredientes, dominando la técnica, aromatizando a tu antojo... It's cookie time! ¡Mandiles arriba!

COOKIES DE NUECES Y CHOCOLATE
Ingredientes (25 galletas)
  • 200 g de azúcar moreno
  • 100 g de mantequilla en pomada
  • 170 g de chocolate negro (o pepitas)
  • 220 g harina
  • 1 huevo
  • 100 g de nueces
  • 1 cdita de extracto de vainilla
  • 1/2 cdita de levadura en polvo
  • 1/2 cdita de sal
Tiempo
  • 45 minutos 

Con ayuda de la Thermomix, trituradora o a golpe de cuchillo, vamos a ir troceando el chocolate (si es que lo tenemos entero) y las nueces. Que queden trozos visibles, que se noten en el bocado...

Trabajamos en un bol la mantequilla en pomada con ayuda de una espátula o lengua.

Añadimos el azúcar moreno y la sal. Batimos hasta que la mezcla se blanquee.

Incorporamos el huevo y el extracto de vainilla y removemos de nuevo.

Tamizamos la harina con ayuda de un colador y la vertemos sobre la mezcla. NOTA: La levadura la mezclaremos antes con la harina.

Por último añadimos el chocolate y las nueces y removemos una última vez con energía para mezclar bien todos los ingredientes. Dejamos reposar en la nevera unos 20 minutos.

Precalentamos el horno a 180º (durante 10 minutos)

Vamos formando bolitas con la mezcla y las disponemos en una bandeja de horno con un poco de papel sulfurizado (papel de horno) NOTA: Que haya separación entre ellas, ya que la masa tenderá a expandirse con el calor.

Vamos cocinando por tandas de 10 minutos. 

Dejamos enfriar sobre una rejilla y a disfrutar. La clave está en que queden un poco blanditas en el centro y crujientes por fuera. ¡Que aproveche, hitchcookian@s! 

miércoles, 26 de agosto de 2015

BARRITAS DE MANTEQUILLA DE CACAHUETE, CHOCOLATE Y GALLETA (Lolita)

Se acerca el pecado. Es momento de lanzarnos a la aventura pasional de preparar un postre o merienda (o simplemente bocado) tan maravilloso y sencillo de preparar que no te lo vas a creer. Para amantes del dulce, del chocolate, de los sabores intensos y, sobre todo, para los que no tengáis horno y queráis sorprender con un trabajo de repostería de altura. Muy pocos ingredientes (tal vez el más complicado de conseguir sea la mantequilla de cacahuete) y muy poco tiempo de elaboración son los mejores aliados de esta receta que fascinará por su "look" marmolado y su potencia de sabor. Hoy nos ponemos reposteros... ¡Mandiles arriba!

INGREDIENTES

200 grs de galletas tipo Digestive
70 grs de matenquilla derretida (sin sal)
120 grs de Mantequilla de cacahuete

Para la cobertura de chocolate
200 grs de chocolate (50%-60% cacao)
60 grs de mantequilla de cacahuete


Tiempo: 20 minutos (+ 2 horas en frigorífico)
Película comparada: "LOLITA" (Tras receta)

Para poder llevar a cabo este dulce debemos tener a mano una buena trituradora o la Thermomix. Así nos garantizaremos que todo el tema del triturado y la mezcla nos salga lo más homogénea posible.

Lo primero de todo será derretir la mantequilla. Para ello la pesamos y la metemos unos 20 segundos en el microondas a máxima potencia. Sacamos y reservamos.

Introducimos las galletas en el vaso y las trituramos bien. Añadimos la mantequilla derretida y los 120 grs de mantequilla de cacahuete. Mezclamos de nuevo todo hasta conseguir una masa bien mezclada y manejable. 


En un recipiente cuadrado extendemos una tira de papel de horno (podemos engrasar ligeramente la base para hacer que "se pegue" bien) Colocamos la masa preparada y extendemos con cuidado con una lengua hasta cubrir toda la base (tal cual os muestro en la foto)


A continuación vamos a derretir el chocolate al baño María. Para ello colocamos una pequeña olla o cazo al fuego con un poco de agua. Cuando hierva (a fuego moderado) ponemos encima un bol de cristal y echamos las onzas de chocolate. Vamos removiendo suavemente hasta que se derrita por completo. Con cariño, que no hay prisa... 


Cuando lo tengamos listo apartamos y cubrimos toda la capa de galleta con el chocolate derretido. Ahora colocamos una sartén al fuego y echamos la mantequilla de cacahuete restante (60 grs) Removemos hasta derretirla por completo. Ahora llega la parte divertida y creativa.


Con una cuchara vamos vertiendo líneas por todo el chocolate. Un poco a lo loco pero con gracia. Cogemos un cuchillo pequeño o puntilla y vamos "dibujando" la mantequilla sobre el chocolate. Ahí tirad de imaginación, dejaos llevar, sin miedo... 


Llevamos nuestro molde ya preparado al frigorífico y dejamos que se endurezca durante 2 horas. Al sacarlo dejamos unos 15 minutos a temperatura ambiente antes de cortarlo. Este es el resultado:




Todo un espectáculo para la vista y para el paladar ya ni os cuento. Una manera sencilla y muy lucida de preparar un dulce en tiempo mínimo y sin enloquecer con tiempos de horno y demás. Espero, deseo, ansío que lo hayáis disfrutado y que estas barritas caigan próximamente en vuestras cocinas. ¡Que aproveche, hitchcookian@s! 

Película ideal para degustar este plato
"LOLITA" 
(Stanley Kubrick, 1962)

Deseo. Pasión. Tentación. Pecado. Lujuria. Apetito. Estos son algunos adjetivos que podrían definir este dulce plagado de "pecados culinarios". Pero, obviamente, también hay que echar la vista hacia su comparación cinéfila y dar con la tecla adecuada.

En el séptimo arte se han plasmado infinidad de "tentaciones femeninas" que, generalmente, han llevado a hombres a la desesperación más absoluta. "Gilda" (Rita Hayworth), "Forajidos" (Ava Gardner), "Perdición" (Barbara Stanwyck), "La tentación vive arriba" (Marilyn Monroe) o hasta Jessica Rabbitt (por ponernos ya locos perdidos) son algunos ejemplos de cómo una mirada sensual, un giro de cabeza o un leve contoneo al andar pueden llevar a la locura a cualquier desdichado.

En esta ocasión todo el elemento de "dulce naïf" le va que ni pintado a la más polémica y controvertida pasión oculta que ha dado la literatura y el cine. Una obsesión que roza lo ilegal, hablamos de "Lolita".

La magistral novela homónima de Nabokov (que también se encargó de la adaptación) encontró en el talento del maestro Kubrick el aliado perfecto para consumar visualmente su pieza literaria. En el año 62 Kubrick ya se había consolidado como una de las mentes más despiertas, atractivas, audaces y sugerentes del panorama hollywoodiense. Tras cosechar éxitos internacionales como "Senderos de gloria", "Espartaco" o "Atraco perfecto", el genio se lanza a un melodrama de corte sexual.

"Lolita" abarca un abanico de sentimientos humanos y los lleva al extremo máximo. La historia se centra en la obsesión enfermiza de un hombre maduro (James Mason magnífico como el profesor Humbert Humbert) por una adolescente frágil e inexperta (Sue Lyon, sensual a más no poder). Es tal su locura que accede a casarse con la madre (Shelley Winters) de la chica por poder estar más cerca de su joven deseo. A partir de ese momento se desatan los celos, las pasiones frustradas, las ansias, la locura, el ardiente anhelo de una posesión imposible, casi inhumana... 

"Lolita" es pura sexualidad (pese a lo poco que se muestra; lo que se sugiere es lo apasionado, a saber los créditos mientras pintan las uñas de los pies: fetichismo en toda regla) aderezada con romance, comedia (impresionante el contrapunto que nos da durante toda la película el personaje verborreico de Peter Sellers) y cine negro. Una mezcla de comportamientos humanos que desencadenan todas las pasiones ocultas de los personajes. Kubrick quería eso: desatar la tormenta emocional de inseguridades y frustraciones. Y vaya si lo consigue...

Nuestra receta tiene de inicio ese "toque kubrickiano" de fascinación por un ser (o plato) de corte adolescente. De alguna forma esquizoide nos convertimos en ese cuarentón fascinado por la dulzura que hay ante nuestros ojos, por ese "bocado" pecaminoso que nos morimos por dar.

Como en la película, nosotros realizamos una mezcla contundente de ingredientes que se nos antojan como pura tentación. El chocolate, la galleta, la mantequilla de cacahuete... son destellos de esa pasión inicial que se va gestando en la mente del desdichado profesor. Poco a poco, lo que parecía una simple fijación, se va convirtiendo en todo un torbellino de pasión, de líbido culinario...

Humbert decide inmiscuirse en esa familia casándose con la madre de Lolita. Se integra dentro del proceso de preparación, casi como la mantequilla derretida, que pasa desapercibida, pero ahí está, formando parte del grueso de la base. Cuando la capa de chocolate (que en nuestra cabeza chiflada parece casi como una materialización de la oscuridad que se va ciñendo sobre Humbert) cubre toda la superficie, sabemos que se ha cruzado la línea de la cordura y que, a partir de ahí, sólo puede venir tragedia, confusión, celos irrefrenables, amor enfermizo...

Y he aquí donde vemos ese símil emocional en las múltiples líneas que la mantequilla de cacahuete va produciendo en el chocolate. La mente del profesor se emborrona por completo, se tiñe de latigazos de deseo incontrolable. Es como ver la representación de esa caída a los infiernos, donde todo es caos pero, de alguna forma, mantiene la belleza de la mirada diablesca y angelical de Lolita bajo sus gafas de corazón...

Llegó la hora de pecar... 

miércoles, 29 de julio de 2015

MINI CROISSANTS RELLENOS DE NUTELLA

La repostería (o al menos en mi caso) es una asignatura pendiente. Se intenta... y de vez en cuando se obtienen grandes resultados y al alcance de cualquiera. Creedme. En esta ocasión os traigo unos croissants tan sencillos de preparar que estoy convencido que será el "principio de una gran amistad culinaria" Es una forma rápida, asequible, original y fantástica de luciros ante el personal. Sólo necesitáis un poco de maña, un horno y gente golosa alrededor. El relleno de Nutella terminará por coronar esta pericia repostera. Amantes del chocolate y la bollería, aquí os va esta delicia... ¡Mandiles arriba!

INGREDIENTES (8 mini-croissants)
1 masa de hojaldre redonda
Nutella
1 yema de huevo
Azúcar glass


Tiempo: 30 minutos

Esta receta tiene el don de la rapidez, por lo que usaremos masa de hojaldre ya preparada. Pero si queréis lanzaros a la dulce aventura de prepararla vosotros mismos os dejo este link de "Cocina en casa" que explica a la perfección el proceso (Masa Casera) ¡Nos ponemos!


Extendemos la masa de hojaldre y le realizamos unos cortes con el cuchillo para sacar 8 triángulos. En cada uno de ellos echamos una cucharadita de Nutella.

Ahora toca el "modelaje". Doblamos ligeramente las esquinas de cada triángulo.


Vamos enrollando de fuera hacia dentro hasta cerrarlo por completo. Moldeamos los bordes para darles forma de "cuernos". Precalentamos el horno a 200º.


Separamos una yema de huevo y la batimos bien. TRUCO: Añadimos al huevo una cucharadita de azúcar, que le dará un toque más brillante cuando se dore en el horno. Con ayuda de un pincel vamos pintando todos los croissants. 


Metemos la bandeja en el horno (a media altura) y horneamos durante 25 minutos. Sacamos y espolvoreamos por encima azúcar glass. Os quedará con una pinta doradita pero muy tierno por dentro. Ya sólo os queda abordar el plato. ¡Que aproveche, hitchcookian@s!

Opción de presentación...

sábado, 27 de septiembre de 2014

BIZCOCHO DE CALABACÍN Y LIMÓN (Un homenaje)

BIZCOCHO DE CALABACÍN Y LIMÓN
INGREDIENTES
250 gr de calabacín (con su piel)100 grs de harina integral
100 grs de harina de trigo
1 cucharadita de bicarbonato
1 cucharadita de levadura química
180 grs de azúcar moreno
La piel de 1 limón
10-15 gr de jengibre fresco (o en polvo)
3 huevos
1 yogur natural
50 grs de almendra molida
100 grs de aceite de girasol
Sal y mantequilla (para el molde)

Tiempo: 50-60 minutos


Una receta fantástica extraída de las sabias y creativas manos de +Rosa Ardá (Velocidad Cuchara) y que sin duda servirá para colmar los paladares más golosos, con un punto de novedad: el calabacín. La receta deja el trabajo sucio a la Thermomix pero bien sabéis que a falta de ella, podéis aplicar los mismos pasos con batidora, o trituradora, y paciencia. Silencio...se cocina.

Actores en escena

El reparto al completo

En el vaso de la Thermomix echamos las dos harinas, una pizca de sal, la levadura y el bicarbonato. Lo mezclaremos 5 segundos Velocidad 5. Sacamos y reservamos.

Troceamos el calabacín y lo echamos en el vaso. Terminamos de picar 2-3 segundos en Velocidad 5. Sacamos y reservamos por otro lado.

Volvemos al vaso y añadimos el azúcar, la piel de un limón bien rallada (sólo la parte amarilla) y el jengibre. Si es fresco bien, pero podéis tirar del condimento en polvo, no hay problema. Lo mezclamos todo 10 segundos Velocidad 9.

Añadimos los huevos, el yogur, la almendra molida (o coco rallado, o avellanas molidas... dejaos llevar) y el aceite (de girasol o de oliva, al gusto) Mezclamos todo 1 minuto a Velocidad 6.

Incorporamos de vuelta la harina y se mezcla 5 segundos más Velocidad 3. Terminamos por añadir el calabacín supertroceado y acabamos de mezclar con la espátula. 

Horno: el último rodaje

Precalentamos el horno a 180º-200º (cada horno un mundo) y untamos un molde tipo Plum Cake con mantequilla o aceite. 

Vertemos toda la mezcla en el molde y lo metemos en el horno unos 50 minutos. Habrá que ir vigilando que no se nos pase ni se nos quede crudo. TRUCO DE TODA LA VIDA: Introducir una brocheta y si sale limpia es que ya está listo.

Sacamos con cuidado de no abrasarnos las manos (nunca nos interesa esa opción) y dejamos enfriar. Desmoldamos y vamos sacando tajadas para el beneplácito de los comensales. 

¡Que aproveche, hitchcookianos!


viernes, 25 de abril de 2014

TARTA DE QUESO MASCARPONE (Tentación pelirroja)

INGREDIENTES 

200 grs de galletas Napolitanas 
70 grs de mantequilla a temperatura ambiente 
400 grs de Queso Mascarpone
1 sobre de gelatina de limón
200 grs de nata líquida
40 grs de azúcar
200 grs de agua
Chocolate líquido

Para la cobertura de mermelada

200 grs de mermelada (yo mezclé de fresa y de higos, espectacular)
50 grs de agua
4 láminas de gelatina

Duración: 30 minutos + 2 horas de reposo (por lo menos)
Película comparada: GILDA (1946)

Lamentablemente, en esta ocasión no he podido hacer fotos del proceso (me culpa) Así que intentaré no enrollarme demasiado para que sigáis los pasos sin problema. Esta receta es original del libro de la Thermomix, pero daré las pautas para hacerla sin ella. Sale igual pero lleva más tiempo, como es lógico.  Para los golosos está tarta es un clásico imprescindible. Y yo, que no soy lo que se dice un tío de dulces, no pude resistirme y me rendí a los encantos de este postre. Silencio... se cocina.

1. Cogemos las galletas y las rompemos un poco con los dedos. Las pasamos por una trituradora hasta que queden en polvo. Añadimos entonces la mantequilla (que habremos sacado de la nevera antes para que se atempere y se reblandezca) y la mezclamos bien con las galletas. 

2. En un molde redondo y desmontable de 24 cms (el que usé yo) echamos la mezcla en el fondo. Apretamos bien con las manos para que quede todo bien apelmazado. Y lo metemos en el congelador mientras seguimos con la receta. Esto hace que se compacte todo mucho más. 

3. Echamos en una olla el agua (200 grs, se puede echar más, pero a mí me sirvió) y la calentamos. Cuando haya cogido una temperatura alta (no hace falta que hierva enloquecidamente) echamos la gelatina de limón, el queso Mascarpone, la nata y el azúcar. Removemos bien un par de minutos.

4. Sacamos el molde del congelador y vertemos la mezcla sobre la base de galletas. Repartimos bien por toda la superficie. Esperamos unos minutos a que solidifique y lo metemos en la nevera.

Para la cobertura de mermelada se pueden usar todo tipo de sabores. Yo mezclé una de fresas y otra de higos, que eran las que habitaban en mi cocina, pero hay ya se puede tirar de gustos (cereza, ciruela, albaricoque... o mezclar varios tipos, igual surge el Gran Sabor) Para hacerla: 

1. Ponemos en remojo las láminas de gelatina según el fabricante (las mías, de Mercadona, estuvieron 5 minutos) 

2. En un cazo echamos la mermelada, el agua y las láminas. Calentamos y vamos removiendo hasta que espese la mezcla y se integren bien todos los ingredientes. Apagamos el fuego y esperamos unos minutos sin que cuaje.

3. Volcamos la cobertura en el molde ya cuajado y lo metemos en la nevera. Dejamos enfriar durante un par de horas (por lo menos). 

Pasado el tiempo de espera, que seguro se os ha hecho eterno, sacamos la tarta y cortamos las porciones que necesitemos. Disponemos en un plato chulo y decoramos con un poco de chocolate líquido. La pinta habla por sí sola... pero su sabor, ¡ay, su sabor...! ¡Que aproveche, hithcookianos! 

Película ideal para degustar este postre

GILDA
("Gilda" de Charles Vidor - 1946)

En esta ocasión había que ponerse un poco pícaro para ofrecer a este postre, un digno y, sobre todo, sensual referente cinematográfico. Una receta con tanta carga de dulzura y sugestión necesitaba que su espejo tuviese fuerza visual, que captase la atención y fuese un ardiente objeto de deseo. La tentación roja que nos indica el plato parecía encaminada hacia alguna actriz pelirroja y ardiente. Y como no podía ser de otra forma, esa definición en el séptimo arte, se llamará siempre Gilda

Corría los mediados años cuarenta cuando Charles Vidor (que nunca alcanzaría ni el éxito ni la calidad como en esta obra) exponía ante el mundo a esta mujer curvilínea de rojiza cabellera (pese al blanco y negro, claro está) que deslumbró a todo el planeta: Gilda. Una femme fatale de pasado turbio y mano larga, que automáticamente se transformó en un icono cinematográfico y artístico. 

Rita Hayworth se alzó con el sello de "mito erótico", para su fortuna y desgracia (ella solía decir: "Los hombres se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo"). Para la historia quedará, por supuesto, ese fantástico número musical de "Put the blame on Mame", en el que sólo le bastó deshacerse de un guante para explosionar la moral conservadora norteamericana, y ya puestos, del mundo entero. Un desnudo de brazo sensual y tórrido, todo un escándalo en la época. Una imagen inmortal para la posteridad.

A esto además hay que sumarle que Gilda es muy buen drama pasional, un film-noir de categoría y modélico, que supo sacar partido del magnetismo de la Hayworth y de un Glenn Ford fantástico. Entre ellos hay una química pocas veces vista en el cine, una constante atracción prohibida y fatal que culmina en una de las bofetadas más famosas del celuloide: la que él le propina a ella presa del deseo contenido y el odio. Otra imagen para la historia. 

Nuestra receta se basa abiertamente en el tono rojizo que corona la tarta. La mermelada de fresa e higos juega el papel de la larga melena pelirroja de Gilda (puro simbolismo de que no era una mujer como esas rubias que asediaban las películas de cine negro). Es ese toque de distinción que otorga originalidad al plato y al personaje. 

La película centra su historia en un triángulo amoroso: la turbia y bella Gilda, su acaudalado y cínico marido y el jugador de fortuna Johnny que pasa a formar parte de su vida. Ese tridente de pasión, odio, amistad y dolor se refleja en las tres capas que conforman nuestra tarta: la cobertura, la mezcla de queso y la base de galletas. Tres elementos que se funden en un mismo drama, que se complementan y se anulan, que se desean y se repelen. Tanto las galletas como el queso desean formar parte del bocado con la mermelada (con Gilda), que es el ingrediente ansiado. La fruta prohibida. La sensualidad dulce en estado puro.

La tentación que vivimos al tener delante nuestra tarta de queso Mascarpone es exactamente la misma que el mundo padeció en 1946. Es peligrosa, sugerente, demasiado atractiva, distinta, sabrosa... Tiene todos los ingredientes necesarios para hacernos salivar. Y, seamos claros, si no nos abalanzamos sobre nuestra receta, mereceríamos una bofetada de dimensiones épicas. Como Gilda...  

domingo, 16 de marzo de 2014

MAGDALENAS DE NUTELLA (Pura tentación)


INGREDIENTES (12 moldes)

Un bote de Nutella (400 grs)
90 grs de harina (o de trigo o de arroz)
3 huevos
1 cucharadita de Levadura Royal
Gotas de chocolate o perlas 
12 moldes para magdalenas

Duración: 30 minutos.

Bueno, hace tiempo que no mimo el blog así que vamos a recuperar el tiempo perdido. Despacio, sin prisa, a cine lento... En esta ocasión la cosa se pone dulce. No soy una persona especialmente golosa pero sé que el resto de la humanidad sí lo es. De ahí que me haya dejado caer por mi vertiente repostera (que es escasilla, la pobre) y me lanzo a preparar unas espectaculares magdalenas de Nutella. Para los amantes del chocolate es toda una tentación. Nos ponemos, que esta es fácil y rápida de hacer.

Vamos precalentando el horno unos 180º con calor arriba y abajo.

Echamos todos los ingredientes (salvo las perlas o gotas de chocolate) en la Thermomix, velocidad 5, duración 1 minuto. En caso de no tener la bendita máquina, bastará con colocarlos en un vaso de batidora y empezar a batir bien hasta que se mezclen bien todos los ingredientes.

Añadimos las gotas de chocolate y mezclamos con una espátula. NOTA: Para un uso más cómodo es recomendable verter la mezcla en una manga pastelera. Así resultará más fácil rellenar los moldes sin armar un caos en la cocina.


Vamos rellenando cada molde y colocando más gotas de chocolate por encima. No hay que cubrir el molde entero, más o menos 3/4 partes, que luego suben. No mucho, pero suben.


Horneamos durante unos 20 minutos.


Y listas para devorar. Toda una tentación chocolateada hasta los topes para los paladares más dulces. ¡Que aproveche, hitchcookianos!

Película ideal para degustar este plato

LAURA
("Laura" de Otto Preminger - 1944)

Así, a bote pronto, suena tal vez raro este reflejo cinematográfico. Pero mi atolondrada mente lo tenía claro desde el principio. Visto el aspecto oscuro de la receta, había que tirar por la corriente de "film noir" (o cine negro). Y visto que se habla de tentaciones, de objetos del deseo, había que mirar hacia una de las joyas de la corona del género. Ni más ni menos que Laura. Todo un referente sobre obsesiones, amores peligrosos y femmes fatales tan dulces de cara como manipuladoras de espíritu.

Esta maravilla del séptimo arte corre a cargo de un titán de la dirección, el vienés Otto Preminger (en su saca hay diamantes como Anatomía de un asesinato, Cara de ángel o Tempestad sobre Washington) Artesano de la cámara, director implacable, en Laura logra una sutileza y perfección narrativa al alcance de muy pocos. Coge todos los ingredientes del género - diálogos ácidos, perversas intenciones, personajes desahuciados de la vida, giros sorprendentes de guión - y teje un milimétrico ejercicio de falsas apariencias y amores obsesivos, bajo el aspecto de un thriller policíaco. Un elenco de personajes masculinos se verán envueltos en una trama que desemboca en el mismo fin para todos: su pasión por ese "fantasma" de Laura, por esa mujer muerta, por ese cuadro de ella mirándoles desafiante... Retándoles a descubrir el gran misterio que encierra.

Nuestra receta se basa en la tentación que suponen unas magdalenas de Nutella. En ese punto nos topamos con la figura de Laura, en primer plano (según la foto), protagonista indiscutible de la historia (tanto en ausencia como en presencia). Ella es el deseo, la sensualidad, el chocolate por el que se derriten los hombres. La magdalena más ansiada.

Tras ella emergen el resto de ingredientes-personajes. El fascinado detective privado (Dana Andrews), el charlatán periodista de sociedad (maravilloso Clifton Webb), el débil playboy (Vincent Price) o su maquiavélica tía (Judith Anderson, aquella que fuera ama de llaves de Rebecca) simbolizan a ese resto de magdalenas que se posicionan tras la gran protagonista. Seres que se mueven por distintos impulsos (pasión, envidia, codicia...) pero que persiguen el mismo objetivo: el ideal de Laura. Una bella mujer capaz de hechizar desde la mismísima ultratumba... o desde el horno.

Con todo ello se sonsaca que nuestras magdalenas tienen el toque del cine negro (la Nutella), el elemento claramente dulce que cinematográficamente es el bello rostro de Gene Tierney (Laura), el misterio que encierra en su interior (las perlas de chocolate) y un proceso de horneado que supone la lenta investigación criminal, donde cada descubrimiento hace crecer la interesante trama, o ya puestos, la espectacular magdalena...


miércoles, 23 de octubre de 2013

COOKIES AMERICANAS (Aquellos maravillosos años)


INGREDIENTES (Unas 12-14 cookies)
(@TheHitchcook)

40 grs de azúcar blanco
40 grs de azúcar moreno
1 huevo
180 grs de harina
60 grs de mantequilla (en punto de pomada)
1 sobre de levadura Royal (levadura química)
Azúcar vainillado
1 cucharadita de sal
100 grs de pepitas de chocolate (o perlas de chocolate)

Duración: 30 minutos + 1 hora de nevera

Soy un novato pizpireto en los confines de la repostería. Lo reconozco. Pero poco a poco me voy dejando llevar por los dulces placeres y, aunque yo no sea un ávido consumidor, veo que el mundo sí, y siempre es una satisfacción complacer los paladares ajenos. Esta receta es un clásico y el resultado siempre es triunfal. Os animo a que probéis a hacerlas porque es fácil, recurrente y el desayuno sabe mejor si lo hace uno mismo. Ataos el mandil que vamos.

Cogemos la mantequilla, que estará en punto de pomada (vamos, que la hemos dejado un rato a temperatura ambiente para que se reblandezca y podamos manipularla) y la mezclamos en un bol con los dos tipos de azúcar. Se puede hacer sólo con uno, ahí ya a gustos.

Batimos ligeramente un huevo con un puntito de sal y lo añadimos al bol. Removemos o ligamos bien todos los ingredientes.

Con la ayuda de un tamizador (o un colador pequeño si no tenéis) vamos echando la harina tamizada, que no tenga grumos. Por último echamos las perlas de chocolate y mezclamos una vez más. Ya huele a pastelería, ¿eh? Dejamos refrigerar la masa una hora en la nevera.

Calentamos el horno a unos 200º (calor arriba y abajo) y vamos formando pequeñas bolitas (a modo de albóndigas) con las manos. Si se os queda algo pegada la masa, cosa que no debería suceder, os las podéis enharinar un pelín.

Vamos disponiendo las bolitas en una bandeja de horno con papel sulfurizado y ligeramente pintado de mantequilla líquida. Las aplastamos un poco. Dejamos algo de espacio entre ellas porque se expanden con el calor y las horneamos unos 12 minutos. Este tiempo puede variar, dependerá del tipo de horno y del tamaño de la galleta.

El truco está en que queden levemente tostadas por la superficie pero todavía blandas al tacto, puesto que luego al sacarlas se endurecerán. Y listo. Unas auténticas cookies americanas para decorar un buen bote de cristal de la cocina y, por supuesto, para devorar sin compasión. ¡Qué aproveche!

Película ideal para degustar este plato
STAND BY ME
("Cuenta conmigo" de Rob Reiner - 1986)

Estaba claro, una receta de este calibre y significado, me tenía que teletransportar de manera obligada de vuelta a la niñez. A una época donde reinaba el compañerismo, la unión, la aventura, el desparpajo, la inocencia, la ignorancia y las ansias por descubrir nuevos mundos y tensar tus habilidades hasta límites desconocidos. Con todo esto mi mente rebuscó en el baúl de los recuerdos para atrapar un referente ejemplar, y entonces se topó con "Cuenta conmigo". Una odisea adolescente, que marca el fin de una época (la de ser niños) a través de las andanzas de una panda de amigos. La obra corre de la cuenta de Rob Reiner, un artesano que se ha sabido manejar en todo tipo de géneros, desde el terror de "Misery", la comedia romántica de "Cuando Harry encontró a Sally" o el drama militar-judicial de "Algunos hombres buenos". La película que hoy nos ocupa es un clásico de los 80, una de esas piezas del movimiento teen-movies pero que, al contrario que otras de menos calado, ahonda un poco más en los conflictos de los personajes y se transforma en una mirada agridulce, pues según avanza la historia la inocencia de la niñez, como el verano (época dorada), van muriendo con ella. Nos encontramos ante una aventura pura y dura en la que cuatro amigos deciden invertir los resquicios de las vacaciones en busca de un cadáver. Su periplo les lleva por todo tipo de situaciones, obstáculos, peligros e, inevitablemente, la convivencia va aflorando sus grandes dramas y conflictos emocionales. Hay humor, por supuesto, hay exaltación de la amistad, pero también hay enormes dosis (y esto engrandece la obra) de sueños rotos, de fracasos, de frustraciones familiares... Nuestra receta goza de muchos de estos elementos. Por un lado las cookies o chocolate chips me llevan de una manera u otra a la década de los 50, donde los coffee shops adornaban sus vitrinas con tarteras llenas de ellas. También surge el elemento "pandilla". Las galletas conforman una banda inseparable. Cada uno puede ser distinto en la apariencia (el obseso militar, el gordito, el rebelde, el intelectual...) pero en su interior están hechos con los mismos ingredientes (compañerismo, amistad, lealtad... o dicho de otro modo culinario, de mantequilla, azúcar, harina, huevo...) La empresa que ellos se marcan, esa búsqueda del cuerpo, que en realidad simboliza ese huir hacia delante de su hogar o de una niñez que no quieren abandonar, se me antoja un poco mi batalla con la repostería: un elemento extraordinario que quiero ver, tocar, y que necesito demostrarme a mí mismo que puedo alcanzar... La pandilla, como yo, se enfrentará a infinidad de trabas pero sólo con el deseo y las ganas por evolucionar y sobreponerse, darán con su gran objetivo final. Ellos, un cadáver. Yo, unas cookies... Y lo mejor de todo es que un bocado a ellas, y tu también volverás a ese momento de tu vida en el que soñar despierto era la mejor realidad.